Necesito hablar contigo, Eroemen le mandó un mensaje mental a Kier.
Claro, contestó Kier.
Ambos caminaron fuera de la cueva sin que nadie más que Aurua los siguiera. Ina se quedó con Caern para decirle cómo había mantenido el control al transformarse en Druk. Ya afuera, Aurua se quedó en la entrada de la cueva para dejar hablar a ambos hombres.
“Liana Geheim,” dijo el Dragón negro.
Ya que Kier registró que el Dragón había mencionado su apellido, le tomó un segundo repasar los nombres de sus familiares.
“No la conozco. No creo tener ningún familiar con ese nombre.”
“Fue la primera de tu línea de sangre. Nombramos a las líneas por el nombre del primer integrante femenino. Ella no se volvió loca, pero dos de sus tres hijos sí. ¿Sabes hace cuánto fue eso?”
“No.”
Eroemen vio hacia el cielo. “Hace 5,000 años. 4,753 para ser exactos. Y por más de 1,000 años, críamos y cruzamos humanos para eliminar la Locura. Tratamos de combinar familias que mostraban ser las más resistentes. Tratamos usando Magia. Estudiamos la Locura. Por más the 1,000 años la observamos pero nunca encontramos la más mínima indicación de que tuviera nombres o de que pudiera ser controlada, mucho menos de que se le pudiera quitar su conciencia y tejida con la Esencia de su Mago.
“Trabajamos por más de 1,000 años, Kier.” El dragón volteó sus ojos naranjas para ver al Mago. Brillaban hermosa e inquietantemente en la noche. “Tomó cinco milenios que vinieras y descubrieras todo lo que nosotros no pudimos. ¿Por qué? Tú familia siempre fue de las más propensas a caer en la Locura, pero una de las más poderosas, de las que mostraba más promesa con la Magia. ¿Por qué tomó 5,000 años que alguien apareciera y resolviera todo? Tanto se pudo haber evitado si hubieses nacido hace cinco milenios.”
Kier sonrió. Puso sus manos en las bolsas de su chaqueta. “¿Cuantas historias escritas o contadas por Dragones crees que he escuchado o leído, Eroemen?”
“Ninguna. Nosotros no tenemos historias.”
“Y cuántas generaciones de Dragones crees que han ido y venido desde el principio de su raza?”
“Siete,” dijo el Dragón. “Ha habido siete generaciones de Dragones desde que los primeros se manifestaron de la luz y la oscuridad.”
“Imagina,” dijo Kier. “Imagina todas las historias, todo el conocimiento que pudiste haber ganado de esas siete generaciones de Dragones si tan solo algunos de ellos se hubieran molestado en escribir lo que hicieron durante sus vidas. ¿Qué tal si uno de ellos practicó la Magia de Componentes ante que Aurua? Pudiste haber leído esa historia y se te pudo haber ocurrido usar Magia de Componentes para estudiar mejor a la Locura.”
Eroemen se quejó. “Ninguna historia te dijo cómo controlar tu Locura. Si hubiera historias como esa, todo Mago podría hacerlo.”
“No,” dijo Kier. “Ninguna historia me dijo cómo controlarla, pero he leído historias de Magos con reflejos verdes y misteriosos en sus ojos a quienes llamaban locos, dementes o extraños. A todos ellos se les juzgaba por actuar, y cito, raro. Déjame repetir. Todos actuaban raro, y todos tenían reflejos misteriosos verdes en sus ojos. Suena sospechoso, ¿no?”
Eroemen no quitaba la vista de Kier.
“Y una de esas historias me interesó muchísimo,” dijo el Mago. “Una en la que Loer Geheim, o Loer el extraño, como se le llamaba, le dijo a su familia reunida, ‘acepto lo que los demás temen. Lo escucho, y discuto con él en las noches. Me dijo que tenía un nombre, pero se niega a decirmelo el muy idiota.’”
Eroemen levantó la cabeza leve y lentamente mientras sus ojos se abrían.
Kier rio. “No querían ser directos al respecto, pero creo que todos esos Magos aprendieron a vivir con sus Locuras. La historia de Loer me hizo pensar que la Locura probablemente tenía un nombre con el cual controlarla.”
La expresión de Eroemen mostró enfado. “Nunca observamos nada como eso.”
Kier se encogió de hombros. “Quizás lo único que debían hacer en ese entonces era sentarse con algunos Magos y escuchar sus historias.”
Editado: 10.08.2018