Paladines Entre Ángeles y Demonios

Parte Tres.

Un par de alas de fuego surcaron el frio aire de invierno, o Aphelion como se lo llama en este mundo. Estas alas envueltas en llamas y con escamas, similares a las de un dragón, le pertenecían a una Bestia Divina cuyo cuerpo se asemejaba al de un león; y su melena también era de fuego.

La creatura salvaje había sido sacada de su zona de conforto y en medio de la noche tenía la desventaja, esto se debía a un simple motivo, la noche es oscura y varias partes de su cuerpo irradian mucha luz. Al volar por el cielo era como una esfera brillante que gritaba para ser disparado, y la arquera en el suelo aceptó esa solicitud.

Desde lo alto, más alto que las copas de los árboles, la Bestia Divina abrió en grande sus fauces para revelar unas afilados colmillos que quedaron sumergidos por una ráfaga de fuego ardiente. Dicho ataque impactó directamente contra la mujer que intentaba cazarlo, cuando el fuego se disipó se reveló que ella no había sufrido ni un solo daño.

La piel blanca de la mujer adulta estaba intacta, incluso su largo cabello blanco que caía por su espalda y recordaba a una nube también. Esto se debía a la armadura de color bronce que portaba, esta se iluminó al absorber todo el daño y protegió incluso las partes expuestas mientras estuvieran conectadas a su cuerpo.

Realizando unos extraños movimientos en el aire, sobrevolando algunos árboles, la Bestia Divina parecía prepararse para lanzar su siguiente ataque. Solo que en esta ocasión la mujer ya no le permitió atacar, utilizando su arco hecho de nubes ella disparó rápidamente tres flechas de madera.

Como su objetivo no era matar a la creatura salvaje se concentró en herirla para que dejara de moverse simplemente, al ser nivel 50 su puntería era perfecta. Dos flechas impactaron en sus alas rompiendo las escamas y dejándole pequeños agujeros mientras que otra se incrustó en su pierna haciéndole salir un chorro de sangre.

La capacidad aerodinámica de la creatura disminuyó todavía mas cuando otra flecha le generó otra herida en su ala, sin más remedio la Bestia Divina empezó a caer por el cielo nocturno pero como el trabajo de Urano no era matarla sino capturarla entonces debía evitar que el impacto contra el suelo acabara con su vida.

La Planiti miembro de los Erastes se colgó el arco en la espalda y dio un fuerte salto luego de flexionar sus piernas en dirección a un árbol, sus pies impactaron alto en el tronco a la par que usaba sus brazos para agarrar a la creatura salvaje como si se tratara de un simple felino inofensivo.

Una vez con la Bestia Divina entre sus brazos Urano dio otro salto para caer al suelo sin dificultad y dejar a su objetivo cuidadosamente en tierra firme. Fue entonces que de su espalda apareció otro ser de entre las tinieblas de la noche, una figura sombría surgió de entre los altos arboles de roble: una cola puntiaguda, dos alas de murciélago y dos cuernos también aparecieron.

Se trataba de uno de los demonios de la biblioteca, específicamente una súcubo subordinada del Vigilante de Área del Observatorio. –Gran trabajo –dijo ella jadeando. A pesar de la noche Urano podía notar como el rostro de la demonio estaba sonrojada y muy caliente aun con la baja temperatura y la muy poca ropa que tenía puesta.

La miembro de los Planiti intentaba no sucumbir ante la súcubo. –Concentrate –habló lo más seria que pudo.

–Está bien, está bien. Es solo que… –Su respiración era exageradamente acelerada–. …esos gruesos árboles, ahhhhh, me distraen.

Aquella mujer adulta se sonrojó ligeramente. –Entonces evita que tu mente se desvié –contestó intentando mantener la compostura.

Fue entonces que las ardientes emociones de la demonio se apagaron como si alguien arrojara un balde de agua helada sobre una fogata, Urano pudo escuchar como su compañera soltó un suspiro y se puso manos a la obra.

Ella se puso a su lado y de entre sus dos enormes senos que revotaban sigilosamente sacó un frasco con un líquido dentro, observar eso provocó que Urano deba correr su vista para un costado. La súcubo, ya apagada, abrió el frasco y vertió el líquido en las heridas de la Bestia Divina para que estas se regeneraran.

El fuego que emanaba del cuerpo de la creatura salvaje empezó a aumentar nuevamente, solo que antes de que pudiera ponerse en posición defensiva la súcubo utilizó una habilidad. –[Encanto Animal]. –Un humo rosado se formó en la palma de su mano y cuando lo sopló este fue inhalado por la Bestia Divina. Los ojos de la creatura salvaje se tornaron rosados y su actitud cambió por una mucho más pasiva.

–Ahora regresemos al campamente para encerrarla también –concluyó Urano poniéndose de pie y en marcha, mientras su compañera la seguía a un costado junto a la Bestia Divina.

Urano quería acabar rápido con este trabajo porque le incomodaba estar cerca de su compañera, no había que malinterpretarlo, ella no odia a los demonios sexuales del Observatorio de la biblioteca ya que eran creaciones de uno de sus dioses pero si la distraían mucho. La Eraste estaba segura de que si cruzara con esa súcubo en un contexto diferente de seguro acabarían ambas…bueno Urano alimentaria un poco a su compañera.

Las dos estuvieron caminando en silencio por un rato, en un momento la puntiaguda cola de la demonio rozó sus caderas generándole un escalofrió en todo el cuerpo. Dieron unos pasos más y las manos de ambas se rozaron un segundo, Urano sabía lo que estaba pasando. En realidad no había apagado la fogata con un baldazo de agua helada, esa maldita demonio cachonda todavía tenía una chispa de fuego entre la leña la cual iba creciendo poco a poco.

Para su suerte llegaron al campamento, ninguna de las dos tenía problemas para ver en la oscuridad y aun asi notaron varias lámparas encendidas y colgando en lo alto de algunos árboles. Una señal de que ya estaban ingresando al terreno donde sus Reyes Soberanos decidieron levantar un campamento.




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