Paladines Entre Ángeles y Demonios

Parte Nexo 5: Cambio de Administración.

Ciudad Capital Theia - Palacio-Catedral Napelhold – Segundo Leuksna de Senliel.

No importaba la temperatura, a pesar de estar en la cúspide del Aphelion aun asi la capilla central de la Catedral capital se abarrotaba de personas. Los nobles estaban mezclados con los ciudadanos y todos vestían abrigadas ropas hechas de pelaje de animal para el frio, todos tan fieles y devotos a sus dioses escuchaban de rodillas la misa que dirigía su Resplandeciente Reina.

Era de noche, esto podía saberse fácilmente no solo por la muy bajas temperaturas que empañaban los vitrales sino también porque el techo de la capilla había dos agujeros que dejaban ver el cielo nocturno. Una vez que ambas enormes lunas brillantes y blancas pudieron verse por ambos agujeros fue que la misa dio por terminado.

Normalmente la Suma Sacerdotisa es la última en retirarse pero en esta ocasión lo había hecho primero, algo que dejó confundido a muchos ya que se la notaba muy apurada. Al bajarse del escenario central un grupo de Arzobispos del Ocaso y Obispas del Alba se le acercaron para retirarse sus ropas ceremoniales y elementos sagrados.

–¿Todavía no encontraron a Pythia? –quiso saber Teresa.

Una de las mujeres que estaba en frente bajó la cabeza y la movió en negación. –Podemos confirmarle que la Pitonisa de los 333 Astros no se encuentra aquí, estamos buscando por la ciudad ahora.

Esto provocó que la Reina se estresara y chasqueara su lengua <Yo sé que ella tiene esos momentos en lo que desaparece por quien sabe cuánto tiempo ¿pero porque tenía que ser justo ahora? ¡La necesito!>.

Esto frustraba a Teresa porque ya llevaba cinco días sin encontrarla y ella estaba segura de que la Virtud Teológica de la Esperanza sería la única quien sabría cómo poder ayudarla. –Esta bien, sigan buscándola y apenas tengan noticias me avisan. O díganle que venga a verme de inmediato. –Los presentes asintieron.

Dos Arzobispos le abrieron las puertas para que entrara a un corredor mientras ella daba pasos molesta, la capilla estaba fría pero los hechizos más las antorchas calentaban mucho la temperatura del pasillo. Debido a eso fue que los demás le quitaron su ropa ceremonial de invierno <Luna ha estado acostumbrándose a su nueva prótesis>.

La Suma Sacerdotisa cerró sus puños con fuerza <Pero no quiero que eso pase, voy a hacer que recupere su brazo y enmendaré mi error ¿Tendría que volver a hablar con mi antepasado? ¿Debería considerar eso como molestarlo?> realmente ella no sabía casi nada de cómo funcionaba el tesoro de su ancestro, solo sabía el ritual para entregarle uno de los Dones a la nueva virtud que escogiera ¿Las almas/espíritus de sus ancestros estarán consientes todo el tiempo o solo cuando los llama? <Supongo que averiguaré eso cuando muera y me reúna con ellos>.

Un estrepitoso sonido hizo eco por los pasillos haciendo asustar a la Resplandeciente Reina y que se detuviera en seco, con los pelos de punta ella se giró para encontrarse con uno de los Arzobispos del Ocaso que se acercaba. Se trataba de un Nacido de la Luna con cabello azul, las características de su rostro le daban a pensar a Teresa que era algo joven.

–¿Qué sucede? –preguntó la Virtud muy molesta porque la hicieron asustar.

Esto puso nervioso al pobre hombre. –Lo siento mucho mi Resplandeciente Reina, es solo que vengo por órdenes del Primer Ministro. Me llamó para decirle que se reuniera con él, tiene que ver con la búsqueda de la Virtud Teológica de la Esperanza.

La furia por el susto rápidamente fue reemplazada por un alivio y alegría al escuchar eso. –Genial, entonces llévame hacia donde esta él.

El Arzobispo del Ocaso, cuyo nombre era Pwer, empezó a caminar por el pasillo en dirección opuesta y su Resplandeciente Reina lo siguió por detrás. Subieron unos cuantos pisos por la escalera y observando el lugar Teresa se hacía una idea de a donde se dirigían, por lo que le pareció extraño.

En esta sección del Palacio se encontraban las habitación, no algunas como la de ella o la de Pythia pero si la de los demás como servidumbre del Palacio, las Obispas y Arzobispos y la del Primer Ministro. En específico Teresa ya tenía la idea de que se estaban dirigiendo al cuarto de Prif solo que le pareció muy extraño el hecho de que al acercarse más hubiera Sacerdotes Radiantes protegiendo la entrada a la habitación.

Extrañas sensaciones de confusión recorrieron el cuerpo de la Reina, en teoría ver a la misma elite del país arrodillarse antes de que entrara debería haberla calmado aunque no fue el caso. Pwer abrió la puerta y se hizo un costado para que su líder entrara primero. –Por favor pase. El Primer Ministro espera dentro –dijo arrodillándose y bajando la cabeza.

Con algo de incertidumbre ella dio pequeños pasos hasta cruzar el marco de la puerta y quedar del otro lado, fue entonces que a sus espaldas Pwer también entró y cerró la puerta con una fuerza que a Teresa le pareció innecesaria.

En frente de una fogata, al lado de la cama se encontraba sentado en un cómodo sillón la Virtud Teológica de la Caridad. Aquel Nacido del Sol que debía teñirse el cabello de negro esperó a la llegada de ella.

–Me dijeron que tenías información de la Pitonisa de los 333 Astros. –Se le acercó Teresa a su compañero, grave error.

Este último se puso de pie. –Bueno, quizás eso no era del todo cierto. Pero fue perfecto para llamar tu atención y hacerte venir sin complicaciones.

–¿Qué? –Con el ceño fruncido Teresa se dio media vuelta–. Si tiene que ver con el trabajo entonces puedes decírmelo mañana cuando nos reunamos, no creo que sea muy importante.

Caminando en dirección a la puerta Pwer y los dos Sacerdotes Radiantes bloquearon su camino lo que le pareció extraño, el Primer Ministro siguió hablando a su espalda. –No eres muy buena para engañar ¿sabías? Has estado buscando información sobre un lugar llamado Ciudad Catedral. –Podía escuchar el sonido de sus zapatos acercarse a ella por detrás, su cuerpo comenzaba a temblar un poco–. Creo haber escuchado eso en algún mito de niño, no sé qué será exactamente aunque eso podría explicar porque buscas a Pythia y la razón por la que tuviste que hurtar la Anhelada Providencia el otro día.




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