Paladines Entre Ángeles y Demonios

Parte Cuatro: Reencuentro Familiar.

Cuando la puerta de madera se abrió no fue el padre de Ozaka quien se encontraba allí, se trataba de alguien más. Y aprovechando ese momento de confusión la alta mujer morena y de cabello violeta se abalanzó sobre los dos Nacidos del Sol para abrazarlos con mucha fuerza, tanta que casi los asfixiaba sin darse cuenta.

Pudo escucharse una voz chillona, pero llena de alegría que no correspondía con su comentario que sonaba más a un reto. –¡Ozaka! Deberías estar en la academia ¿Qué estás haciendo aquí?

–Hola mamá. –Intentó contestar el joven a pesar de la falta de aire, los robustos brazos llenos de amor de una de sus madres hacían que lo lastimara sin darse cuenta a veces.

La mano de la joven con pecas entraba completamente en un bíceps del brazo de la mamá de su novio y está la apretaba con la palma como si un luchador pidiera tiempo fuera ante una llave que le hacia su oponente.

Pasaron unos segundos hasta que los rostros de ambos se pusieron azules por la falta de oxígeno, entonces su madre cayó en cuenta de la situación y se separó de ellos. –Lo siento –decía con una sonrisa–. Es solo que no esperaba verte aquí ¿ocurrió algo?

Los dos aprendices a Paladines cayeron al suelo tosiendo. –Es mejor si te lo contamos dentro. –Los ojos rojos como soles del chico parecían algo apagados.

Antes de que entraran la mujer morena se concentró en alguien más, el otro joven de falso cabello blanco y ojos azules como el mar parado algo incómodo detrás de Linka y Ozaka. –¿Hola? ¿Te perdiste o necesitas algo?

–Ehm… –Raziel había activado su modo tímido.

Fue entonces que los dos Herederos del Emperador Solar se pusieron de pie para abrazar al chico y darle cada uno un beso en un cachete. –Es parte de nuestra Trinita –dijeron al unísono provocando que el Querubín solo se ruborizara más.

El brillo en los ojos de la madre no podría haber sido más potentes, un poco más y el golpear del corazón en su pecho podría haberse notado por debajo de la ropa. –Que hermoso –soltó llena de alegría, aunque rápidamente esa emoción se apaciguó como una fogata a la que le lanzan un balde de agua helada–. Pero sabes que quizás a tu padre no le guste tanto –concluyó separando la mirada.

–A eso lo veremos después –contestó Ozaka restándole importancia–. Ahora trajimos comida.

Haciéndose para un costado la mujer los dejó pasar, cuando llegó el turno de Raziel este primero se detuvo para presentarse adecuadamente. –Soy Raziel Diwedd. Es un placer señora…

–Soy Gwraig. Pero no hace falta que me digas señora jajajaja.

–Como diga.

La casa de tres pisos al final de la calle era linda, no podía compararse con la residencia actual de su Rey Soberano de las Armas, pero, aun así, las habitaciones eran bastante espaciosas aunque todo parecía estar un poco apretado. Había una alfombra roja debajo del piso de madera, muebles de terciopelo, un gran reloj en la pared, y varios libreros llenos.

Caminando por el pasillo de la entrada el Ángel se detuvo a ver unas fotos en la pared, rápidamente sus compañeros se percataron y retrocedieron para estar a su lado. –Ay ese era Ozaka de bebe –dijo Linka observando la misma foto que Raziel–. Tenia los cachetes tan gorditos.

–Por favor basta –decía el pobre chico.

Su novia lo miró para sonreírle y proceder a apretarle las mejillas. –Tranquilo, todavía eres muy cachetudo.

Acto seguido los tres siguieron caminando un poco más hasta detenerse en la siguiente foto, esta reposaba sobre un librero: Había tres personas adultas siendo un hombre y dos mujeres morenas, una niña joven estaba parada al lado del padre y otra madre sostenía a un bebe en brazos. –Esa es toda mi familia –explicó el joven algo avergonzado.

Al Vigilante de Área le dio la impresión de que en esa foto había algo que se le estaba pasando por alto, pero al ser casi totalmente ajeno a la cultura de este país tampoco podía darse cuenta y eso le frustró un poco. Aunque su trabajo de recolectar información terminó de todas formas podría seguir haciéndolo para adecuarse mejor.

La mujer siguió su camino hasta la cocina donde puso a calentar una pava con agua caliente, después de ver las fotos los tres jóvenes se sentaron en una mesa de la cocina y sacaron lo que habían comprado. –¿Vino mi hermana? –preguntó Ozaka cortando el budín.

–Pensé que lo haría, pero mando una carta diciendo que se demorara varios días más.

Eso desilusionó un poco al joven. –Oh yo esperaba verla, también quería presentársela a ellos.

Su madre se sentó en la mesa en frente de él y los demás. –Ahora ¿podrías decirme porque vinieron y no están en la academia?

Ese todavía seguía siendo un tema algo delicado para él, solo que con la ayuda de su Trinita pudo contar lo que ocurrió esa trágica noche.

-----O-----

Akwa.

Era tan temprano por la mañana que básicamente podría considerarse que seguía siendo la noche del día anterior, en este momento el hombre de tez blanca y cabello negro estaba demasiado estresado en su oficina ya que pasaron dos días y todavía no había recibido noticias o a su objetivo.

Todo se sacudió ligeramente por un momento.

Ocupando el cargo de Primer Ministro ese hombre tenía una botella de cristal llena de alcohol, un humo gris giraba dentro de una esfera de cristal y como nada sucedió luego de un momento Prif lanzó la botella contra una pared, rompiéndola en pedazos y manchando todo.

–¡Mierda! Maldito viejo imbécil contéstame. No puedes no hacerlo. –Se empezaba a desesperar al no encontrar ninguna otra alternativa, era como si su compañero de la Aureola Negra hubiera desaparecido por completo.

La Virtud Teológica se llevó las manos a la cabeza y clavó sus uñas en la piel con una fuerza alarmante, lo suficiente como para teñirlas de rojo. –Le entregué una de las reliquias históricas del país, no puede haberle sucedido algo malo, no con ese ítem en su posesión. –Por un segundo contuvo la respiración al imaginar una posibilidad <Traición, nosotros traicionamos a ese demonio y él debe haber traicionado a la Aureola Negra>.




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