Pandora

Capítulo 4

Capítulo 4

A las siete en punto de la mañana me encontré en Saint Pancras dispuesta a tomar el tren de las ocho y media con destino a París. Decir que no había dormido en toda la noche era poco y despedirse de la agente Shepard fue aterrador. Había pasado la noche en las instalaciones del MI6 y por suerte un equipo de restauración se había ocupado de mi casa antes que mamá o Paul llegaran. Los tres hombres habían huido sin dejar rastro pero el departamento había sido restaurado y limpiado totalmente para no dejar ninguna pista de lo que había sucedido.

Lamentablemente, yo no era tan flexible como el departamento en cuanto a la situación. Mi hermano era un espía. Mi hermano había partido en una misión y la comunicación se había cortado hacía cinco días. Mi hermano había desaparecido y posiblemente estaba en peligro. Había pasado la mitad del tiempo con él, con un doble llamado Thomas en realidad, y ahora una doble había tomado mi lugar para engañar a mi familia y cumplir las obligaciones en mi vida.

¿Han oído hablar de veranos excitantes? Para ser el primer día esto ya era demasiado. Una vez en la estación intenté deshacerme del sueño y el estrés con un café pero, déjame decirte, fue en vano. La falta de sueño nunca fue de lo mejor para mí y la situación no ayudaba. Tuve que mostrar mi boleto y pasar por todo un control de seguridad para llegar a la sala de espera del Eurostar. Tenía al menos una hora por delante antes de abordar.

Era simple pensar que el MI6 me había dado algo o al menos un poco de información pero no, me habían soltado sola y desamparada en medio de la estación donde se suponía que debía encontrarme con un agente en el tren. Miré el boleto, vagón siete, asiento doce. Ya había viajado en tren muchas veces y estado en París pero esto era totalmente diferente. ¡No sabía nada del agente que se suponía que me ayudaría y cuidaría de mí!

Internamente intentaba distraerme pensando todo lo que le diría a Ethan apenas lo volviera a ver por ponerme en esta situación. Una y otra vez me repetí que nada malo me pasaría, que solo estaría en París unos días para averiguar qué le había sucedido exactamente a mi hermano y encontrar lo que él había tenido en su poder y supuestamente ocultado. Por cierto, no tenía la menor idea de dónde podría haber dejado mi hermano un cd y mucha gente dependía del éxito de esto.

Ok, aquel camino de pensamientos no iba nada bien. Pensar en Ethan o en la situación no me calmaba para nada por lo que en vez de eso me distraje observando la gran estación de Saint Pancras. El tren salía desde el primer piso por lo que al momento de abordar debería subir por las escaleras mecánicas. Había cientos de asientos dispuestos y una tienda para compras de último momento al fondo.

Miré mi pequeña valija rosa, nada comparada con las enormes valijas que cargaban las demás personas. Unos jóvenes universitarios pasaron frente a mí y me silbaron pero los ignoré. Había heredado la belleza de mamá, al igual que Ethan, y ya estaba acostumbrada a que la gente lo notara y me dijera cosas al respecto. Además, era sencillo llamar la atención estando vestida con ropa de diseñador de último modelo y dedicándole la debida atención a mi apariencia.

Fui a la tienda por unas galletas y volví, mi estómago gruñía de hambre. No había podido desayunar antes de abandonar los cuarteles del MI6; en ese momento los nervios habían hecho una tarea imposible tomar siquiera un poco de té. Busqué en el bolsillo de mi abrigo y saqué el libreto de Romeo y Julieta para leerlo. Necesitaba aprenderlo perfectamente por completo y realmente esperaba que Maurice no echara a mi doble durante mi ausencia, no deseaba tener que conseguir un cambio de identidad aunque ahora seguramente podría hacerlo.

Delante de mí, varios metros alejado y cerca de la otra fila de asientos, un joven me miraba. Sonreí apenas mientras pretendía leer y no prestarle atención. Era guapo, alto y delgado aunque no era difícil imaginar un cuerpo musculoso debajo de su ropa. O quizás la edad y las hormonas hacían lo que quisieran con mi imaginación. De un modo u otro no podía negarlo, incluso Steve perdía su encanto en comparación con él.

Steve, la única cosa que parecía normal en mi vida este verano. Nos habíamos visto un par de veces y besado, Cam esperaba impaciente que oficialmente fuéramos novios, y ahora aquí estaba yo partiendo hacia París en un trabajo para el MI6 cuando debería estar más preocupada por haber quedado con él dentro de unas horas.

Me sentí miserable y me retorcí ante mi mala suerte. Intenté pensar en otra cosa pero la próxima vez que me fijé el lindo desconocido había desaparecido. No debería sorprenderme, después de todo estaba en una estación de trenes, la gente aparecía y desaparecía de un segundo al otro para tomar un viaje.

Así que pasé la siguiente hora de espera intentando memorizar todo el libreto e imaginando cómo debería actuar o decir cada cosa. Hubiera sido mucho más sencillo ponerme de pie y practicar pero ya tenía suficiente por el momento como para además hacer un monólogo en medio de Saint Pancras y que todos me tacharan de loca. Y volví a ver al desconocido, lo admito, pasé algo de tiempo buscándolo entre la multitud hasta que lo volví a ver.

Estaba sentado del otro lado con un bolso negro de mano a sus pies. Me sonrió cuando su mirada se cruzó con la mía y le devolví la sonrisa antes de desviar la vista y volver a concentrarme en mi libreto. Ok, era más que guapo o lindo, era ardiente, más que cualquier otro que hubiera visto antes. A pesar de la distancia su mirada fue como si estuviera exactamente en frente de mí. Su cabello caoba estaba revuelto de un modo sexy. ¿Cómo lograban los hombres eso? Su rostro… Bueno, ahora entendía mejor las expresiones de mis compañeras respecto a mi hermano, o Thomas, o Thomas y mi hermano. Era complicado.

Pero al igual que todo lo bueno en mi vida últimamente, él tomó su bolso y partió y definitivamente lo perdí de vista. Y yo tuve que quedarme esperando hasta que el reloj marcó la hora de embarque y me apresuré a las escaleras antes que todos los pasajeros lo hicieran y fuera imposible subir. Una vez en el piso de arriba arrastré mi valija todo lo largo del andén hasta llegar al vagón número siete. Subí, dejé mi valija en la sección del equipaje y me ocupé de buscar mi asiento.




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