Pandora

Epigrafe

Hasel Hearts soltó vaho sobre sus manos, los segundos pasaban con lentitud y mientras más tiempo pasaba, mas fría se ponía la noche. Observó desde su ventanilla como los guardias reales desaparecían en la oscuridad de la calle y decidió que el momento había llegado.

Afuera el frío de la noche resultaba atroz, indiscutiblemente el invierno estaba a la vuelta de la esquina, sin embargo aquello era lo de menos. Hasel tenía una reunión importante a la cual acudir, una reunión que podría fácilmente arruinar su futuro si alguien en el castillo descubriera lo que estaba a punto de hacer.

Sigilosamente caminó entre las solitarias calles de la ciudad, todo se encontraba sumido en un silencio tan sepulcral que la chica de platinados cabellos fácilmente podría palparlo.  Desde que tenía uso de razón el toque de queda era establecido hasta las diez de la noche, sin embargo siendo las una de la madrugada y no la primera vez que escapaba del castillo para trazar su camino al interior del bosque, había aprendido a no sentir miedo al silencio que podía rodear la ciudad a esas altas horas de la noche.

Cuando finalmente llegó al bosque y se adentró a este, supo que la parte más complicada del camino la había podido realizar con facilidad. Desde el momento que su cuerpo se adentraba a la espesa penumbra era prácticamente imposible que alguien más fuese capaz de encontrarla.

Hasel empezó su descenso, el camino el cual se conocía perfectamente se extendía hacia los límites establecidos por las leyes del nuevo mundo, como prohibidos. El camino se hacía cada vez más difícil, sus cabellos alborotados por la fuerte ventisca iban constantes veces hacia sus ojos grises, en los cuales podrían visualizarse lo decidida que estaba en llegar a lo que sería el lugar de encuentro. Los chirridos y zumbidos de insectos y animales que habitaban comúnmente en la noche, habían desaparecido, a Hasel se le cruzó el pensamiento de que estaban guardando silencio y solo observaban expectantes el nuevo giró que iba dar su vida desde el momento en que llegará al punto establecido, el cual podría marcar un importante antes y después de lo que era su vida.

Cuando finalmente la arboleada comenzó a escasear y pudo observar desde la penumbra las grandes arquitecturas que se levantaban ante sus ojos, supo que finalmente había llegado el momento decisivo. Levantó la mirada a lo que podría reconocer como una "Noria" de acuerdo a los pocos libros que había leído sobre el pasado, aquella gigantesca cosa era utilizada para que las personas se divirtieran, sin embargo ante sus ojos aquello tenía todo menos divertido, daba terror.

Abrió la puertilla de metal, la cual hizo un chirrido que le erizo la piel. Sin pensarlo dos veces colocó sus manos en la barandilla que podía ser utilizada como escalera y subió hasta llegar a un asiento lo suficiente alto como para ver los alrededores y lo suficientemente bajo por si tenía que salir de manera repentina.

Espero tanto tiempo que parecieron horas, acompañada de la solitaria luna y la fuerte ventisca. Estaba asustada , sudaba frio y el simple hecho de tener que esperar tanto no hacía nada para aminorar su ansiedad la cual con cada segundo calaba más profundo en su pecho.

Levantó la mirada al cielo, el cual se encontraba completamente libre de estrellas, probablemente estaban igual de asustada que ella y se mantenían ocultas para protegerse de lo que seguramente no iba ser una gran noche. El ruido de una rama la alertó, miró entre la espesa arboleada; sin embargo le era incapaz localizar él o la causante de aquél sonido. Llevo sus manos a su rostro y restregó este con fuerza pensando que tal vez así su paranoia desaparecería, sin embargo ocurrió todo lo contrario, la puertilla de metal fue abierta y finalmente su acompañante había llegado.

Se deleito ante lo que sus ojos apreciaban: Cabello oscuro, rostro ovalado, hombros cuadrados, esbelto pero firme y lo más importante sus ojos esmeralda que lograban quitarle el aliento de manera constante.

Lothar Shire era el ejemplo de lo que describían como un chico sexy, nadie en Génesis podría discutir sobre su belleza.

Él subió las escaleras hasta llegar dónde la chica de platinados cabello lo observaba sin decir ni una sola palabra, se sentó a su lado y le dedicó una sonrisa torcida que seguramente todas las chicas del reino morirían por recibir. Ella no era la excepción, pero era diferente tomando en cuenta que ambos corazones se pertenecían el uno al otro, estaba loca por él y él estaba loco por ella.

—Demoraste mucho en llegar...— Hasel logró articular luego de unos segundos. — Pensé que te habían descubierto, me asustaste.

Lothar suspiró y llevo una de sus manos a su ondulado cabello para luego deslizar sus dedos entre las hebras, Hasel se removió inquieta en el asiento, sabía qué lo que él estaba a punto de decir no era algo que estuviese dispuesta a escuchar.

—Lane se presentó en mi habitación alegando que necesitaba mi ayuda para mañana. Me propuso un trato para cuando estemos en la arena...

—Ser aliados— completó ella sintiéndose repentinamente mareada.

—Sí, sin embargo me he negado. Esta en contra de las reglas hacer alianzas en zona de prueba.



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En el texto hay: amormistico, guerreros, ritualesymagia

Editado: 05.03.2018

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