Pandora

Capítulo 44: Psicosis

 

Dejar que Taus tome el control puede ser una mala idea, pero teniendo en cuenta que la situación no puede ir a peor me dejo llevar. Debería sentirme de alguna manera, enfadada, histérica, rabiosa, pero por el contrario todo es tranquilidad y serenidad. Tengo las ideas más claras que nunca. Abro los ojos y para mi sorpresa sigo teniendo control sobre mi cuerpo, pero el dolor ha desaparecido junto con las heridas, es como si Taus me estuviera cediendo su poder.

 

- A caballo regalado no le mires el dentado – Me digo para mí misma.

 

La cara de Rayslim refleja terror, es como un déjà vu.

 

- No eres más que una aberración demoniaca – Detecto un cierto temblor en sus palabras.

- Puede ser – Voy a matarla, lo sabe.

   

Agarro el sable y tiro de él, sacándolo de mi cuerpo. Rayslim titubea un poco antes de dar un paso atrás. Una vez que extraigo el arma se la devuelvo.

 

- Te va a hacer falta – Digo con una sonrisa de oreja a oreja – Aunque ambas sabemos cuál va a ser el resultado.

 

- No te lo tengas tan creído monstruo – Busca algo con la mirada, Aila ya no está a la vista – Esta vez no vengo sola – Lo dice sabiendo que nadie le va a ayudar.

 

Podría recrearme y alargar esto un rato, hacerla sufrir, torturarla, pero no tiene sentido. Fred está muerto, Adam está muerto, y cuanto más tiempo siga esta zorra con vida, más probabilidades hay de que muera alguien.  Aila no supone ningún tipo de amenaza, es débil, sin embargo Lilith puede ser un verdadero problema. Tomo la decisión de terminar con la existencia de Rayslim lo más rápido posible, todavía queda batalla por delante con la que se ha liado.

 

La miro fijamente y antes de que le dé tiempo a reaccionar le golpeo con fuerza en el estómago, ella se dobla y la tiro al suelo de un codazo en la espalda. La diferencia de fuerza es abismal, no tiene nada que hacer. Recojo su sable, el que segundos antes le había cedido y ahora se encontraba en el suelo, y pongo fin a su existencia.

 

- Que te jodan – Es lo último que sale de su boca antes de que le rebane la cabeza.

 

Debería de estar contenta, he terminado con la asesina de mis amigos, pero por alguna razón no es suficiente.  Siento tranquilidad y al mismo tiempo un vacío en mi interior, no estoy satisfecha con su muerte, no es bastante.  Agarro su cabeza y un sinfín de ideas macabras rondan mi mente, necesito más.

 

Voy perdiendo el control de mi cuerpo, mi percepción de la realidad se nubla hasta no ser más que un manto de humo. Quiero seguir matando, quiero sangre, sufrimiento. Lo que antes era calma y serenidad se transforma en ira, ansia y necesidad.

 

Me han hecho sufrir y ahora es mi turno. Pienso acabar con todos los que me han dañado, demonios y humanos.

 

- Es hora de destruirlo todo.

 

El suelo se va descomponiendo a mi paso, se reduce a polvo. Llevo la cabeza de Rayslim en la mano, quiero mostrársela a Aila y a Lilith, incluso a Kei. Es mi trofeo.  Me encuentro algunos cadáveres congelados, Lilith tiene estilo, lo reconozco. A lo lejos distingo una figura conocida  y no me lo pienso dos veces.

 

- Kai – Grito cuando me quedan unos pocos metros – Mira lo que tengo.

 

Su cara se torna más pálida con cada paso que doy.

 

- ¿Ellie? – Pregunta con miedo - ¿Qué…? – No es capaz de recitar la frase entera, su voz es temblorosa.

 

- Mira lo que tengo – Le enseño mi trofeo con orgullo.

 

Sus ojos reflejan confusión mientras su cara es todo terror.

 

- Vas llena de sangre –  Le tiembla la voz.

 

Me toco la cara con las manos y descubro que estoy embadurnada con la sangre de Rayslim, la idea no me desagrada.

 

- ¿No piensas que es poco? – Me imagino como sería estar bañada en la sangre de mis enemigos y me enciendo.

-¿Quién eres?

-Ellie – Respondo como si fuera obvio.

 

Me acerco y él da un paso atrás.

 

- Entonces deja que cambie la pregunta – No entiendo porque huye de mi - ¿Qué eres?

 

Antes de poder formular una respuesta aparece el falso Fred, corriendo casi sin aire.

 

-¡Kai!, Ellie ha muerto tenemos que…- Nuestras miradas se cruzan y no puedo evitar reírme mientras levanto la cabeza de su difunta amante.

 

- Fred menos mal que estas a salvo  - Kai hace el amago de acercarse pero lo freno en seco.

- Si “Fred” menos mal – Digo con cierto retintín.

 

Los ojos de Aila están a punto de salirse de sus orbitas. Ahora mismo tiene dos opciones, destapar su tapadera y mostrar quien es o seguir con su farsa, cualquiera de las dos tiene el mismo desenlace, su muerte.

 

- Puta loca – Me dice furiosa – No es posible.

 

Kai no termina de entender la situación, y no oculta su inquietud.

 

- Mira sabes que te digo – Digo lanzándole la cabeza para que me la guarde – Esto es muy aburrido.

 

Me acerco tranquilamente a Aila, que sigue con su disfraz de Fred, mientras ella corre hacia mí de manera histérica pistola en mano. Dejo salir un suspiro, ¿Los demonios siempre han sido tan predecibles y débiles? Me decepciona por alguna extraña razón, creo que los había sobreestimado.

Viene con tanto ímpetu que no le da tiempo a frenar antes de que yo me aparte y le ponga la zancadilla. Tropieza y aprovecho ese momento para arrebatarle el arma y dispararle en la cabeza mientras cae. Para asegurarme de que está realmente muerta le meto cuatro tiros más.

 

- Y con este ya van dos – Digo examinando el cadáver.

- ¡¿Estás loca?! – Kai está al borde de un ataque de histeria.

-Puede – Le respondo mientras esbozo una sonrisa.




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