Pandora

Capítulo 5. La bota

Busco a Fred con la mirada, pero para mi sorpresa no está. Fantástico, porque no recuerdo cómo volver a mi cuarto y quedarme aquí fuera a que termine la "súper reunión" no es una opción. Me dispongo a andar sin rumbo cierto, a la aventura, como decían en mi tierra: "Todos los caminos llevan a Roma". 

Después de pasar por delante de la misma puerta unas diez veces, me las apaño para dar con el ascensor y tanta es la alegría que siento, que en un acto reflejo le doy un beso a la puerta. Tras este vergonzoso acto me cercioro de que nadie me haya visto, es lo que me faltaba ya, y pulso el botón para subirme. Mientras espero a que llegue, intento recordar cuál era la planta en que se situaba mi cuarto, sé que el número era el 105, pero no recuerdo si la planta era la quince o la dieciséis. El ascensor llega y yo sigo sin acordarme del todo, maldita memoria selectiva, así que me la juego y marco la dieciséis. 

Cada vez que me subo a este trasto me entran más ganas de coger las escaleras o de arrancarle los altavoces, estén donde estén. Me bajo y en lo primero que me fijo es en si las habitaciones están numeradas, de no ser así estaría en la planta equivocada; para mi agrado sí lo están, por lo que sí que es mi planta, soy una máquina, en serio deberían darme una medallita o algo. Hago caso omiso de la gente a mi alrededor, como he estado haciendo todo este tiempo y llego a mi cuarto.

 Abro la puerta, la cual juraría haber cerrado con llave. Al entrar me encuentro con algo que no debería estar ahí, alguien más bien. Lo primero que hago es quitarme una de las botas que llevo y lanzarla a la cabeza de ese sujeto que resulta ser, para mi absoluta sorpresa y desgracia, Kai, quien por cierto esquiva la bota sin problemas.

- ¿Qué mierda haces aquí? ¡Que seas el General de RED, no te da derecho a entrar en habitaciones ajenas y mucho menos si se trata del cuarto de una señorita! – Estoy estupefacta, de todas las cosas que me podían pasar esta es la más insólita y desagradable.

La cara de Kai muestra tanto asombro como la mía, algo no cuadra.

- Eso debería decir yo ¿Qué cojones haces en mi habitación, enana? – Ya estamos con el enana de las narices, se acabó voy a romperle un brazo o algo, si alguien pregunta diré que fue en defensa propia. Me detengo antes de dar siquiera un paso, mi cabeza acaba de procesar sus palabras.

- ¿Tu cuarto dices? Siento desilusionarte pero este cuarto es el mío, el 105 – Mi tono desprende enfado, el cual va a peor.

- ¿Tú eres tonta? La planta dieciséis es donde se encuentran los dormitorios masculinos, no me puedo creer que te hayas confundido de piso, ¿quién es tan sumamente penoso? – Empieza a reírse mientras me lo dice y mi cara empieza a ponerse pálida a causa de la vergüenza. No quiero reconocer que me he equivocado de planta pero debe decir la verdad, pues cuando me fijo en el dormitorio no se parece en nada al mío.

Quiero decir algo, algo que lo deje por los suelos, pero no se me ocurre nada, así que me doy la vuelta y me dispongo a salir del cuarto pero con la cabeza bien alta. Antes de cruzar la puerta le pregunto algo que me ha estado molestando desde que lo he visto.

- ¿Cómo has hecho para llegar tan rápido? Yo he salido mucho antes que tú y por más que lo pienso no logro entenderlo – Para de reírse y me mira fijamente, muy serio.

- Enana, la reunión terminó hace dos horas – Se hace un silencio y yo trato de procesar sus palabras.

- Ah – Es todo lo que logro decir antes de ponerme roja cual tomate, no me puedo creer que haya estado horas dando vueltas por los pasillos. Kai se ríe con toda su alma, y se está riendo de mí. Siento tanta impotencia que lo estrangularía con mis manos, noto cómo algo se suelta en mi cabeza.

Lo siguiente que recuerdo es que había muchos gritos, sobre todo de Fred, y que unas personas tiraban de mí, separando mis manos del cuello del General. No me acuerdo con seguridad del momento en que empecé a ahogarlo pero sí el querer hacerlo. Forcejeo e intento librarme de aquellos que me sujetan pero no lo logro, por lo menos sé que alguno se ha llevado un buen golpe. Kai se incorpora atónito por la situación, creo que está en shock, y me mira como si estuviera loca. Grito incoherencias y amenazas al azar, pero a nadie en concreto.

- Sacad a esa psicópata de mi vista, en serio ¿qué problema tiene? – Dice Kai aún sin asimilar lo que acaba de ocurrir. Está dentro de la habitación, a salvo; eso no me lo dice mano a mano, será cobarde.

Termino en el despacho de John, el cual me mira con decepción y enfado. Sé que me he sobrepasado pero es mucho estrés en un solo día, por algún lado tenía que salir. John me sermonea durante un buen rato y decide dejarlo pasar esta vez, ya que Kai no ha presentado queja alguna, supongo que le da vergüenza admitir que una chica mucho más pequeña que él le ha derribado, y yo pienso aprovecharme de la situación. He llegado lejos, solo falta un día para poder llevar acabo parte de mi venganza y volver a mi independencia, sería una estupidez por mi parte echarlo todo a perder por un arrebato.

- Al próximo indicio de violencia o amenaza te mando de cabeza al calabozo. ¿Lo entiendes, no? – Dice John de manera intimidante – Esperaba más de ti sinceramente – Esto último hace que algo dentro de mí dé un vuelco, no pensé que él tuviera ningún tipo de expectativa.




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