Pandora

Capítulo 23: Arrepentimiento

Bien, analicemos lo sucedido: Kai me ha besado, yo le he correspondido, ¿por qué? ¿Me gusta? ¿No, no? ¿O, si? La cabeza me da vueltas, pero lo único que saco en claro es que he disfrutado de ese beso más de lo que esperaba. Eso y que Kai es un gilipollas, imbécil, narcisista, egoísta, mandón y creído. ¿Me besa y se va? La próxima vez lo va a besar Fred antes que yo, bueno no, no sé. ¡Mierda! Me siento estúpida. Quiero reír y llorar al mismo tiempo. De momento voy a ducharme, puede que el agua fría me aclare las ideas . Todo mi cansancio ha sido remplazado por energía, estoy hiperactiva, justo hoy que quiero dormir. Doy gracias porque a Kei y Hero no les diera por volver en ese momento, habría sido muy violento, sobre todo si tenemos en cuenta que a Hero no le cae bien Kai. Me tumbo en la cama rezando por dormirme pronto, prefiero una pesadilla a darle más vueltas al tema, pero no, no, parece que me he tomado veinte Red Bulls.

Kei y Hero vuelven tarde y no se cortan un pelo en encender la luz, bueno la enciende Kei, Hero no tiene manos.

-  ¿Con que temprano y sin molestar? – Estoy cabreada, no con ellos pero con alguien me tengo que desahogar.

- Lo siento, no era seguro volver antes – Kei coge su sábana y se sienta en el suelo – Pensé que estarías durmiendo a estas horas.

- La luz – Mentira, no he podido pegar ojo, mi cabeza no deja de pensar en cosas y besos y Kai – Bueno, ahora apaga y a dormir.

- Sí señora – Hero se acurruca a mi lado y Kei apaga la luz – ¿Ha pasado algo mientras no estaba?

- No – ¿Por qué pregunta? ¿A que al final va a leer mentes? ¡Lo sabía! – ¿Por qué piensas eso?

- Porque pareces cabreada – Uff, menos mal – Más de lo normal quiero decir.

- Muy gracioso – Odio mi vida – No es nada, ahora calla y duerme.

 

Durante la noche no tengo ninguna pesadilla, y mira que hay material en mi subconsciente para parar un tren. A veces me gustaría ser uno con la cama, no levantarme jamás, aquí todo es maravilloso y calentito.

- Ellie – Oigo mi nombre pero no tengo ganas de contestar – Ellie, ya es por la mañana, arriba.

- Una horita más por favor – Todavía tengo sueño, y ya que es uno de esos días sin pesadillas hay que aprovecharlo – O dos.

- Ellie, tenemos que ir a entrenar – La voz está cada vez más cerca.

- Pero yo quiero dormir – Me tapo con la sábana hasta el cuello, hace fresco.

- ¿Quieres dormir? – Es una voz dulce y tierna, y no puedo evitar sonreír y asentir – Bueno podría dejarte, pero me lo tendrás que compensar – Lo que sea.

- Vale – Me cuesta vocalizar porque estoy más dormida que despierta.

 

Espera un momento. ¿Con quién estoy hablando? Abro los ojos inmediatamente y lo primero que me encuentro son unos enormes ojos rojos mirándome, a menos de diez centímetros de mi cara.

- ¡Aahhhh! – Grito y le golpeo instintivamente, es un puñetazo como Dios manda, en toda la jeta – ¿Qué haces? – Me he pegado el susto de mi vida.

- ¡Joder Ellie! – El demonio, que resulta ser Kei, obviamente, se tapa la cara mientras retrocede – ¿Se puede saber qué mierda haces? – Ups, creo que la he liado un poco – Casi me revientas la nariz.

- ¿Regla número uno? – Sonrío inocentemente para quitarle leña al asunto, pero sinceramente su expresión me resulta muy cómica.

- ¿Qué? – Kei se aparta las manos y veo como un hilo de sangre cae desde su nariz, lo bueno es que no parece rota.

- Nunca bajes la guardia frente a un enemigo – Intento sonar divertida, pero la situación no es la idónea – Pensaba que estábamos ya entrenando – Kei me fulmina con la mirada y me lanza su almohada – Oye, eres un demonio. ¿Qué quieres? ¿Qué te abrace? – La cojo antes de que me golpee y la echo a un lado.

- Por ejemplo – Hero se sube a mi vera y me lame, es muy mimoso, y muy grande ya – Si empleara tu lógica tendría que matarte o esclavizarte – Tiene el tamaño de un dogo, en serio, esto no es normal.

- Deberías, no lo haces porque no quieres – Le devuelvo las caricias y me levanto – Cosa que me parece bien – Noto mil agujas clavándose en mis piernas, es la primera vez en muchísimo tiempo que tengo agujetas.

- Esto te va a salir caro – Dice limpiándose la sangre – Prepárate para el entrenamiento de hoy.

- Sí, sí – Cojo la ropa y me cambio en el baño, debería echar a este tipo de mi cuarto de una vez. ¿Qué te está pasando Perleone? – Sabes, deberías estar orgulloso – Kei arquea una ceja a modo de pregunta – Te he golpeado sin que lo vieras venir – No puedo evitar reírme, de verdad que no.

- Eres muy graciosilla, ¿no? – Kei me mira fijamente, no parece enfadado.

 

Sus ojos, que tanto miedo desatan allá donde van, son bonitos en cierto modo, como los de Kai. Cuanto más lo miro más parecido les veo. En ese momento vuelve a mi cabeza la escena de ayer, y noto como el rubor comienza a brotar por mis mejillas.




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