Pandora

Capítulo 24: Consecuencias

Bueno, pues hora de ir a papear. Todo el esfuerzo empleado en llegar se ve recompensado por una bandeja llena de comida, rancia, nutritiva y calórica. Hoy es uno de esos raros días en los que no me cruzo con Amber y Fred, bueno ni con casi nadie por ser demasiado temprano, lo cual agradezco porque me permite desayunar tranquila y en paz. Además también reduzco las posibilidades de cruzarme con Kai, cuya presencia sigue perturbando mis pensamientos. Dichoso el día en que lo besé, porque he recordado que fui yo la que lo empezó todo, aunque en mi defensa diré que estaba tan estresada y que mi cerebro no funcionaba con claridad. Mejor no pensemos en eso que el día parece ser agradable; no Kei, no gente molesta en el desayuno… ¿Qué más puedo pedir? Saboreo cada bocado, y me sabe a gloria, pese a que es la misma porquería de siempre, lo que hace el hambre. Es curioso pero se me hace raro tanto silencio, no digo que no me agrade, es solo que es extraño no tener a alguien dando por saco. Me pregunto si me dejarán repetir, todavía tengo hambre.

  • Buenos días – Esta vez no me atraganto, pero aparto la mirada en el instante en el que Kai se sienta frente a mí. Estaba tan absorta en mi mundo que no lo he oído llegar – Oye Ellie, mira.

 

Antes de que siga hablando me levanto y huyo, literalmente. Salgo de la cafetería casi corriendo, no puedo hablar con él sencillamente no puedo, el corazón se me dispara y siento náuseas, de los nervios imagino.

 

Debe pensar que soy una ruin, pero la culpa es suya, ¿cómo puede estar tan tranquilo después de…eso? El ascensor tarda mucho en bajar y opto por subir las escaleras; Kei, mira tú por donde que sí que voy a entrenar, porque si subir quince plantas a pie con las agujetas que tengo no es un esfuerzo, nada lo es. Cualquier cosa antes que cruzarme de nuevo con Kai.

 

 En el piso diez ya empiezo a arrepentirme de mi decisión, tal vez hablar como personas adultas y civilizadas no sea tan malo. No, no te eches atrás ahora, si vas a ignorarlo lo haces hasta el final. Llego a mi planta casi a rastras, lo bueno es que ya no me duelen las piernas, directamente no las siento. Las escaleras están situadas en el extremo opuesto del pasillo, por lo que encontrar mi habitación resulta tedioso, sólo las he usado un par de veces y no controlo el camino como desde el ascensor. Paro a descansar y recuperar el aliento, estoy vieja ya para estas cosas de verdad. Consigo llegar al pasillo correcto y visualizo mi puerta unos metros más adelante. Bien Ellie, estás a punto de conseguirlo, sólo un pequeño empujón más y estarás a salvo.

 

Si lo pienso fríamente estoy actuando como una colegiala avergonzada, y eso me asquea, debería tomar el toro por los cuernos, plantarle cara. No, no puedo. Por mucho que odie la idea, soy una cobarde colegiala avergonzada, maldita sea, ¿dónde está mi valentía cuando la necesito? Una pena que el modo asesino solo sirva para matar, sino sería todo un plus. Cada paso se me hace más pesado que el anterior, pese a que la distancia se acorte. Estoy a menos de seis habitaciones cuando visualizo a Kai saliendo del ascensor, y antes de que a él le dé tiempo de percatarse de mi presencia, me escabullo en la primera puerta abierta que encuentro. Salvada por los pelos.

 

 Me agazapo detrás de la puerta, haciendo fuerza por si alguien intenta abrirla desde fuera, cosa que dudo, pero bueno. Al girar la cabeza me encuentro una escena llena de confusión y sorpresa. Hay tres mujeres, obvio ya que es el dormitorio de las chicas, que me miran con desconcierto; no les culpo, es una situación cuanto menos curiosa. El cuarto es igual de grande que el mío, solo que cuenta con una litera y una cama individual, lógico si tienen que dormir tres personas, hoy estoy que me salgo con las obviedades. Entre las asombradas se encuentra una a la que ya conozco, por desgracia. Liz, tan suya como siempre, se acerca con aires de superioridad y yo me incorporo intentado transmitir la misma sensación, pero no me sale tan natural.

 

  • ¿Qué haces aquí? – Dice mientras tamborilea con los dedos de su mano derecha en su brazo izquierdo – ¿No era suficiente con arrebatarme una habitación que vienes a por ésta también?
  • ¿Qué? – Mira, tengo demasiadas cosas en la cabeza como para ponerme a descifrar sus tonterías.
  • Aparte de puta, sorda – Espera, espera, espera – Chica, lo tienes todo.
  • Yo también me alegro de verte – Contrólate Perleone, John dijo que no pasaba ni una más – Tan simpática como siempre – Ya empieza el tic del ojo.
  • No estoy siendo simpática – ¿En serio? No me jodas – No con una furcia barata – Hasta aquí mi paciencia verbal, veamos cuánto tardo el arrancarle la cabeza. De repente el cansancio se está disipando.
  • ¿A ti qué mierda te pasa? – Mi voz va adquiriendo cierto nivel de decibelios – ¿Te das cuenta de que no te he hecho ni dicho nada y ya empiezas a insultarme? – Dichoso el momento en el que dije que iba a ser un buen día – ¿Vosotras lo veis normal? – Digo dirigiéndome al par de pasmarotes que observa desde la otra punta de la habitación.
  • No me pasa nada – Ah, que eres así por naturaleza, qué bien – Sólo digo las cosas tal y como son.
  • Entonces por esa regla de tres, ¿yo debería llamarte zorra arpía amargada? – No quería decir eso en voz alta, pero a lo hecho pecho.
  • ¿Cómo te atreves? – Estamos frente a frente, tan cerca que si estirara la mano le podría dar una buena guantada – Después de lo que hiciste, ¿te crees que puedes decirme algo a mí? Pedazo de perra – Si algo ha dejado claro es que sabe decir puta de muchas formas, se ve que está acostumbrada a escucharlo.
  • ¿Eh? – ¿Hacer de qué? – ¿Qué ladras? – Qué bueno, como es una perra… Qué chispa tengo.
  • No te hagas la tonta – Su cara cada vez da más miedo, yo cada vez estoy más perdida – Sabes perfectamente a qué me refiero – Obviamente no.
  • Mira, no solo no sé de qué estás hablando – Saco fuerzas para gritar cual loca – Sino que me importa una mierda, lo que no voy a dejar pasar son tus faltas de respeto.
  • Digo las cosas como son – Intenta superar mi volumen de voz – ¿O acaso vas a negarme que te acostaste con Kai? Pedazo de ramera – Esto sí que no me lo esperaba.
  • ¿Quién se ha acostado con quién? – Los gritos son cada vez mayores y las otras dos jóvenes buscan una manera para salir de allí – No me rebajes a tu maldito nivel.
  • ¿Entonces qué hacíais hace un par de días en tu habitación? – Utiliza un tono acusador que no me gusta nada – Porque tal y como salió Kai de allí, hablar no hablasteis mucho – Será acosadora.
  • Lo que deberías preguntarte es qué hacías tú espiando – Se tienen que estar enterando hasta los de la cafetería – En serio tú tienes un problema muy grave, háztelo mirar – Estoy aguantándome las ganas de reventarle la cara, no por las consecuencias, sino porque no quiero darle la razón en lo de persona agresiva.
  • Lo que yo haga o deje de hacer no es asunto tuyo – Emm, discrepo en esta situación – Lo que no voy a permitir es que te cepilles a Kai – Estoy entrando en un estado de histeria.
  • ¿Pero tú te estás escuchando? – Relájate Ellie – Si lo que tú hagas no es asunto mío, lo que yo haga no lo es tuyo – Las compañeras tras fracasar en alcanzar la puerta se refugian en la litera superior.
  • Sí es asunto mío si Kai está involucrado – La madre del cordero, noto cómo la risa nerviosa intenta abrirse paso – Y más si es contigo.
  • Tú tienes un problema, y de los gordos – Cada vez controlo menos mi cuerpo, voy a sacarle un ojo a este paso – Ahora entiendo por qué Kai huyó de ti aquel día – En el mismo momento en el que lo digo se hace un silencio, creo que he dicho algo que no debía.
  • ¿Qué? – Liz ya no grita, tiene un tono de voz tranquilo, lo cual me resulta muy siniestro – ¿Puedes repetir eso? – Llegados a este punto no tiene sentido echarse atrás.
  • Eso, que Kai huye de ti, básicamente no te aguanta – Mi tono también es más bajo, pero más despectivo – Le resultas, ¿cómo era?... – Me estoy quedando muy a gusto – Ah sí, una cansina insoportable – Mi tono refleja satisfacción, porque sé que mis palabras son ciertas.
  • Mientes – Me temo que no guapa – Kai me adora – Esto me produce una risa estridente.
  • Claro, por eso se escabulló por la ventana de un decimosexto para no verte – ¿La verdad duele? Mira cómo lloro – Y no me he acostado con él – Quiero ver cómo pierde los papeles – Pero mira tú por donde que sí nos hemos besado, y muy apasionadamente – La cara de Liz se transforma en ese momento, y lo veo venir.




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