Pandora

Capítulo 30: Indirectas

Durante la comida bromeamos un poco más, no me cae bien, pero tampoco mal. Es reconfortante discutir de forma simpática con alguien de cuando en cuando, resulta hasta terapéutico. La tarde se me hace eterna e infernal. No quiero ver a Kei y mucho menos a Airam y para ello tengo que evitar mi habitación a toda costa, a pesar de que el pobre Hero esté allí solo. En cierto modo estoy nerviosa por lo que puedan hacer, estos son capaces de cualquier cosa.

 

Me paso la tarde andando por los pasillos de la base, llego hasta el último piso y salgo a la azotea a tomar el aire, y a esconderme del mundo. La última vez que subí aquí, y la primera, fue el día en que murió Adam y en el que vi por primera vez una parte de Kai que creía inexistente. La brisa es agradable y el silencio aún más, me paso todo el día rodeada de gente y de ruidos, echaba de menos esto. Me siento en el muro y contemplo todo lo que hay bajo mis pies. Ahora que es de día, se ve con mayor claridad; la ciudad, la gente, las montañas que rodean la base… Me sigo preguntando cómo harán para que los monstruos no se cuelen, no es como si hubiera ningún tipo de dispositivo de seguridad ni nada de eso, por lo menos a simple vista. No considero que sea buena idea ponerme ahora en plan melancólico, no suele terminar bien, pero la situación lo pide a gritos.

 

Opto por pensar en cómo deshacerme de Kei y compañía, a este paso va a haber más demonios que humanos en la base, no quiero ni pensar en qué me harían si descubrieran que yo los he ayudado, aunque sea de manera involuntaria. Se me revuelve el estómago de imaginarlo. Para colmo, se han hecho con mi habitación, le tendré que pedir a Amber que me deje dormir con ella porque con Kei, bueno… me cuesta, pero Airam… me da miedo en muchos sentidos. ¿A quién diantres en su sano juicio le puede gustar que le peguen? Vuelven a mi mente las escenas de esta mañana y me obligo a eliminarlas de mi disco duro, son demasiado desagradables. Dejo que pasen las horas mientras miro a la nada recordando cómo era mi vida antes de todo esto.

 

Observo cómo el sol se esconde dejando paso a un cielo estrellado y a un enorme rugido proveniente de mi señor estómago. Me he tirado toda la tarde aquí, sin hacer nada, juzgándome por estar en este lugar felizmente cuando debería estar matando demonios. Sé que cuando llegue a la cafetería me los voy a encontrar a todos, incluido Airam, por lo que me replanteo el cenar, mas mi estómago no parece dispuesto a negociar.

 

Efectivamente, cuando entro  los veo a todos, sin excepción, sentaditos en la mesa con su cena. ¿Si me siento en otro sitio se darán cuenta? Mientras espero en la cola a que me sirvan, busco un lugar en el que sentarme lejos de ellos. A tres mesas de distancia parece haber un sitio, adjudicado.

 

  • Bichito, estamos aquí – No me ha dado tiempo a abandonar la cola cuando veo cómo Víctor me hace señas para indicarme dónde están, como si no tuviera ojos en la cara.

 

Después de esto no me queda más remedio que sentarme con ellos, y aguantar el tipo.

 

  • ¿Bichito? – Pregunta Kei extrañado por el mote.
  • Sí, es algo nuestro – No, no es nada nuestro. Me siento junto a Kai desplazando a Fred a la derecha.
  • ¿Y  deja que le pongas motes? – Kei no cojas ideas, que te veo venir. Observo cómo Airam mira fijamente a Amber. ¿Qué me he perdido?
  • Claro, ¿a ti no? – Podría decir algo, pero ¿para qué? Si aquí nadie, NADIE, me hace ni puto caso.
  • No, aunque tampoco me deja dormir con ella en la misma cama – En ese momento veo como Kai mata con la mirada a Kei.
  • Tampoco tiene por qué dejarte – Amber se incorpora a la conversación – Él único que puede dormir con ella es su tempanito – ¿Tempanito? ¿Qué se supone que es eso? – Hablando de todo un poco – No me puedo creer que cenemos sopa como en la comida, qué cutres – Kai… – A Amber se le dibuja una sonrisilla en la cara, es la primera vez que la veo poniendo una expresión.
  • Ama, ¿le gustaría terminarse mi cena? – Airam se dirige a Amber. ¿La ha llamado ama? Sin duda me he perdido algo.
  • ¿Cuándo te he dado permiso para hablar? Perro – ¡¿What?! Amber actúa como una diva, pero sin expresión facial, lo cual es más siniestro aún – Pues a callar – Dice mientras le quita la bandeja de golpe a Airam que parece estar disfrutando. Yo miro a Kei desconcertada en busca de alguna respuesta pero lo único que obtengo es una risa estúpida.
  • Es una historia muy larga… – Dice Fred que está sentado a mi lado – Y muy compleja – Te creo.
  • Como iba diciendo… – Amber vuelve a desenfundar su sonrisa – Kai – Éste deja la cuchara y le presta atención, eso conmigo no lo hace… – Me preguntaba cuándo ibas a hacerle a Ellie un curso de repostería – ¿Eh? ¿Qué dice esta ahora? Al igual que yo, todos se encuentran confusos, menos Kai, que casi tira la sopa.
  • ¿Qué quieres decir con repostería? – Pregunto al ver que nadie lo hace.
  • Ya sabes repostería, bollos, crema pastelera, esas cosas… –  Me fijo en que Kai está pálido y Víctor al borde de un ataque de risa, el resto tan desorientados como yo.
  • Kai – Digo seriamente – ¿Tú sabes cocinar? – Me sorprende que sepa hacer algo que no sea matar bichos y hacer aburrinformes.
  • No, cocinar no – Dice Víctor – Ella ha dicho hacer repostería – ¿Y qué diferencia hay?
  • Kei, ¿tú te enteras de algo? – No entiendo qué les hace tanta gracia a estos dos.
  • Sinceramente no – Miro a Airam y veo cómo se clava la cuchara en la mano… este ser es especial – Creo que están dejándote caer que deberías aprender a hacer tartas porque hay un cumpleaños cerca o algo así – ¿Será eso?
  • No, no es por eso – Víctor no puede con su vida y empieza a reírse.
  • ¿Y este de qué se ríe? – Pregunto al aire.
  • Es tonto, déjalo – Responde Kai secamente – No da para más.
  • Yo tampoco lo pillo Ellie – Dice Fred con una vocecilla de ultratumba.
  • A ver Ellie – Amber se pone seria – ¿Tú quieres aprender a hacer repostería? – Y yo que sé, ¿qué importa eso ahora?
  • No sé, no es algo que me haya planteado – La mirada de Amber me da miedo.
  • Sí o no – Me estoy agobiando – Si tuvieses la oportunidad, ¿lo harías?
  • Pues si no tengo nada mejor que hacer y se puede, pues sí, supongo que sí. La verdad es que me encantan las tartas – Empiezo a recordar esas maravillosas obras de calorías y la boca se me hace agua – Sobre todo las de chocolate con nata – Y me tengo que conformar con esta mierda sopa.
  • Así que con nata… – Repite Amber – ¿Has oído Kai? – Kai está rojo, no sé en qué momento se ha puesto así ni por qué.
  • Aunque siendo sinceros no sé ni hacer un huevo frito.
  • No te preocupes bichito – Dice Víctor, que apenas vocaliza de tanto reírse – Que Kai de huevos también entiende – En ese momento Kai engancha a Víctor del brazo, por encima de la mesa, y lo fulmina con la mirada. No sé qué está pasando, la verdad, y los demás tampoco.
  • Pero si la enseñas a hacer huevos, que vayan acompañados de una salchichita al menos – Amber también empieza a reírse, y Fred y yo la miramos asombrados, sabe reírse.
  • Perdona – Kai ya ha recuperado su color normal y ha soltado a Víctor – De salchichita nada, en todo caso de una señora salchicha – Es decir eso y Víctor se cae de la silla debido a la risa, Amber levanta las manos como si se disculpara y todos los demás, incluyo a Airam que hasta hace unos segundos estaba autolesionándose, estamos flipando.




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