Pandora

Capítulo 35: Olores

Vale Ellie, respira, actúa con normalidad. No puedes dejar que te vean mal, porque si lo haces te preguntarán y si te preguntan probablemente te de un ataque de ansiedad y acabes soltándolo todo. Me pregunto qué pensarían de mí de saber lo que soy, lo que he hecho, lo que mi existencia supone.  No es momento para eso, debo centrarme en actuar como siempre.

 

-Anda pero si estás viva – Me encuentro con Fred en la puerta principal.

-¿Qué haces aquí? – Ahora que lo pienso Kei dijo abajo, pero no donde exactamente.

-Te estaba esperando.

-¿A mí? – Pregunto desconcertada.

-Claramente, venga vamos - ¿Eh?

-¿Ir a dónde? – No entiendo nada – Fred.

-Tu sígueme – Como decirle que no a esa sonrisa tan inocente.

 

Deambulamos por las calles de la ciudad, calles llenas de vida y seguridad.

 

-¿Falta mucho? – Me estoy impacientando.

-Ya estamos cerca, no sabía que eras una quejica Ellie – Fred deja salir una enorme carcajada.

-No me quejo, simplemente no me gusta no saber a dónde voy – Contesto de manera seca.

-Pero si nunca sabes a dónde vas, siempre te acabas perdiendo – Punto para él.

-No te pases de listo – Le dedico una mirada amenazante – ¡Oh! Ya sé dónde estamos – Digo orgullosa al reconocer la plaza.

-¿En serio?

-Si, estuve una vez con Adam – Recordarlo me provoca angustia – Él – Sigue resultando difícil asimilar que ya no está – Me trajo a la iglesia una vez, tuve que escuchar una misa interminable del reverendo… ¿Cómo era?

-Jeremías – Fred me mira con lastima, como si se compadeciese de mí.

-Eso, que peñazo de tío – Intento quitarle hierro con bromas y sonrisas – Que lió se hizo con los demonios y los monstruos, la verdad es que me reí bastante.

-No sabía que fueras a la iglesia – Nos paramos justo en la puerta y me asomo ligeramente, el reverendo está junto al altar preparando la misa.

-No lo hago – En esta ocasión mis palabras son como puñales – Y dudo que lo haga alguna vez.

-Deberíamos seguir Ellie – La iglesia comienza a llenarse paulatinamente, dentro de poco comenzará – Nos están esperando.

-Claro – En un momento determinado creo ver a Adam sentado en uno de los viejos bancos de madera desgastada, y sonrió - ¿Quién nos está esperando?

-Sorpresa – Reanudamos la marcha – Tendrás que esperarte a que lleguemos.

-Sé que intentas hacerte el interesante pero no hay mucha gente con la que me hable, ¿lo sabes verdad? – Me ignora y continúa andando.

 

Continuamos recorriendo la ciudad y me desubico por completo, de nuevo.

 

-¿Dónde demonios me has traído? – Estamos parados enfrente de una casa, con aires camperos – Yo ahí no entro.

 

-Es un restaurante donde hacen comida de verdad, no como en la base – Sigue sin convencerme.

 

-Mira, yo no soy Amber, no me vas a comprar con comida – Algo me dice que es mejor que no entre.

 

-Venga no seas así, hemos hecho todos un esfuerzo por estar aquí – Me pone cara de cordero degollado – Entra, por favor – Y no puedo negarme, es demasiado adorable, creo que se me van a quemar los ojos.

 

-De acuerdo, pero como sea algo raro tú serás el primero al que extermine – Lo digo completamente en serio.

 

Fred entra primero y yo le sigo. Antes de cruzar la puerta  me tropiezo con la cordonera de la bota y me agacho para abrocharla.

 

-Vamos – Me grita.

-Ya voy.

 

Al igual que por fuera, el interior es viejo. Hay unas cuantas mesas, adornadas con sillas de distinta clase. Unos farolillos cuelgan del techo a modo de lámpara. Y una pequeña barra ocupa el centro de la estancia.

 

-Muy pintoresco – Suelto sin pensar.

En la mesa del fondo observo con desconcierto a Kai, Víctor, Amber, Airam y a Kei. Juntos. Riéndose.

-Fred… ¿no será  esto una intervención? O peor…el cumpleaños de alguien – Digo para mí misma.

 

-¡Ellie! – Me siento junto a Fred – Mi albóndiga al roquefort.

 

-¿Qué le pasa a Amber? – Pregunto – Está más rara de lo normal.

 

-No hemos podido evitar que bebiese – Víctor lo dice casi como si fuese gracioso.

 

-Me huele el pelo a cereza radioactiva – Dice mientras pone un mechón en la cara de Kai - ¿A qué si?

 

-Va muy ciega – Afirma Kei entre carcajadas.

 

Si, si muy divertido, Amber está borracha yuhu. Yo me reiré luego cuando a alguno le toque llevarla de nuevo a la base, eso sí que será entretenido.

La gente empieza a pedir comida, que gradualmente van trayendo. Patatas fritas, costillas, queso y un amplio surtido de alimentos que abrirían el apetito de cualquiera. Todo son risas, y conversaciones banales, cualquiera diría que es una reunión de amigos relajada y corriente.




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