Pandora

Capítulo 36: Asesinato

  • Ellie, aquí no hay nada, mira – Abre la puerta y siento como un puñetazo impacta contra mi nariz.

 

El olor me produce arcadas pero no vómito, no creo poder hacerlo en estos momentos.

 

  • ¿Qué? – La cara de terror de Kai complementa la mía.

No quería tener razón. Colgado de la cruz de la iglesia se encuentra el reverendo, con las tripas colgando, mientras que un círculo satánico adorna la pared de la iglesia. A juzgar por el color y la densidad me atrevería a decir que está hecho con su sangre.

Tiene los intestinos anudados en forma de lazo y el bazo entre medias. Sus brazos y piernas están clavados como en una crucifixión.

  • Ellie, tranquila, espérame aquí que voy a buscar ayuda – En algún momento he empezado a temblar y ni siquiera me he dado cuenta.

 

Kai se marcha corriendo y me deja sola ante tal panorama. Contraria a lo que mi cabeza me dice me acerco para observar con mayor detenimiento. No me da asco la escena, pero me aterroriza pensar que alguien haya hecho esto, aquí, en la base, nuestro lugar seguro. Me asomo al agujero por donde salen varios de sus órganos, están removidos pero no dañados. Creo ver algo en uno de los pulmones pero desde aquí es imposible distinguirlo. Cojo aire y meto la mano tratando de pensar que es un cadáver y no una persona, el resultado sigue siendo repugnante. Evito romper las costillas y alcanzo el objeto de extraña procedencia. Esto me va a provocar pesadillas.

Se trata de un trozo de tela negra, que no quiero ni pensar como ha llegado a semejante lugar. Me lo guardo en el bolsillo y busco algo con lo que limpiarme.

 

Kai no tarda en aparecer acompañado por un grupo de agentes de seguridad civil y unos cuantos uniformados de la base central.

 

  • Ostia puta – Suelta el más joven del grupo, no debe tener ni dieciocho años – Esto es muy hardcore.
  • Por una vez chaval tienes toda la razón – Añade otro agente un tanto más mayor.

 

Sus caras pasan por todas las expresiones posibles, terror, asco, pena y asombro. Mientras ellos acordonan la zona, bajan el cadáver y buscan muestras y pistas sobre lo sucedido, yo me aparto y observo desde la puerta.

 

  • Lo siento Ellie, no voy a poder acompañarte – Kai es el que más  me preocupa, esta noqueado completamente – Debo quedarme para ayudar, debemos descubrir que ha pasado antes de que empiece a cundir el pánico.

 

  • No te preocupes, me las ingeniaré para llegar.

 

  • Mañana posiblemente te pidan declaración, descansa.

 

Asiento con la cabeza y me despido para salir de allí lo antes posible. Decido guardarme lo del trozo de tela para mí, algo me dice que el causante de semejante barbaridad no ha sido un ser humano, y conozco a un par de individuos que podrían arrojar un poco de luz a tal misterio.

Vuelvo a la habitación para descansar. En un primer lugar iba a preguntarle a Kei y Airam, pero con el pedo que llevaban dudo que sepan ni cuanto es uno más uno. Irónicamente llego directa, se ve que el estrés favorece mi orientación.

Durante la noche tengo un episodio de pesadillas agudo, no como las de siempre, estás eran irracionales en todos sus sentidos. ¿A quién no le provocaría pesadillas la imagen del reverendo?

Me levanto temprano para sacar a Hero a dar una vuelta, no me cuesta mucho trabajo sacarlo sin que sea visto, todo el mundo en la base central anda liado con el asesinato.

 

  • Bueno campeón, ahora quédate aquí hasta que llegue Kei – Dejo a Hero de vuelta en la habitación, no está la cosa como para que nos pillen – Seguro que te lleva a cazar grandes monstruos.

 

 

Me da pena tener que dejarlo día tras día aquí metido, pero tampoco se me ocurre una manera normal de sacarlo a la luz sin que cunda el pánico o afloren las especulaciones.

 

  • Nos vemos luego, recuerda que te quiero.

 

Salgo con mal sabor de boca, en teoría es Kei quien debe hacerse cargo de sacarlo y llevarle a entrenar, aunque tal y como iba ayer dudo que este en condición de hacer nada. Menudo resacón tienen que llevar todos encima. Ahora que lo pienso ¿Dónde habrá pasado la noche?

 

Antes de llegar a las escaleras me intercepta un agente de seguridad civil, el joven. Tiene cara de crio, el pelo castaño y rizado, cortado de manera semipunk. Sus enormes ojos, también de color castaño, su nariz redondeada y sus pecas rellenan el lienzo que es su cara. Es un poco más alto que yo, como Fred me atrevería a decir, parece un oso…de los de peluche, en macarra.

 

  • ¿Eres Ellie? – Pregunta de manera informal.
  • ¿Y tú un niño? – Contesto de forma automática.
  • ¿Eso te convertiría a ti en una carca? – Tiene valor la criatura.
  • Muy gracioso – No me río en ningún momento, mantengo mi semblante firme – Digamos que soy Ellie ¿Qué quieres?
  • Pues interrogarte, ¿No ves el uniforme? – Me están entrando ganas de meterle una buena colleja.
  • Si, lo veo.
  • Pues lo dicho, cuéntame cosicas sobre como encontraste el fiambre – ¿Cosicas? ¿Fiambre? Mis pobres oídos.
  • No tengo nada que añadir sobre el “fiambre”, nada que Kai no os haya contado ya -  Sigo andando y empiezo a bajar las escaleras.
  • Sooo, para el carro tía – ¿Dónde ha aprendido a hablar este chaval?
  • Vuelve a hablarme así y te rompo la cara “tío” – Le dedico una de mis famosas caras de pocos amigos y sigo.
  • Vale, tranqui tronca, que yo solo soy un mandao – Un niñato es lo que eres.
  • ¿Cuántos años tienes? – Pregunto de forma brusca.
  • Diecisiete.
  • ¿Y estás en seguridad civil? – Plena edad del pavo, fabuloso.
  • No está el mundo como para ponerse quisquilloso, además soy un gran agente.
  • Lo que tú digas Sherlock – Menudo pieza.
  • Por cierto, me llamo Peter, Peter Volk ¿a qué mola? – Está a unos pocos escalones de alcanzarme.
  • Muchísimo, tienes un nombre y un apellido, estoy que no quepo en mí de la emoción.
  • Eres muy borde, mola – Mira la primera persona que sabe apreciar mi carácter.
  • Gracias.




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