El olor me produce arcadas pero no vómito, no creo poder hacerlo en estos momentos.
No quería tener razón. Colgado de la cruz de la iglesia se encuentra el reverendo, con las tripas colgando, mientras que un círculo satánico adorna la pared de la iglesia. A juzgar por el color y la densidad me atrevería a decir que está hecho con su sangre.
Tiene los intestinos anudados en forma de lazo y el bazo entre medias. Sus brazos y piernas están clavados como en una crucifixión.
Kai se marcha corriendo y me deja sola ante tal panorama. Contraria a lo que mi cabeza me dice me acerco para observar con mayor detenimiento. No me da asco la escena, pero me aterroriza pensar que alguien haya hecho esto, aquí, en la base, nuestro lugar seguro. Me asomo al agujero por donde salen varios de sus órganos, están removidos pero no dañados. Creo ver algo en uno de los pulmones pero desde aquí es imposible distinguirlo. Cojo aire y meto la mano tratando de pensar que es un cadáver y no una persona, el resultado sigue siendo repugnante. Evito romper las costillas y alcanzo el objeto de extraña procedencia. Esto me va a provocar pesadillas.
Se trata de un trozo de tela negra, que no quiero ni pensar como ha llegado a semejante lugar. Me lo guardo en el bolsillo y busco algo con lo que limpiarme.
Kai no tarda en aparecer acompañado por un grupo de agentes de seguridad civil y unos cuantos uniformados de la base central.
Sus caras pasan por todas las expresiones posibles, terror, asco, pena y asombro. Mientras ellos acordonan la zona, bajan el cadáver y buscan muestras y pistas sobre lo sucedido, yo me aparto y observo desde la puerta.
Asiento con la cabeza y me despido para salir de allí lo antes posible. Decido guardarme lo del trozo de tela para mí, algo me dice que el causante de semejante barbaridad no ha sido un ser humano, y conozco a un par de individuos que podrían arrojar un poco de luz a tal misterio.
Vuelvo a la habitación para descansar. En un primer lugar iba a preguntarle a Kei y Airam, pero con el pedo que llevaban dudo que sepan ni cuanto es uno más uno. Irónicamente llego directa, se ve que el estrés favorece mi orientación.
Durante la noche tengo un episodio de pesadillas agudo, no como las de siempre, estás eran irracionales en todos sus sentidos. ¿A quién no le provocaría pesadillas la imagen del reverendo?
Me levanto temprano para sacar a Hero a dar una vuelta, no me cuesta mucho trabajo sacarlo sin que sea visto, todo el mundo en la base central anda liado con el asesinato.
Me da pena tener que dejarlo día tras día aquí metido, pero tampoco se me ocurre una manera normal de sacarlo a la luz sin que cunda el pánico o afloren las especulaciones.
Salgo con mal sabor de boca, en teoría es Kei quien debe hacerse cargo de sacarlo y llevarle a entrenar, aunque tal y como iba ayer dudo que este en condición de hacer nada. Menudo resacón tienen que llevar todos encima. Ahora que lo pienso ¿Dónde habrá pasado la noche?
Antes de llegar a las escaleras me intercepta un agente de seguridad civil, el joven. Tiene cara de crio, el pelo castaño y rizado, cortado de manera semipunk. Sus enormes ojos, también de color castaño, su nariz redondeada y sus pecas rellenan el lienzo que es su cara. Es un poco más alto que yo, como Fred me atrevería a decir, parece un oso…de los de peluche, en macarra.