Pangera

Prólogo

Año 2053

Era treinta y uno de octubre, una niña de largo y lacio cabello negro, de grandes ojos azules y de piel muy blanca corría alegremente por toda su casa, mientras un señor de cabello lacio y negro y de grandes ojos verdes colocaba la mesa junto a una hermosa señora de cabello castaño y ondulado. La señora estaba muy delgada observaba a la niña con ojos tristes pero a la vez una pequeña sonrisa se dejaba ver en sus finos labios, la alegría se sentía en todas partes. A pesar de que eran muy pocos los recursos con los que contaba aquella familia, eran felices. Un chico de cabello castaño y ojos verdes esmeralda entraba por la puerta de la cocina de aquella humilde morada, iba con una sonrisa que hacía notar una hermosa dentadura, el chico tendría al menos unos doce años y llevaba en sus pequeñas manos un paquete envuelto en un papel muy bonito. Al llegar el chico, todos se sentaron en la mesa y disfrutaron de una agradable cena. Al terminar todos de comer el hombre se levantó y saco de un viejo refrigerador un pequeño pastel, la mujer colocó una vela encima del pequeño pastel mientras iniciaban una hermosa canción de cumpleaños:

´´Es tu día linda niña en el que un año sumaras,

A tu extensa y larga vida llena de felicidad.

No te asustes estas creciendo,

Muchos retos tendrás.

Y como somos tu familia,

Siempre aquí vamos a estar.

Las estrellas en el cielo en coro cantaran,

Y la luna en el cielo también celebrara.

Y es momento linda niña de que la velita,

Deberás apagar.´´

Al terminar aquella hermosa canción la niña cerró los ojos y apago la vela, todos la abrazaron y ella cortó su primer pedazo de pastel que el cual en pequeños trozos alcanzó justamente para aquellas cuatro personas. Luego el señor trajo dos pequeños paquetes y los colocó encima de la mesa y el chico también colocó el pequeño paquete que había traído sobre la mesa. La niña los abrió cada uno a su vez. En los que le trajo el hombre había un vestido que se notaba que había sido ajustado a su medida y en el otro unos zapatos un poco grandes para ella. Abrió el regalo que le dio aquel chico y su sonrisa se ensancho aún más en él se encontraba un lápiz y una pequeña libreta. La chica agarró todas sus cosas y subió a su pequeña habitación en la cual habían dos camas una al lado de la otra.

El chico y el hombre estaban hablando animadamente con la mujer cuando de repente ella se levantó y fue corriendo hacia fuera, la mujer comenzó a vomitar y pequeños coágulos de sangre salían de su boca, sus piernas temblaban y los ojos se tornaron de un color amarillo.

El hombre la sostuvo para que no se cayera y el chico le decía con ojos llorosos que parara que no quería verla así otra vez. La mujer siguió vomitando un buen rato más hasta que dejó de hacerlo. Entraron en la cocina y se sentaron otra vez en la mesa, la mujer tomó un poco de agua y comenzó a decir:

-No quiero que le digan nada de esto a Kai, por favor – su dulce voz sonaba un poco cansada y otras palabras salieron de su boca acompañadas de un largo suspiro- ella es muy pequeña.- Pero una vocecilla que provenía de alguien a sus espaldas preguntó.

-Mami ¿qué es aquello que no quieres que me digan?- La mujer se sobresaltó la niña que hasta hace poco había estado en su habitación los miraba con cierta curiosidad.

-No es nada cielo, anda a jugar con tu hermano a mamá le duele un poco la cabeza, pronto se la pasará, ve a jugar con tu hermano- el hombre dijo esto con un tono de tranquilidad pero se le notaba la preocupación en la cara, la niña protestó por un momento pero luego se resignó a dejar de preguntar.

-Está bien papi- Miró al hombre con cierta ternura y besó a la mujer en la mejilla, miro al chico y le dijo- esta vez me enseñaras a trepar árboles ¿verdad?- el chico dio una respuesta afirmativa y ella mostró una gran sonrisa.

El hombre se quedó viéndolos y antes de salir le dijo- ¿y para tu padre no hay ningún beso?- ella se quedó mirándolo y corrió hacia él y le dio un beso en la mejilla y él le lleno la cara de besos a ella, la niña comenzó a reírse pero un estruendoso ruido proveniente de la puerta principal interrumpió aquel momento familiar.

se sobresaltaron y el hombre fue a abrir la puerta, la mujer agarró a la niña y la abrazo, mientras el chico había ido detrás de su padre. Unos hombres muy altos se encontraban en la entrada principal, estaban vestidos con trajes militares y un hombre con una bata de doctor los acompañaba, era ya muy entrada la noche.




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