Pangera

Capítulo I

ACTUALMENTE: AÑO 2065

Un fuerte golpe azotó a una ventana y una chica se despertó gritando a causa de una pesadilla que había tenido. Eran más o menos las seis treinta de la mañana de un frio treinta y uno de octubre. La chica observó que una rama de un árbol había golpeado su ventana fuertemente debido al viento que azotaba la casa; se pasó la mano por la cara, estaba completamente sudada, la pesadilla que había tenido hace pocos momentos la había dejado un poco nerviosa, respiró profundamente y se sentó en su cama. Un fauzal la hizo apartarse de algunos recuerdos que rondaban en su mente; aquella hermosa ave cantarina de colores naranja y dorado le indicaba que ya era hora de levantarse y de que el sol ya había salido.

La chica se levantó, fue al baño se lavó la cara y sus dientes para luego bajar a desayunar, hoy era un día irónicamente importante, ella sabía que si no se levantaba temprano llegaría tarde al lugar al que tenía que presentarse. Su padre estaba en el comedor tenía una mirada triste y estaba perdido en sus pensamientos o eso era lo que daba a entender porque no se dio cuenta de que su hija se encontraba allí hasta después de un largo tiempo y fue porque ella estornudó y el la miró.

-Buenos Días Kai ¿cómo te encuentras?- la chica lo miró como si su padre se hubiese olvidado de algo.

-Estoy bien- le dijo con un tono un poco sarcástico – extremadamente bien y más si me iré a presentar para que me subasten- lo dijo en tono acusatorio, como si su padre tuviese la culpa de eso.

-Kailene Marie Preston- exclamó su padre en voz alta en tono amargado- No tengo la culpa de eso, no sabes lo terrible que me siento con todo lo que pasó y ahora tú me culpas – comenzó a bajar el tono de voz hasta que se hizo un susurro y gruesas lágrimas cayeron por sus arrugadas mejillas.

-Lo siento papá es que he estado muy estresada con todo esto, no pensé que el tiempo pasara tan rápido, mírame ahora tengo dieciocho años y me siento tan mal como tú- se acercó a donde se encontraba su padre y lo abrazó ya que tenía un sentimiento de culpa con respecto a eso. Su padre tal vez había perdido más ese trágico día.

El desayuno estuvo un poco mal al principio, pero luego su padre la felicitó por su cumpleaños, los dos solo se tenían el uno al otro y debían apoyarse y tratar de no discutir por tonterías. Kailene tenía un carácter fuerte y su padre, era del tipo más tranquilo, que no le gustaba meterse en problemas pero a veces Kailene le hacía perder los estribos y terminaban gritándose los dos.

Subió a su habitación y buscó una toalla; fue al cuarto de baño y se dio una larga ducha con agua muy fría. Regresó a su habitación y se colocó un hermoso vestido propiedad de su madre y sus botas de cuero que tenía desde hace muchos años, ya que su pie era muy pequeño y su padre siempre buscaba la forma de arreglárselas cada vez que se le dañaban.

Se hizo una coleta en lo alto muy cerca de la coronilla, su cabello ya no era totalmente lacio unas ondas que se formaban desde la mitad del cabello hacían ver su cabello más abundante pero estaba totalmente reseco, tenía muchas pecas y sus grandes ojos azules no tenían nada de especiales pero eran bonitos. Estaba muy delgada debido a que la comida siempre escaseaba, sus piernas parecían dos agujas y estaba aún más alta.

Salió de su habitación, su padre la esperaba en la puerta principal. Sentía cierta pena por el vestido que llevaba puesto, a su padre le traería muchos recuerdos aquello.

-Oh Kailene estas hermosa- lo dijo con cierta tristeza en la voz pero luego le mostró una sonrisa, era increíble la manera en que había envejecido su padre desde aquel momento, con cuarenta años parecía de sesenta, estaba canoso y muy delgado había perdido su musculatura y siempre se la pasaba triste, iba a trabajar porque Kailene dependía de él y tenía que cuidarla.

Kailene agradeció, besó a su padre en la mejilla y luego se fue. Ese día era sábado y como tal nadie trabajaba los fines de semana y bueno aunque se mataran trabajando no conseguirían aumentar su sueldo a más que cinco Areldoins por semana y todo eso se gastaba en comida.

Al salir de su casa Kailene notó el olor a tierra mojada, la zona donde ella vive forma parte de una gran área llamada Pangera la cual se subdivide en trece zonas que llevan el nombre del material o producto que realizan. La zona de los cafetales es un tanto fría y lodosa, pero existen grandes hectáreas de tierras modificadas genéticamente, que hacen que se produzca el mejor café del planeta.

La gente trabaja muy duro, por muy poco sueldo y no pueden protestar porque eso los condenaría a muerte. Las leyes en todas las zonas de Pangera deben cumplirse porque si no las cumples pagarás un alto precio.




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