La Enfermería es un cuartucho de cuatro paredes descascaradas, descoloridas y húmedas. Hay dos camas, una junto a la otra como en una habitación de hospital.
Recuerdo que más de una vez quedé internado en mi infancia y adolescencia. Me gustaba esos tiempos porque podía descansar. Estaba todo en silencio y en paz. Cada vez que tenía que escapar a algún lugar en mi mente, escapaba una sala de hospital. Así lo era hasta que conocí mi nuevo lugar favorito.
Sin embargo, la sala aquí no es como las que recuerdo. Pareciera que pasaron cientos de años antes de que alguien entrará al lugar donde estoy ahora. Las camas están oxidadas y tiemblan con cada movimiento. El colchón es fino y gastado, aunque más cómodo que cualquiera de los que habían en las chozas del patio. Era extraño ver a un médico revisando a algún paciente (aunque no había con regularidad) Solo urgencias solían atenderse por algún que otro enfermero cuando los guardias consideraban que era algo grave. Los demás casos se curaban solos o esperaban a que la burocracia carcelaria los asista.
No sé si por ser nuevo, por estar muy grave o por qué razón vine a parar aquí en vez de dejarme morir en la villa.
Editado: 07.02.2020