—Vaya, estoy sorprendido —le dije mientras me paraba del suelo —no esperaba que cometieras el error de golpearme.
—Tus tiempos de 'Pantera' acabaron hace mucho tiempo, ya estás oxidado —dijo Sebas.
—Ja, vamos a verlo —dije mientras levantaba mi puño.
—Zac! —me llamó Helen —Ya no eres Pantera... Olvídate de ese pasado, por favor —me dijo, ella es la causa de mi gran cambio.
—De acuerdo.
Sebas sonrió mientras trataba de golpearme. Sujeté su puño y lo puse de espaldas contra la pared.
—Recuerda que yo soy el Rey de la noche en este horfanato... Dale gracias a Helen, sino no hubieras sobrevivido —le susurré mientras lo tenía inmóvil.
—Helen lo dejaré ir —dije mientras lo soltaba.
Me senté otra vez en la mesa y terminé mi cena. Sebas desapareció de la vergüenza que había pasado.
—Zac, mañana dirán los resultados del exámen —dijo Sam para romper el silencio.
—A sí? Genial —le dije.
Me paré de la mesa y salí directo al terreno de Vóleibol.
—Llegó el Capitán —anunció Frank con mi llegada.
El orgulloso capitán que no acepta una derrota. El que marcó la diferencia en la historia del Vóleibol en el horfanato ya que gracias a él ganaron cada partido. Si, ese era yo. Realmente no merezco tanto crédito, mi equipo era muy bueno también. Éramos George, Ale, Sam, los gemelos Frank y Keven y yo, el prestigioso equipo de Vóleibol del Horfanato Banda.
Todos fueron a saludarme, y entrenamos como todos los días, en un partido de 3 contra 3. Siempre nos híbamos rotando. Hoy éramos Keven, George y yo contra Frank, Ale y Sam.
Pasaron 15 minutos y ya estábamos 1 a 1. Como ya dije, los 6 somos muy buenos pero contra nosotros mismos es difícil marcar un punto.
...
Al final tardamos casi todo el día, mi equipo ganó por un punto. Siempre nos llevamos bien. Gane quién gane. Más tarde nos dirigimos a las duchas mientras nos reímos de nosotros mismos. Estábamos hechos polvo. Una ducha fría nos vino de maravilla.
—Jaja, bueno Zac, cómo te va con Sara? —preguntó George.
—George ven un momento —saltó Sam al oír dicha pregunta. Por lo que ví le explicó todo.
—Que pasó? —preguntaron a coro Frank y Keven. Ellos tampoco sabían nada.
—Aaa, eso fue lo que pasó... —dijeron otra vez a coro. Gemelos al fin.
—Chicos, no hay que preocuparse por esas cosas... Sara no es la única chica del mundo —todos quedaron asombrados con mis palabras.
—Tu? Diciendo que Sara no es la única chica del mundo? —dijeron los gemelos.
—Hermano que te ocurre, tienes fiebre? —añadió George.
—Chicos, tiene razones para decir eso —dijo Sam.
—Si, si, y menos mal que lo notó a tiempo, por cierto Karen la de segundo a crecido muy bien... —comentó Ale, todos lo miraron —ok, ya entendí...
Todos fuimos al comedor por el pasillo del club de Esgrima. La ventana estaba abierta ya que hacía un mundo de calor. Y habían dos personas entrenando. Me detuve a mirar el encuentro. Parecían ser muy buenos ambos.
—Hay alguien nuevo en el club de Esgrima? —pregunté.
—Claro que no —dijo Ale —desde cuándo no sabes de algo que no sea Sara?
—El año pasado entró una chica al club —dijo George.
—A sí? Quien es? —pregunté.
—Emm... No recuerdo su nombre... —dijo Ale.
—Ale? Sin acordarse del nombre de una chica? —se burló Frank acompañado de la risa de Keven.
El esgrimista de la derecha ganó. Se dieron un apretón de manos y se fueron a cambiar.
Realmente tenía curiosidad por ver quién era la chica del club de Esgrima pero el entrenamiento fue muy agotador y comer era en lo único en lo que mi mente pensaba.
Nos apresuramos en cenar y nos despedimos para ir a nuestras respectivas habitaciónes. Cómo el día anterior Helen me sorprendió antes de entrar en mi habitación.
—Ocurrió algo Helen?
—Oíste sobre eso? —dijo ella.
—Sobre que?
—Una chica venció al presidente del club de Esgrima.
—Wow, el presidente era muy bueno... —dije —Parece que ya no eres la única chica que puede lograr cosas increíbles aquí, cuando te convertiste a tu edad en la mejor del club de Gimnasia, todas las chicas te idolatraban, ahora son dos...
—Jajaja, qué gracia —hizo pucheros.
—Por cierto sabes quién es ella? —le pregunté.
—La chica de Esgrima?
—Si, esa.
—Ella es... —su celular empezó a sonar.
—Responde —le dije.
Tomó si celular y aceptó la llamada.
—Hola?
—Aaa, eres Jake —Helen empezó a juguetear con su flequillo desde que escuchó su nombre... Esto me huele a gato encerrado.
—Voy para allá —colgó el teléfono.
—Hermano Zac, me necesitan en otro lado —me dijo en tono juguetón.
—Quien es ese? —le pregunté —el novio? —y la miré con una ceja alzada.
—Noooo —su pequeña cara se sonrojo en un instante.
—Me avisas si te molesta, ya sabes —le hice una seña y me despedí.
Entre en mi cuarto y me tumbé en la cama. Mañana se decidirá el rumbo de mi vida.