Papá desastre

Capitulo 1

Christopher Brown nunca había sido un hombre supersticioso. No creía en los horóscopos, evitaba las galletas de la fortuna y consideraba los tréboles de cuatro hojas simplemente como un error genético en la botánica. Pero cuando una tormenta eléctrica iluminó el cielo el día de su boda, pensó que quizá el universo le estaba enviando una señal.

—No es más que una tormenta —se dijo, ajustando su corbata con un nudo que parecía más complicado que un rompecabezas chino—. Nada que preocuparse.

El día había comenzado de manera prometedora, con un cielo azul y soleado que auguraba un evento perfecto. Pero a medida que se acercaba la hora de la ceremonia, las nubes oscuras comenzaron a acumularse en el horizonte, y el viento comenzó a soplar con fuerza. Los invitados, elegantemente vestidos, empezaron a llegar a la iglesia, algunos con sombrillas en la mano, anticipando la posibilidad de un cambio en el clima.

Christopher esperaba nerviosamente en el altar, intercambiando miradas ansiosas con su padrino, su mejor amigo, Tom.

—¿Crees que debería haber traído un bote en lugar de un coche? —bromeó Tom, intentando aliviar la tensión.

Antes de que el nervioso novio pudiera responder, la primera gota de lluvia cayó, seguida rápidamente por una cortina de agua que hizo que todos los presentes buscaran refugio en el interior de la iglesia. El sonido de la lluvia golpeando el techo de la iglesia se mezclaba con el murmullo de los invitados y el suave repique de las campanas de boda.

— Por lo menos dicen que la lluvia da buena suerte — comenta sonriendo.

Cuando las puertas de la iglesia se abrieron para anunciar la llegada de la novia, todos los ojos se volvieron hacia ella. Empapada pero radiante, la hermosa rubia entró con una sonrisa que desafió la tormenta. Su vestido de novia, aunque mojado, aún conservaba su elegancia, y su cabello, aunque desordenado, brillaba con una belleza natural.

Savanna Miller veía la vida con una pizca de drama, una cucharada de sarcasmo y un tonel de ironía. Así que cuando entró a la iglesia, empapada hasta los huesos, su primer comentario no fue acerca del vestido mojado, sino sobre cómo no debería haber ahorrado en la laca para el cabello.

—Creo que he batido el récord mundial de "peor entrada en una boda" —dijo, dándole a su novio una sonrisa que podía iluminar cualquier tormenta.

—Nunca he visto a una novia más hermosa —respondió enamorado, tomando su mano mientras ella llegaba al altar.

La ceremonia comenzó con el sacerdote elevando la voz por encima del rugido de la tormenta.

—Estamos aquí reunidos... —comenzó, solo para ser interrumpido por un trueno que hizo que todos dieran un pequeño salto. Los novios compartieron una mirada cómplice, y el murmullo de risas entre los invitados relajó la atmósfera.

—Christopher Jake Brown, ¿aceptas a Savanna Anne Miller como tu legítima esposa, para amarla y cuidarla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe? —preguntó el sacerdote.

Él la miró detenidamente, sus ojos llenos de amor y ternura.

—Acepto —dijo con firmeza.

—Y tú, Savanna, ¿aceptas a Christopher como tu legítimo esposo, para amarlo y cuidarlo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?

La joven novia sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad.

—Acepto —respondió.

Después de un intercambio de votos llenos de amor y promesas de eternidad, finalmente fueron declarados marido y mujer. Los aplausos resonaron a través de la iglesia mientras los nuevos esposos se besaban, sellando su unión con una mezcla de pasión y humor.

La recepción, que se llevó a cabo en una carpa que apenas resistía la furia del clima, fue igualmente memorable. Los invitados se secaban como podían mientras disfrutaban de una comida que, aunque deliciosa, se servía con un acompañamiento inesperado de gotas de agua que caían del techo. Los discursos estuvieron llenos de anécdotas embarazosas y declaraciones sinceras, destacando el carácter único de los recién casados.

—Recuerdo la primera vez que conocí a Savanna —dijo el mejor amigo de Christopher, levantando su copa—. Pensé: esta mujer es un tornado. Y, Christopher, te deseo toda la suerte del mundo sobreviviendo a esta aventura. ¡Salud!

La multimillonaria familia de Christopher observaba la ceremonia en un silencio sepulcral. La madre del novio daba gracias a Dios que su otro hijo Christian no estuviera allí para ver la fatalidad que estaba cometiendo su gemelo.

—No me gusta esa muchacha —mencionó Henry Brown padre Christopher, observando a la novia bailar con su padre.

—Son vulgares y pobretones —señaló su esposa Clarie Brown.

El hombre miró su reloj con impaciencia. Las trampas que le habían puesto a la parejita no habían funcionado. Su hijo estaba ciegamente enamorado de la mujerzuela esa.

—Algo se nos va a ocurrir para acabar este matrimonio —le prometió a su esposa.

A medida que avanzaba la noche, la tormenta comenzó a amainar, dejando a su paso un aire fresco y limpio. Los esposos salieron de la carpa para disfrutar de un momento de tranquilidad bajo las estrellas. El jardín estaba iluminado por pequeñas luces que parpadeaban suavemente, creando un ambiente mágico.

—¿Sabes? —dijo Christopher, mirando a su esposa—. Este ha sido el día más caótico y maravilloso de mi vida.

Savanna rió, apoyando su cabeza en su hombro.

—No puedo esperar para ver qué más nos tiene preparado el futuro.

Mientras observaban el cielo despejado, Christopher sintió una profunda paz. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentaran, siempre tendrían el uno al otro. Y con eso, cualquier tormenta sería solo una anécdota más en su vida juntos.

(...)

A la mañana siguiente, Savanna y Christopher partieron hacia su luna de miel, un viaje que prometía ser la aventura de sus vidas. El destino elegido fue una isla paradisíaca en el Caribe, un lugar donde podrían desconectar del mundo y disfrutar plenamente de su nueva vida como marido y mujer.




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