Papá desastre

Capitulo 7

Savanna caminaba nerviosa por las calles de la ciudad, rumbo a la empresa donde trabajaba desde hacía más de un año. Había dejado a sus pequeños, Ethan y Emma, en la guardería por primera vez, y la ansiedad la invadía. No había podido pedir un taxi, puesto que el tráfico de la ciudad era abrumador y llegaría muy tarde si lo tomaba.

Caminó varias cuadras, agradecida de que fuese otoño en Phoenix, ya que la temperatura estaba muy buena y no llegaría sudada. No se maquilló, pero se colocó un hermoso vestido y un peinado sencillo en una coleta. Años atrás hubiese preferido no salir sin estar perfectamente maquillada, pero luego del nacimiento de sus pequeños la vida había tomado un sentido muy diferente. Ya no se preocupaba por cosas banales o superficiales.

Su meta ahora era tener la casa limpia, a sus bebés bien alimentados y el pago del seguro médico al día.

La separación temporal de sus hijos la tenía nerviosa, aunque sabía que era una decisión necesaria. Debido a que era muy importante mantener su trabajo, el nudo en su estómago no se deshacía.

Llegó al imponente edificio y cruzó las puertas de cristal, siendo recibida por una joven recepcionista con una sonrisa amigable.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla? —preguntó la recepcionista.

—Buenos días, soy Savanna Miller. Tengo una reunión con la gerente de servicio al cliente —respondió, tratando de ocultar su nerviosismo.

—Oh, sí, la están esperando. Por favor, sígame —dijo la joven, indicándole que la siguiera por un pasillo iluminado y modernamente decorado.

Mientras caminaba detrás de la recepcionista, no podía evitar pensar en sus gemelos, esperando que estuvieran bien en la guardería. Ethan había llorado muchísimo cuando lo dejó allí, mientras Emma se distraía con la señora del lugar que le había ofrecido una muñeca.

Se repetía mentalmente que era solo por unas horas y que era una oportunidad importante para su futuro y el de sus hijos.

Finalmente, llegaron a una puerta con una placa que decía "Gerente de Servicio al Cliente". La recepcionista llamó suavemente y abrió la puerta, invitando a Savanna a pasar.

Dentro, Brenda, la gerente de servicio al cliente, se levantó de su escritorio con una gran sonrisa y los brazos abiertos.

—¡Savanna! Qué gusto verte por fin en persona —exclamó la mujer de cabello rojo, abrazándola cálidamente—. Eres aún más hermosa de lo que imaginaba.

Savanna se sintió un poco abrumada por el entusiasmo de la gerente, pero también reconfortada por la calidez de su recepción.

—Gracias, Brenda. Es un placer estar aquí —respondió, devolviendo la sonrisa.

—Por favor, siéntate —dijo, señalando una silla frente a su escritorio.

Savanna se acomodó, tratando de calmar sus nervios, mientras su jefa directa retomaba su asiento y sacaba unos documentos.

—Primero quiero decirte que has hecho un trabajo increíble este último año. Tu desempeño ha sido excepcional y tus logros hablan por sí mismos —comenzó a detallar, con tono entusiasta—. Hemos recibido excelentes comentarios de los clientes y tu dedicación ha sido impresionante.

Savanna sintió un ligero rubor en sus mejillas, agradecida por el reconocimiento, pero también un poco incrédula ante tantos elogios.

—Muchas gracias. Significa mucho para mí escuchar eso —dijo, sinceramente.

—Y debido a tu excelente trabajo, la empresa está interesada en promoverte a un puesto más alto. Queremos que seas parte del equipo central y trabajes directamente en la oficina —anunció, sin poder ocultar su emoción.

Savanna quedó en shock, sin palabras por un momento. La noticia era abrumadora. Nunca había imaginado que su trabajo remoto podría llevarla a una oportunidad tan grande.

—¿De verdad? —preguntó finalmente, apenas creyendo lo que escuchaba.

—Sí, de verdad. Has demostrado ser una pieza clave para nosotros, y creemos que puedes contribuir aún más en un puesto de mayor responsabilidad —confirmó Brenda, extendiendo un contrato hacia ella—. Aquí tienes el contrato. Léelo con calma, pero esperamos que aceptes nuestra oferta.

Savanna tomó el contrato con manos temblorosas. Su mente estaba en una vorágine de pensamientos. Esta oportunidad podría significar una estabilidad aún mayor para ella y sus hijos, pero también implicaba cambios significativos en su rutina y vida diaria.

—Y... —hizo una pausa para poder respirar—. ¿En este puesto podría trabajar desde casa?

—No, lamentablemente tomar dicho puesto requiere tu presencia en la empresa —explicó—. Sería un trabajo de nueve de la mañana a cinco de la tarde.

Su corazón se hundió al pensar en lo que eso significaría para sus hijos.

—Brenda, no sé qué decir. Es una oportunidad increíble, pero... —bajó la mirada, luchando por encontrar las palabras—. Mis hijos son muy pequeños y uno de ellos se enferma mucho. Para mí, ahora mismo, trabajar desde casa es la mejor opción. No puedo aceptar este puesto.

Brenda la miró con comprensión, pero también con determinación.

—Entiendo tus preocupaciones, Savanna, pero quiero que sepas que la empresa ofrece muchos beneficios que podrían ayudarte. Tendrías acceso a una guardería de alta calidad cerca de la oficina, seguro médico excelente para ti y tus hijos, y horarios flexibles para que puedas estar con ellos cuando más lo necesiten.

En otras circunstancias aquello sería maravilloso, pero en su situación actual no sabía si era lo mejor. Suspiró, sintiéndose atrapada entre sus responsabilidades como madre y la tentadora oportunidad de avanzar en su carrera.

—Sé que es difícil de considerar —continuó la gerente—, pero piensa en las ventajas a largo plazo. Esta promoción no solo mejoraría tu situación financiera, sino que también te permitiría crecer profesionalmente y asegurar un futuro mejor para tus hijos.

Savanna se quedó en silencio, mirando el contrato en sus manos. La oferta era tentadora y las palabras de Brenda tenían sentido, pero el miedo a no estar lo suficientemente presente para Ethan y Emma la atormentaba.




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