Papá desastre

Capitulo 19

Christopher llegó al apartamento de su hermano Christian con una nube de tristeza sobre él. Subió al penthouse, sintiendo que cada paso pesaba una tonelada. Cuando abrió la puerta, fue recibido por el sonido de risas y música suave, el inconfundible ambiente de una fiesta privada. En el jacuzzi del amplio balcón, varias mujeres reían y conversaban mientras su gemelo parecía disfrutar del momento, con una sonrisa relajada en el rostro.

Pero al ver la expresión sombría de su hermano al entrar, todo cambió. Christian, aunque era conocido por su carácter despreocupado y su tendencia a disfrutar la vida al máximo, siempre supo cuándo era momento de ponerse serio. Al ver el dolor reflejado en los ojos de su gemelo, se levantó del jacuzzi, su sonrisa desvaneciéndose.

—¡Señoras! —dijo con un tono encantador, saliendo del agua y tomando una toalla—. Me temo que la fiesta se acaba temprano hoy. ¡Pero no se preocupen! ¡La próxima será aún mejor!

Las mujeres, aunque sorprendidas, rieron y comenzaron a salir del jacuzzi, recogiendo sus cosas mientras el magnate, con una cortesía un tanto exagerada, las acompañaba hasta la puerta. Una vez que se fueron, cerró la puerta detrás de ellas, secándose rápidamente y poniéndose una camisa.

—Vamos al despacho —dijo con un tono más serio, dirigiéndose a su hermano.

Christopher lo siguió en silencio. Cuando llegaron, se dejó caer en el sofá del despacho, mientras Christian se dirigía al minibar y le servía una copa de whisky antes de tomar asiento junto a él.

—¿Qué te pasa, hermano? —preguntó, entregándole el vaso y observándolo con atención.

Este tomó un sorbo del whisky, dejando que el licor quemara su garganta antes de responder.

—Savanna está saliendo con otro hombre —respondió finalmente, su voz baja y cargada de dolor.

Christian abrió los ojos con sorpresa, rascándose la cabeza mientras asimilaba la noticia. Luego suspiró y se sentó más cerca de su hermano, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—¿Pero le contaste que fue Henry el culpable de todo?

—No le conté todo, pero le dejé entrever que sí había descubierto todo; aun así, me dejó claro que lo nuestro acabó.

—Bueno, supongo que ella quiso pasar página —dijo finalmente, su tono cuidadoso.

Christopher asintió, con melancolía.

—Sí, y eso me destroza, pero no tengo cara para impedirlo. Me quiebra por dentro, pero ya no puedo hacer nada —confesó, su voz temblando ligeramente.

Su hermano lo miró, sintiendo la angustia de su gemelo, pero fiel a su personalidad directa y a veces arrogante, no pudo evitar hablar con franqueza.

—Ella está en todo su derecho de pasar página, sí, pero tú estás en todo tu derecho de impedírselo —mencionó, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Christopher lo miró confundido.

—¿Qué dices? —preguntó, sin comprender del todo.

—Mira, ella puede querer olvidarse de ti, pero tu deber como hombre enamorado es impedir que eso pase.

El CEO sacudió la cabeza, intentando procesar lo que su hermano estaba diciendo.

—No soy tóxico, Christian. No puedo hacerle eso. Si ella quiere seguir adelante, tengo que respetarlo.

Christian se rió entre dientes y negó con la cabeza.

—Yo tampoco soy tóxico, hermano, pero si la madre de mis hijos quiere conocer a alguien más, y aún sigo enamorado hasta los huesos de ella... yo movería cielo, mar y tierra para hacer que ella regrese a mi lado —dijo con un tono travieso, pero había una seriedad detrás de sus palabras.

—¿Como has hecho tú con lo de tu ex?

—No es la misma circunstancia. Lo mío con mi expareja no se asemeja en nada a lo que tú y Savanna vivieron. Lo de romper conmigo fue una decisión de mi exnovia; a nosotros nadie nos puso una trampa ni rompió nuestra relación.

—Christian... —comenzó a decir Christopher, pero su hermano lo interrumpió.

—No, escucha —insistió, mirándolo fijamente—. Tienes que luchar por ella, por tu familia. Fuiste una víctima de todo lo que pasó, pero ahora tienes que ponerte los pantalones y recuperarla. No te estoy diciendo que la obligues a nada, pero sí que no te rindas sin luchar. Si aún la amas, no dejes que se vaya sin más.

—¿Y cómo carajos hago eso? —inquirió.

—Seducción —le anima—. Desvívete, arrástrate, pero no se la dejes a otro, no lo hagas. Esa mujer lleva años amándote, y aunque crea que te ha olvidado, donde hubo amor verdadero hay esperanzas, porque tú no la dañaste por maldad; lo hiciste porque confiaste en tu padre y en tu supuesto amigo.

Christopher lo miró, sus emociones en conflicto. Sabía que su hermano tenía razón en cierto sentido, pero también sabía que el daño ya estaba hecho. Sin embargo, la idea de no rendirse, de luchar por lo que aún quedaba entre él y Savanna, comenzaba a tomar forma en su mente.

—¿Y si ya es demasiado tarde? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Christian le dio una palmadita en la espalda y sonrió.

—Nunca es demasiado tarde, hermano. Solo es demasiado tarde si decides que lo es. Ahora, ve y lucha por ella, demuéstrale que estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para arreglar las cosas.

—No sé por dónde empezar —admite conmovido.

—Seducción y muchos mimos, no será fácil, pero nadie llega a la meta sin hacer sacrificios.

Christopher asintió lentamente, tomando otro sorbo de su whisky mientras las palabras de su hermano resonaban en su mente. Tal vez tenía razón. Tal vez aún había una oportunidad para recuperar lo que había perdido. Y si era así, no podía dejar que se le escapara de las manos.

(...)

Savanna respiró hondo antes de entrar al imponente edificio de la empresa, donde la esperaba su exmarido. Había pasado días sintiendo un nudo en el estómago, anticipando esta reunión, y ahora, al estar frente a la entrada, los nervios la invadían por completo. Sostenía con firmeza el cochecito de los gemelos, intentando no dejarse llevar por la ansiedad que se acumulaba en su pecho.




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