Me desperté y ya él no estaba a mi lado, miles de recuerdos quedaban en mi mente de todas las veces que lo habíamos hecho la noche anterior. No podía negarlo, aunque sabía que lo habíamos hecho con el único objetivo de que quedara embarazada en cada vez que me había hecho el amor, me había hecho disfrutarlo al máximo, me había hecho sentir especial. Una combinación de placer, dolor y ternura inundaban mis recuerdos. Me levanté con un poco de dificultad pues me dolía un poco y fui hasta el baño donde me duché, tomé un taxi, fui a mi casa me cambié de ropa y fui a la empresa a trabajar como debía hacerlo habitualmente, se me había hecho un poco tarde pues incluso olvidé poner la alarma la noche anterior y prácticamente no habíamos dormido. Toqué la puerta de la oficina de mi jefe y entré.
—Ocho minutos tarde—dijo con seriedad mirando su reloj.
—Cristian... —pronuncié, iba a decirle que me había despertado un poco tarde después de que pasáramos toda la noche haciendo el amor en ese hotel sin descanso. La verdad no había dormido más de tres horas.
—Señor Santander—me corrigió—espero que por el incidente de anoche no confundas tu lugar en esta empresa —afirmó sin el menor grado de empatía y tragué en seco. Ahora me daba cuenta de que todo el cariño y la ternura que me demostró la noche anterior habían sido únicamente con la intención de lograr sus objetivos. Había regresado el mismo hombre frío y arrogante de antes y eso no era todo: probablemente las consecuencias de nuestra noche de deseo desmedido vendrían más adelante, probablemente un hijo de ese hombre crecería en mis entrañas y sabía lo que sucedería.
—En siete días te harás una prueba de embarazo—afirmó y alguien empujó la puerta entrando. Era su esposa, caminó hacia él que al verla mantuvo silencio y lo besó sentándose en sus piernas, lo besó prolongadamente posiblemente para que yo viera cuánto se amaban, ya que él me había comentado que su esposa sabía todo.
—¿Qué haces aquí todavía? —preguntó ella tratándome con superioridad y esta vez me miraba con desagrado, era de esperar que estuviera celosa, era muy posesiva con su esposo y de por sí saber que tu esposo había estado con otra muner para embarazarla era algo tormentoso—Cris nunca permitas que tus empleados olviden su lugar—agregó observándome con desprecio.
—Permiso—titubeé para salir de allí.
—Espera —me detuvo ella—, tráeme un café —agregó y dije sí con la cabeza alejándome de allí.
—¿Por qué sigue ella trabajando aquí Cristian? —cuestionó.
—Fuiste tú quien la contrató ¿por qué debería despedirla? —cuestionó él.
—Pasaste la noche con ella. Ni siquiera regresaste a la casa. No quiero que esté aquí, todo el día a tu lado. No quiero que confundas las cosas, que involucres tus sentimientos—intervino Valeria.
—Pasé la noche con ella porque me lo pediste o es que lo olvidas —afirmó—¿Qué sentimientos? Sabes que no tengo.
—Despídela, ya le pagarás suficiente dinero porque nos dé un bebé —comentó ella besando su rostro.
—No la despediré. Necesita el dinero, su hermana está en un hospital, enferma, imagino que los medicamentos cuestan bastante —exclamó y ella lo observó poco conforme. —Debo ir a la sala de juntas, tengo una reunión importante, después hablamos, no me esperes,saldré tarde—exclamó abandonando su oficina. Ella se quedó sentada en su silla hasta que entré con el café.
—Si no desea nada más me retiro —pronuncié luego de dárselo.
—Espera que lo termine—dijo con aparente paciencia y tranquilidad y derramó un poco en el suelo a propósito, —Uy lo siento—exclamó poniéndose de pie—. Busca algo para que lo limpies y de paso mientras estás ahí en el piso espero que no olvides cuál es tu lugar.
—Siéntete orgullosa de que vas a cargar el hijo de Cristian Santander en tu vientre. Ni siquiera mereces tal privilegio, es que ni siquiera mereces que alguien como Cris te toque —afirmó sonriendo con burla volteándose para irse de allía y no pude contener la rabia y le respondí.
—Debe amarlo incondicionalmente—murmuré, pero ella me escuchó y me miró—yo no dejaría que mi esposo se pasara la noche haciendo el amor con otra mujer sin importar las razones por las que lo hiciera.—terminé diciendo y me observó irritada con total asombro.