—¿En tu casa o en la mia?— te pregunte esperando que fuera en la tuya para poder conocerte un poco más.
—En la tuya — contestaste a secas.
Intercambiamos numeros telefónicos, y me pareció increíble lo hermético que eras respecto a tu persona.
—Te veré a las tres— dije sonriendo.
Y lo único que obtuve fue un leve asentimiento de cabeza, pero eso basto para hacerme feliz.