Parte II:
Ángel
Besar a Dios
Es como besar a Dios.
Soy creyente, hundo mis plegarias
ciegas y sedientas, en que besaría a Dios
con solo quedarme un segundo de más
en tus ojos.
Besar a Dios, a ese marco sobre la pared
que sostiene tu sonrisa sobre montañas,
dónde los ángeles pasarán por mis deseos
segundos antes de comenzar a soñar.
Sería como besar a Dios,
el deseo que se adhiere a mis labios.
Ese Dios que sonríe mi paraíso, mi Ángel.
Besaría a Dios y me sentiría un milagro.
Por fin, volando en sus besos, riendo en sus labios.
Soy creyente del Dios que habita
en mi deseo, del Dios con el que sonreís
y del Dios que, noche atrás, soñé besar.
Tenes a Dios en tu sonrisa, al deseo,
y si siquiera te lo imaginás.
·ZZ·
Últimos versos
Te dedicaré mis versos más bellos
cuando me comience a latir tu nombre.
Te cantaré las canciones que nunca pude
componer ni escribir, ni las que pudimos haber
cantado juntos
Te dedicaré mi sonrisa más bella cuando
el recuerdo me lleve a tu pelo, aunque de vez
en vez se precipiten mis ojos en lágrimas por no
saber si dormiste bien, el temor de tus pesadillas,
o como te fue en un nuevo amanecer
en otra parte del cielo
—y con vos mi paraíso—.
Yo sé igual, que estarás bien.
Llevaré tu sonrisa siempre del lado izquierdo
y tu cabello, abrazado a mi cuello perfumando
un recuerdo.
Jamás olvidaré nuestro primer abrazo,
lejos todavía de aquel mes de marzo.
Mi Ángel, sabrá Dios cuando tus ojos
volverán a caer en mi paisaje
y si mis acciones te hicieron sentir poema.
Mi Ángel, gracias por haber volado tan cerca.
Gracias por haberte amado.
Mi Ángel, dulces sueños.
·ZZ·
Ángel, mi ángel.
Ángel, mi ángel.
Pequeño ángel que amé sin que sepas.
Pequeño ángel que elegí amar.
Sabrá otra Piedad que hubiera sido
de mí si no hubieras aparecido,
tan pequeño mi Ángel.
Sabrán otras manos de acariciarte
y de otras maneras de amarte.
Sé que es real ésta manera de amar,
imperceptibles las palabras y la mirada
que se guardan en el corazón a cada latido
de amarte tan de cerca sin que lo sepas.
Mi pequeño ángel, Ángel.
Disfrazado, mi amor te di y aún así
jamás sabré si lo supiste al recibir
cada máscara que cubría el cariño
y las caricias que, al modo de permitirnos,
te quise hacer llegar.
Ángel, mi bella Ángel.
Jamás sabré si te sentiste amada de verdad
con las pruebas más sutiles que pude mostrar.
No importa. Algún día, quizás, nunca llegará.
Ángel, mi castaña Ángel.
Cubre el cielo de sueños de alguna otra Piedad
y su tierra de besos,
de esos que me algún día me hicieron soñar.
De esos que algún día, harás reales.
Ángel, mi cansada Ángel.
Vuela liviano y si algún día paso
por tu recuerdo, en algún momento
de tus sueños,
de tu amanecer,
durante una canción,
durante un anochecer,
sabrás que te sigo amando.
·ZZ·
Pocas palabras
(a mi Ángel)
Si llegaste al final de este libro,
sabrás que soy de pocas palabras para sentir tanto.
Soy de poco imaginar para crear un punto final
y soy poco original para nombrarte.
Soy de pocas palabras, tengo una lágrima
guardada en el colchón y una palabra escondida
en el pecho.
Siento tanto que, siempre que duermo,
percibo un olor a ángel.
Soy de poco imaginar cuando tapas
ese mar con la noche, llena de invierno,
y es el color de la luna la que brilla en mi cara
para crear un planeta y habitar en tus ojos.
Soy poco original para nombrarte y callar
el deseo de orbitar,
de lleno a cuarto menguante,
las fases de tu luna
—nuevas, estrelladas y sin delinearte—.
Soy de mucho temblar cuando te veo llegar
y de mucho escribir cuando te veo irte.
Soy de pocas palabras para sentirte tanto,
de poco querer para amar de este modo,
poco artista para explicar lo que provoca tu nombre,
de mucho recordar para olvidarte, siempre.
Te diré que alguien convirtió el amor en poesía.
Que alguien pasó de poco a mucho, para terminar
cada noche queriéndote como le sale,
como a nadie, mi Ángel.
Si llegaste al final de este poema,
no queda otro final que desearte buenas noches,
las de tus ojos menguante con aroma a luna.
Algún día llegará una noche inmensa
y no volveré a saludarte.