Para Siempre, Renata Barrie #3 || En pausa

0. RENATA BARRIE

 

Nota de la Autora: Esta historia mencionará sitios conocidos y otros irreales. Por favor, separen la ficción de la realidad. Gracias.

Si vienes de El Pasado de William Barrie, que bueno es verte de nuevo por aquí.

 

PRÓLOGO - RENATA BARRIE

"Un inicio algo aterrador"

 

"So I take my heart and run for good"

Elley Duhé - Traitor.

 

Mi mente despierta con miedo de nuevo. Me agarro el cabello y lo muevo para quitar el pensamiento que me aterra, salgo de la cama a la misma hora. 4:54am. Observo a Teodoro sigue durmiendo y me calmo.

Desde que huí de Beverly Hills todo ha cambiado, ya no es despertar con saludos de tus vecinos hablando de ti, ya no es estar en casa vigilando la empresa o ver a tu esposo salir de aquella casa con una sonrisa en la cara. Había renunciado a tener esa actitud poderosa, cuando llegué allí no era así. 

¿Cómo cambie? ¿Qué pasó conmigo?

Lo único que recuerdo es aquel cuchillo en mi mano apuñalando a William el día de nuestro aniversario. Sangre, sí, sangre caía al suelo y el rostro dolido de William... era la única opción de salir de ahí, de todos, de la que alguna vez se hizo llamar Renata Barrie.

Ahora vivo en Nueva York, un sitio en donde pasas entre la multitud. Aquí nadie te va a reconocer... o al menos eso pienso creer. Cuando nos instalamos en un departamento en Brooklyn, pensé que lo mejor para mi hijo —además de su salud —sería tener una madre estable. Así que fui al psicólogo y tomé citas cada miércoles y viernes con una mujer de la misma edad que yo. Después de unas horas, un miércoles, me encuentro aquí.

Tessa Cameron, era una mujer soltera de treinta y nueve años, no tenía hijos y vivía su día a día tratando a personas con problemas. Una vida solitaria y tranquila. No como yo, con grandes secretos, un comportamiento impulsivo de toxicidad... en fin, nadie puede tener una vida igual a la otra.

—¿Te sientes mejor, Renata? —pregunta ella en su silla giratoria de color blanco.

Siempre que he ido a las citas me he preguntado por qué lo tenían de color blanco absolutamente toda la habitación, ¿no se aburren? ¿no se sienten asfixiados por el color? Porque yo sí.

Pienso en su respuesta, pero sigue siendo un bucle como todos los días.

—Estoy bien hasta que despierto por el mismo sueño

—Supongo lo piensas mucho después de soñarlo, puede ser algo que pasa muy seguido cuando te quedas pensando. —dice anotando en su tablero, —¿Has tomado las pastillas?

—Sí, dos como pidió. Uno de día y otro de noche.

—Esta bien. Hablemos sobre Esteban, me dijo que lo contaría en esta cita.

Esteban... mi amigo, mi mejor amigo. Lo siento tanto.

—Esteban era mi amigo, con él me hice creyente de la amistad en una palabra. Cuando fui a Beverly Hills no tenía planeado conocer a nadie que sólo estar con William... cuando lo conocí fue en mi casa, por un proyecto tonto que se terminó cancelando. —desvíe la mirada, —Esteban fue el que me entregó en la boda con mi esposo, estuvo feliz pero preocupado, se había enterado de algo pero tampoco quería arruinar mi matrimonio. Después... —la lágrima bajaba por mi mejilla, el corazón dolía, apretaba y ardía, —Nunca más lo ví, me dejó cartas a la cual me lo escondió mi esposo, dejé de pensar en él hasta que lo mencionaron, lo mencionó Misterio... mi hermana menor, fue cuando descubrí que tuvo cáncer y murió.

No podía hablar, lloré haciendo ruido. Dolía mucho, tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar. Lloré por él, por mí, por Teodoro. No quiero seguir pero debo hacerlo, por mi pequeño niño. Debo de seguir con la pequeña fuerza que tengo.

Aunque duela, aunque te rindas en una parada de tren o en una estación de buses, tienes una carga de tu mano, debes seguir luchando por él. Aunque quieras, tienes una responsabilidad. Yo me fui de allí por una vida mejor, una vida que tenga paz.

—Lo siento —dije secando mis lágrimas. Poco a poco comenzaba a calmarme, no podía llorar porque nunca soluciona nada.

—No pasa nada, llorar es bueno, te hace botar lo que tienes dentro —dice ella con una sonrisa.

—Pero no te lleva a nada, no solucionada nada

—A veces la gente llora, no porque sean débiles, sino porque llevan mucho tiempo siendo fuertes. Y tú eres uno de ellos, Renata.

 

♥♥♥♥♥♥♥

 

Despierto en la noche, observo a Teodoro dormir y me cambio a un vestido rojo. Saco un cigarro y lo enciendo mientras bajo las escaleras hacia la calle.

Tal vez fue la noche o el sonido de la música que me detuve a una discoteca de la zona, sonaba Love´s Train cuando entré y comencé a bailar. Muevo mis caderas al ritmo de la música, con el cigarro en la mano, un chico se acerca con vasos de alcohol y retiro una para tomarlo de a poco.

Esta es mi nueva vida, una parte de mí padece de sufrimiento y otra sólo vive de la libertad de William Barrie. Que bueno que hayas muerto, que te haya apuñalado.




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