Paradoja de una Elección

5

𝟓

𝐕𝐀𝐌𝐏𝐈𝐑𝐎

ᴇʟ ᴘʀɪᴍᴇʀᴏ ꜱɪᴇᴍᴘʀᴇ ᴇꜱ ꜰÁᴄɪʟ

 

"Nadie va a creerte".

Con su voz casi en un siseo mientras parecía aventar esas palabras sobre mí y su mirada que parecía verme como un chiste, me hicieron sentir intimidada. Pero ese efecto duró poco al repetir sus palabras en mi cabeza y darme cuenta que para mí esas palabras eran como una afirmación de que no era humano.

Sabía que no lo era, pero sentir que había más coincidencias me hacía sentir más confiada.

Al parecer también se dio cuenta de sus palabras, ya que su expresión se debilitó.

—¿Quienes no van a creerme? —pregunté.

—A quién sea que puedas decirle de lo que sea que imaginas— dijo él, enfatizando las últimas palabras.

Por un momento se me pasó por la cabeza la idea de en verdad estar alucinando, al ver que él tanto insistía de que estaba equivocada. Este pensamiento duró tan poco al ser consciente que había despertado en un sitio desconocido la semana pasada y que si estuviera alucinando, lo estaría desde el primer día, no ahora.

—No creo haber imaginado cosas —dije mientras sacudía la cabeza en negación—. Sé lo que vi.

Sin previo aviso y con un solo paso se acercó a mí lo suficiente para sentir que casi miraba el techo. Instintivamente yo di un paso hacia atrás.

—Lo que sea que hayas visto, olvídalo —demandó. Dio media vuelta y caminó con paso ligero fuera del lugar.

«Entonces», escuché a la voz. «¿Nos dejaremos llevar por el vampiro? Porque no creo que sea mala idea».

«Es una mala idea. Olvidas que en la saga había antagonistas letales», respondí. «De hecho, ya debería existir uno, así que prefiero no tener nada que ver».

Aún parada, con la mirada por donde salió Michael recordé la noche pasada antes de irme a dormir. No lo había anotado en ese momento, pero se me cruzó por la cabeza los antagonistas y villanos de las películas. Recordé las problemáticas y eso me hizo desear mucho más no tener nada que ver con Michael Vaughan o con cualquiera que estuviera a su alrededor.

¿Debería confrontarlo y decirle todo?

Imaginé el escenario, pero solo se me venía a la cabeza ese momento de la película que alguna vez tanto se repetía en mi cabeza hace años, pero que ahora tan solo imaginarme en los zapatos protagónicos me resultaba vergonzoso.

«¿Crees que nos mate?», preguntó la voz como en un susurro. Inevitablemente mi ceño se frunció.

La pregunta se repitió en mi cabeza.

—No me importaría si pasara —dije, sintiendo el peso de cada palabra.

Unos minutos más tarde un mensaje grupal anunció que el tiempo libre había terminado y que todos debían volver a los autobuses. Al salir fuera del museo, todos estaban dispersos en sus pequeños grupos esperando la orden de subir a los autobuses. No me molesté en buscar al grupo de amigos y solo esperé cerca de un autobús escolar.

«¿Qué pasaría si nos mordiera y nos convierte en vampiro?», dijo la voz.

«Preferiría morir antes que convertirme en vampiro», contesté.

Vivir eternamente o tener algún poder no era algo que deseara, y mucho menos en un lugar así. Para mí tenía más desventajas que ventajas. Envejecer o morir no era algo que me asustara ya que era inevitable, sin embargo, el poder ser descubierta en un caso así me asustaba, además de tampoco ser capaz de seguir comiendo lo que me gustaba.

Si me iban a morder, esperaba que me dejaran seca y tal vez así, saber si puedo morir aquí.

«Hablando del rey de Roma», escuché decir a la voz con picardía.

Alcé la mirada que tenía en el suelo y observé la entrada del museo, viendo no solo a Michael sino a todos que iban siempre con él hablando entre ellos mientras bajaban las escaleras del edificio. Sus ropas y cabellos ondeaban debido al viento contra ellos, haciéndoles lucir más llamativos. No pude evitar hacer un puchero, preguntándome si ese efecto en ellos era por ser vampiros o ser protagonistas.

Los seguí con la mirada y los vi pararse en el estacionamiento al igual que los demás. En algún punto noté que todos parecían decirle algo a Michael que lucía como un reclamo. Vi que dejaron de hablar para ahora ver sobre las cabezas de la gente como si buscaran a alguien.

«Te buscan», escuché de la voz.

«No lo creo», pensé mientras también seguía sus miradas.

No fueron más que cinco segundos para reconocer lo que dijo la voz. Una persona del grupo me miró, la vi decir algo y ahora todos me miraban. La situación me hizo sentir aterrada al tener varias miradas sobre mí, así que desvié la mirada de ellos, pero eso no duró demasiado al notar por el reojo que alguien se acercaba.

Volví la mirada, notando a Michael acercarse. Él no tenía la mirada sobre mí, en cambio la tenía a su alrededor, como si cuidara que nadie más estuviera cerca y a la vez parecía querer no ser visto debido a su postura algo encorvada y con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón de mezclilla.

«Es triste no tener esa cara cerca de nosotras», escuché de la voz. « ¿No has pensado en la idea de ser su pareja?».

«Aún no me volví tan loca como para pensar en eso», contesté.

Bajé la mirada un momento y al levantarla, ahora Michael me miraba mientras se acercaba más. Miré detrás de él y los demás que iban con él también miraban. Me hizo sentir incómoda, así que me moví un poco para no mirarlos.

—¿Estás huyendo? —preguntó Michael al acercarse por completo.

—Solo me moví —contesté, mirando hacia la gente del estacionamiento para no mirarlo.

—¿Qué miras? —preguntó él.

—No, nada —contesté—. Eh, ¿por qué estás aquí? —pregunté y esta vez lo miré, pero no pude evitar ver cada rasgo de su rostro antes de concentrarme en lo que iba a decir.



#7879 en Novela romántica
#1762 en Chick lit
#3879 en Otros
#389 en Aventura

En el texto hay: romance cliche, chic lit, badboys timetravel

Editado: 24.07.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.