Paradoja de una Elección

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𝟏𝟐

𝐏𝐑𝐎𝐅𝐄𝐒𝐎𝐑

ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ ᴇꜱ ꜱᴏʟᴏ ᴜɴᴀ, ᴘᴇʀᴏ ʟᴀꜱ ᴍᴜᴇʀᴛᴇꜱ...

 

[Advertencia: el capítulo contiene violencia y pensamientos y acciones suicidas]

 

No pude evitar sentirme sorprendida y más ante la situación irónica.

—¿Qué haces aquí? —pregunté con una sonrisa para no lucir ruda—. ¿Y no en la escuela?

—Bueno —Miró a los lados como si verificara que nadie estuviera alrededor—, estaba preocupado por… lo de ayer.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —pregunté.

—Intuición —contestó con rapidez.

—Okey —dije mientras asentía y luego hubo un silencio que se sintió incómodo.

«Entonces el plan de matarnos se suspende», escuché de la voz.

«Sí», contesté

—Yo, quería decirte algo —dijo Manuel con algo de nerviosismo en sus facciones—. ¿Puedo pasar?

«Este chico no será el siguiente en la lista, ¿o sí?», preguntó con antipatía.

«¿Qué? ¿Cómo puede ser el siguiente Manuel?», pregunté, sorprendida por la suposición.

«No es Manuel, solo luce como él, así que puede ser posible», indicó.

«Dudaría más si no actuara como Manuel, pero lo hace», repliqué.

Aunque dudaba de que este chico parado delante de mí fuera Manuel, no podía evitar pensar que era una persona de confianza y más si ayer fui salvada por él. Pero si resultaba ser alguien que solo iba a suceder al profesor, sabía que tendría que deshacerme de él. Al fin y al cabo no es como si fuera el Manuel real.

—No creo —le contesté a Manuel.

—Ah, no, no. Eh… solo… Hmm… Perdón, eso sonó raro, ¿verdad? —dijo, nervioso y solo contesté con una sonrisa nerviosa que pareció entender.

—Hay un parque cerca —dije, indicando hacia la izquierda.

—Eso es una mejor idea —dijo con entusiasmo, pero con algo de nerviosismo que me dio gracia.

Al final, el camino de la derecha que iba hacia la carretera más cercana y que iba a tomar, fue reemplazado por el lado contrario. Casi parecía como si Manuel me hubiera salvado nuevamente como lo hacía antes de despertar en este lugar.

—¿Cómo estás? —preguntó él de repente mientras caminábamos.

—Estoy bien —contesté por inercia.

—¿Segura?

«No»

—Sí —dije mientras asentía.

Seguimos caminando hasta llegar al parque, el cual solía llenarse los fines de semana, pero que ahora estaba vacío, con excepción de algunas personas que pasaban para acortar camino.

Toda una cuadra era ocupada para el lugar recreativo, grandes árboles estaban repartidos en el interior de la zona, al igual que unos más pequeños y hacían sombra y brisa fresca en todo el lugar. Una ligera estatua de un hombre y un león debajo de él adornaba el centro amplio del parque, de esta desencadenaba cinco pasajes de concreto que permitían a la gente caminar alrededor sin molestar a los que se recostaban en el césped cuando los asientos de estos mismos eran ocupados.

Al adentrarnos solo un poco pude percibir la brisa fresca y el olor dulzón que desprendía. Siempre me sorprendía sentirlo ya que no solía ir con frecuencia porque solo era parte de la gente que pasaba para acortar camino.

—¿Qué querías decirme? —pregunté luego de sentarnos en uno de los asientos de madera del lugar.

—Mas bien —dijo mientras sacaba su teléfono de su bolsillo y buscaba algo en este—, quería mostrarte esto. —Extendió su teléfono y lo tomé, confundida

Al ver la pantalla del teléfono, la sonrisa que solía llevar se deshizo y aunque el objeto en mis manos no pudiera hacer nada, me sentí vulnerable ante este con solo observar la foto: Estaba tomada desde la pequeña ventana de la puerta, lo que lo hacía ver un poco opaco, pero no era suficiente para que no se viera la espalda del profesor Shaffer con mi rostro viéndose por uno de sus hombros y mis piernas a los lados de sus caderas.

—Tomé la foto como prueba —dijo Manuel con preocupación.

Esta mañana al despertar me sentí mejor que ayer, incluso casi olvidando la mayoría de los sentimientos que me ocasionaban el recordar tal momento cuando pensaba en la idea de volver a encontrarme con ese sujeto. La foto en el teléfono hizo que me transportara a ese momento, mis piernas volví a sentirlas débil y mi garganta se anudó, haciendo que deseara gritar.

—¿Estás bien? —preguntó Manuel.

—Ah...

—No necesitas fingir que estás bien —dijo y volteé a verlo. Tenía una expresión de angustia.

"No necesitas fingir que estás bien" era algo que Manuel ya me había dicho antes.

—Voy a estar bien —dije, entregándole el teléfono.

—Necesitamos decirle al director y mostrarle esto —dijo él con algo de desesperación en su voz.

—¿Qué?

—Esto cuenta como una prueba, así que el director puede despedirlo y así no lo tendrás que ver. —Su rostro mostraba ahora una sonrisa, pero podía ver que la usaba para hacerme sentir con ánimos.

«También lo podemos denunciar con eso», dijo la voz.

«Eso es demasiado», contesté.

«¿Demasiado? Demasiado es lo que nos quiso hacer».

«Será muy problemático. Además no quiero preocupar a mi madre», contesté.

¿Será la foto suficiente para deshacernos del profesor? No lo sabía. A este punto no sabía cómo reaccionaría el profesor. La historia hace mucho no seguía el patrón establecido. ¿Acaso debía seguirle el juego a un pervertido y así sufriría menos? ¿Cuál es el propósito de todo esto? ¿Divertirme?

Solo quiero irme de aquí.

—Sí, hay que hacerlo mañana —contesté a Manuel y me levanté —. Yo, me voy a casa —dije y sin esperar una respuesta di una media vuelta para irme.

Caminé de vuelta por el mismo camino, fueron solo unos minutos cuando vi mi casa y pasé de ella para ir por el camino que originalmente iba a ir. Un camino mucho más corto que el del parque.



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En el texto hay: romance cliche, chic lit, badboys timetravel

Editado: 24.07.2024

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