Paradoja de una Elección

13

𝟏𝟑

𝐍𝐈Ñ𝐄𝐑𝐎

ɪɴꜰᴀɴᴛɪʟ ᴄᴜɪᴅᴀɴᴅᴏ

De inmediato el profesor se separó de mí para ir hacia el director y vi como este que tenía la mirada sobre mí la levantó para escuchar al profesor Shaffer. Aunque lo mirara al rostro pude notar que no parecía escucharlo del todo, como si lo que intentaba decirle el profesor a tal punto fuera irrelevante comparado a lo que había visto hace solo unos segundos.

Yo, en cambio, bajé el ritmo de mis lágrimas. Si no hubiera sido por la interrupción de Manuel y el director, posiblemente yo aún estaría aguantando mis lágrimas ya que no tenía intención de mostrárselas a Shaffer, pero la oportunidad donde me serían útiles llegó y pude verme lo más trágica posible ante el director. Aún así, eso no quitaba el sentimiento reprimido en mi pecho.

—Perdón —escuché la voz de Manuel encima mío mientras sentí que reposaba su mentón en mi cabeza.

Su urgencia de rescate tuvo la misma velocidad de Shaffer con excusarse. Él me bajó del escritorio y una vez más me envolvió en sus brazos.

¿Alguien como él sería el siguiente? No lo creía.

—Está bien —dije y le di ligeras palmadas en uno de sus brazos.

Luego de escuchar que el director mandara a Shaffer a lo que llamó su despacho, nos dijo que fuéramos a la enfermería y que mandaría a alguien rápido. Al llegar a la enfermería, un lugar que también desconocía, Manuel dijo que me sentara en la camilla que estaba en el centro de la habitación. En solo unos minutos llegó alguien que llevaba una bata médica y me inspeccionó con rapidez. Me preguntó si había sufrido algo más además de la bofetada y dije que no, así que solo me dio una compresa fría para poner en mi mejilla.

La enfermera, antes de irse, dijo que esperara y así lo hice, pero cuando sentí que pasó mucho tiempo pensé en irme a casa. Me levanté de la camilla y Manuel me dijo que no porque teníamos que esperar. Contesté que sería mejor que vaya a casa, y la puerta de la enfermería se abrió por mi madre, que tenía una expresión de angustia que se suavizó cuando me vio. No tardó en darme un abrazo preguntando si estaba bien, pero no contesté ya que dijo que esperara un poco más mientras ella resolvía todo para luego irse.

Pasó otro gran plazo de tiempo y mi madre volvió para decir que ya todo estaba arreglado. No quiso decir más y aunque preguntara sabía que no contestaría como una forma de protección.

Así que al final del día, en mi habitación, mirando hacia el techo y con un apósito en el rostro, supuse que me había deshecho del profesor Shaffer.

֍

[Este mensaje es para anunciar que se hará un cambio de docentes en los cursos de Historia y Trigonometría…]

No terminé de leer el mensaje cuando crucé toda la sala de mi casa hasta la habitación. Tomé mi libreta donde tenía el nombre del profesor Shaffer y rayé su nombre al igual que el título ridículo de “Profesor x Alumna”.

«Ahora debemos prepararnos para el siguiente», escuché que dijo la voz.

Di un suspiro para luego sentarme en la silla giratoria y dejé caer mi cabeza sobre el escritorio de mi habitación.

—No estoy preparada para otro más—contesté, enojada.

«Tal vez el siguiente sea alguien bueno», dijo con tono divertido.

—¿Qué pasa si no lo es y resulta ser peor que el último?

«¿Has fantaseado con alguien peor?».

Mi ceño se frunció más, mis ojos se cerraron y a la vez apreté los labios.

¿Algo peor? La respuesta era que sí.

«Creo que deberías ir acostumbrándote a este lugar, dado que no puedes morir y tienes lo que soñabas, ¿no?», dijo la voz en tono burlesco.

—Sí, claro —contesté sarcásticamente.

Llegada la noche mi madre llegó de su trabajo y como todos los días, la saludé con un abrazo, pero esta vez su abrazo duró más. Sabía el motivo de su intensidad, pero desde que ayer llegamos de la escuela y ninguna tocó el tema, sabía que se perdería con el tiempo y estaba de acuerdo con eso. Al fin y al cabo así siempre ha sido.

Su charla alegre sobre lo que pasó en su trabajo hacía que todo lo que pasara en mi mente se esfumara. Mencionaba chistes o anécdotas de sus compañeros de trabajo, contaba si había pasado algo en su trayecto de ida o venida, decía que la comida había quedado bien o simplemente preguntaba algo que alguien de mi edad sabría.

—Cierto, la señora Marta me dijo que tiene un hijo que está buscando trabajo y que se tomó un año de vacaciones de la universidad —dijo mi mamá con alegría.

La señora Marta, una compañera y amiga que conoció en su trabajo actual. Nunca escuché de ella hasta que desperté acá, así que supuse que venía con el lugar. Una vez mi madre me mostró una foto de ellas juntas y pude notar por qué se hicieron amigas. Las dos tan diferentes en aspectos, pero que con la sonrisa se veían bastante amigables para no sentir ni una pizca de odio en ellas. Tal vez el odio que carecía mi madre se le fue devuelto cuando nací.

—¿Ah, sí? ¿Qué estudia? —pregunté con el mismo tono alegre.

—Contabilidad y finanzas —contestó luego de tomar un sorbo de agua —. También puede ser una opción para ti.

—Tal vez.

Me encogí de hombros.

Mi madre en este lugar no lo sabía, pero su hija en el mundo real ya había tenido una conversación sobre elegir una carrera. No estaba interesada y había optado por el camino del trabajo cuando cumplí dieciocho. Había sido un año duro, así que mi aporte fue necesario y lo tomé como una forma de averiguar en quién me quería convertir.

Y si en este lugar cumplo dieciocho, tomaré la misma decisión.

—He pensado...—empezó a decir mi madre.

—Ajá —contesté antes de dar un bocado más a mi comida.

—Ya que el hijo de la señora Marta busca trabajo y a mi me gustaría sentir que estás protegida...

«Oh».

—Estaría bueno contratarlo como un niñero por tiempo limitado —terminó de decir y pude ver su sonrisa nerviosa que buscaba mi aprobación.



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En el texto hay: romance cliche, chic lit, badboys timetravel

Editado: 24.07.2024

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