Paraíso Podrido

Segundo logro: Individualidad

Durante la madrugada Joseph explicó a sus amigos toda la historia que tenía con Damián. Hubo risas, momentos tiernos y otros llenos de tristeza. Ninguno de los presentes podía entender por lo que pasó Joseph. Los enamorados tenían a su pareja con la misma longevidad de vida, los otros no tenían idea sobre qué era estar enamorado de alguien que se irá antes que tú, o siquiera sabían si habían sentido amor verdadero.

Al final, el moreno se notaba triste, pero sonreía. Por primera vez sentía que, de alguna manera, había encontrado paz con ese pasado, al menos un poco. Todos le brindaron su apoyo y le dieron su mano, además de palabras de aliento que lo hicieron sentir mucho mejor.

–Me siento bastante avergonzada. Recuerdo el día que volviste. Ni siquiera te di oportunidad de hablar. Directamente sólo fueron gritos y regaños. No quiero justificarme, pero tu desaparición fue una de las razones por las cuales varios miembros de la elite estaban decididos a desistir –comentó Annastasia, tranquila.

–Lo siento, Annie.

–No, no es tu culpa, Joseph. Ellos ya querían irse desde hace siglos. Fuiste su excusa. Debí seguir con el objetivo principal de nuestra organización y no concentrarnos en buscarla. Eso es lo que ella hubiera querido. Ahora ya no importa. Sólo somos cinco y no basta. Creo que es hora de disolver por completo la Elite de fuego. –Esas palabras dejaron atónitos a los presentes, como si hubieran visto a un fantasma.

–¿Annastasia?

–No, Kantry. Fallamos en todo aspecto. No sólo yo, también los demás, incluidos ustedes. No somos la Elite de fuego sin ese dúo de imbéciles. No hay organización sin la guía de nuestra verdadera líder. Lo intenté, ella me confió el mando, y le fallé. Ahora no tenemos nada de influencia, ni poder y dudo que podamos obtenerlo. Es demasiado tarde, tenemos el tiempo contado –declaró Annastasia, arrepentida y decidida.

–Entonces, ¿se acabó? Ya no hay Elite de fuego.

–No, Kyle. Oficialmente se terminó.  ¿Escuchaste, Herald?

Sí, Annastasia –respondió el androide desde el otro lado de su comunicador–. Tal vez ustedes se hayan rendido, pero yo soy leal a nuestra líder y a la Elite de fuego. Yo continuaré esperando su regreso con o sin ustedes. Mucha suerte en lo que vayan a hacer y les daré una mano si está en mis posibilidades. No duden en pedir ayuda. –Todos creían que Herald se molestaría, pero sonaba tranquilo. Era como si esperara que algo así pasara.

–Bueno, eso salió mucho mejor de lo que esperaba –comentó Kantry, impresionada–. Siendo sincera, han sido años difíciles para todos. Creí que perder el sello maldito no haría una diferencia si continuábamos juntos, pero el mundo alrededor ha cambiado tanto, las cosas son tan diferentes, que no creo volver a ser la chica linda que cortaba el cabello en la estética de su madre. Tampoco Ken puede volver a tener una banda o Annastasia concluir sus estudios. El único que consiguió hacerse de una vida nueva y avanzar de verdad, con sus sueños de antes de los tres juicios, fuiste tú, Joseph. Eso fue increíble –mencionó la mujer, cosa que sonrojó al chico.

–Yo creía que seguías enamorado de… Tú sabes –mencionó Kyle, lo que impresionó a los presentes.

–¿Cómo sabes eso, jovencito? –regañó Kantry al moreno.

–Mi familia no es famosa por ser discreta –confesó el hombre, apenado.

–Necesitamos reunirnos en definitiva de nuevo –resaltó Kantry, un poco molesta.

–Pues Xeneilky sigue ahí, sin recordar quién soy –dijo Joseph, apenado– Tienes razón. No lo olvidé en todo este tiempo, excepto cuando estuve con Damián. El mundo alrededor parecía insignificante cuando miraba dentro de sus ojos. Sentía que la luz que proyectaban era tan intensa que opacaba cualquier cosa alrededor. Todo lo malo, toda la oscuridad que había dentro de mi era dispersa por el brillo de su mirada. Fue lo más mágico que sentí en mi vida. Aunque he vivido queriendo que la bestia sagrada del cielo sea más que un amigo, jamás he sentido algo similar al verlo. Sólo es deseo. Tal vez es mi pasado persiguiéndome por mis errores. Mi yo diciendo: «¿Por qué lo amas a él y no a mí?» –explicó Joseph, apenado, cosa que hizo sentir mal a Kyle.

–Perdón si toqué un tema sensible.

–No lo es. Pido disculpas si soné fatalista. Es sólo la realidad de las cosas. Xeneilky no es para mí. Hace mucho que lo entendí. Más ahora que resulta es un enorme ente cósmico de proporciones ultra mayúsculas que navega por el universo creando mundos. Yo soy un simple humano –conjeturó Joseph, tranquilo.

–No digas eso. Eres uno de los sujetos más increíbles que hayamos conocido. Eres divertido, apuesto, bueno en la cama… –comentaba Kantry, extrañados todos de eso último.

–¿Cómo diantres sabes eso? –preguntó Ken, extrañado más que celoso.

–¿No has escuchado a la gente de Terra Nova? Todo aquel que ha estado en la cama con ese tipo se la pasa presumiendo que es de lo mejor que les pudo haber pasado –explicó la chica, lograda una risilla en todos los presentes.

–Eso es verdad. Varios de mis patrulleros ya probaron ese pastel y dicen que querían una segunda ronda, pero…

–Sí, no doy segundas oportunidades –dijo orgulloso el chico, impresionada Annastasia de ello.

–Suenas como un miembro de la familia de Pridh. No sólo eso, llegaste hasta Astral igual que yo. ¿No te gustaría acercarte más a los dragones? Puede ser algo bueno para ti. –La oferta impresionó a todos, y aunque Joseph sonrió, hasta pareció iluminársele el rostro, pronto éste se apagó con su expresión, pensado bien las cosas y respondiendo a la propuesta.

–Me encantaría, pero más delante. Quiero darme una oportunidad antes de tomar una decisión así de grande. Sería increíble unirme contigo en Astral y convivir con los dragones durante mucho tiempo.

–Hasta que se nos acabe, puede ser.

–Eso me gustaría –respondió a lo dicho por Annastasia, feliz ella de oír eso.




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