Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 2

A Patrick ya no le importaba tanto el modo de viajar que estaba empleando. Fue demasiado extraño al principio, sí, pero la victoria estaba cerca. Su mente sólo podía pensar en el Triángulo, y que al final de aquél viaje, sería testigo de algo enorme, inmenso, monumental, quizás único. 

Pandora, una mujer huesuda, de piel gris, y con su cuerpo hecho un desastre, iba delante de él. Los Pasajeros restantes se habían quedado en la plataforma, mientras que muchos de los agentes de la MI6 quedaban dispersos por toda la planta petrolera. 

En cuestión de segundos dejarían aquella parte del Atlántico atrás.

Pandora rasgó el aire y abrió un portal, uno de sus famosos portales, y la gran mayoría de sus seguidoras desaparecieron por su interior. Era la primera vez que Patrick entraba a uno de esos. 

En cuanto atravesó la pared invisible que separaba el Atlántico del portal, un frío se extendió por todo su cuerpo, recorriendo cada miembro del mismo, y obligándolo a cerrar los ojos con fuerza. Sabía a dónde iba, pero no tenía idea de cómo sería aquél lugar.. 

La Isla Opuesta. 

Todo aquél plan era para traer la Isla Opuesta al mundo real. A una dimensión sin conexión con el Triángulo. Y al mismo tiempo, según lo que Ben le había contado, también arrastrarían la Isla del Triángulo a aquellas aguas. 

En total, se formaría un triángulo, teniendo sus vértices en Los Ángeles, Tokio y la Antártida, conectándose por medio de aristas, o sea, líneas de humo. De Tinieblas. En el interior del inmenso triángulo invertido habría emergido una isla diferente a cualquier otra. Una isla muerta, llena de oscuridad, con Tinieblas en los aires, cubriendo los cielos y expandiéndose poco a poco por las aguas del Pacífico. 

Finalmente, tal y como lo habría descrito Ben antes de separarse del gran grupo de discípulas, Pandora y Patrick, en el interior de la Isla Opuesta emergería la Isla del Triángulo, en medio de un lago tan extenso como el tamaño de un poderoso mar. Entonces habría dos islas. Las dos islas. 

¿Cómo pensaba Ben destruir todas las dimensiones de ese modo? ¿Tenía algo que ver el encerrar la Isla dentro de la Isla Opuesta? Ahora las Tinieblas rodeaban por completo el control de la existencia.

Era perfecto. 

Finalmente, el viaje terminó en un abrir y cerrar de ojos. 

La estación petrolera había quedado muy atrás. Bastante, querría decir Patrick, ya que el entorno que apareció frente a él cambió bastante. Ya no había cielos azules, o un mar tranquilo que bailaba al son de las brisas. Ahora el cielo estaba completamente a oscuras, siendo cubierto por una gran capa de Tinieblas que se movían como si fueran nubes llenas de agua; Patrick había aterrizado, junto con las seguidoras de Pandora, y ella misma, en un suelo totalmente diferente al que hubiera creído. Un suelo rocoso, hecho por ceniza y polvo a la vez. 

La Isla Opuesta.

—¿En qué demonios…?

—Cuida tu boca —le reclamó Pandora, sonriendo, mientras avanzaba lentamente y arrastrando los pies—. ¡Qué bien se siente!

Sus discípulas soltaron una risa forzada, y comenzaron a avanzar entre la oscuridad. Frente a la playa siniestra se extendía un bosque negro, cubierto por la misma oscuridad que el resto de la Isla Opuesta.

—Avancemos —le indicó Pandora a Patrick—. Veremos a Ben del otro lado de estos lares.

Patrick sonrió. 

Su curiosidad iba más allá de las barreras que el subconsciente le estaba poniendo en mente. Aquello era más de lo que había soñado. De lo que había vivido. Horas antes fue testigo de la destrucción total de una de las mayores, sino es que la mayor, ciudades del mundo, siendo consumida por las Tinieblas. Había visto su poder destructivo. Su aniquilación. ¿Qué importaba si habían logrado evacuar a sus habitantes? Nadie estaba listo para lo que venía. Nadie, excepto quizá Patrick.

Los primeros pasos fueron los más difíciles. Incluso Pandora se detuvo ante algunas piedras que obstruían el camino. Patrick, detrás de ella, se burlaba de sus tontos intentos de querer pasar por en medio; segundos después, ante la desesperación, el mismo empresario soltó una maldición y esperó pacientemente a que Pandora, junto con sus discípulas, traspasaran los muros con duros y severos golpes.

—¿Por qué no abrir un portal? —se quejó Patrick.

—Las criaturas que habitan en este pedazo de tierra son muy peligrosas —terció Pandora, encarando al empresario—. Un poco de energía y volarán por las Tinieblas, intentando aniquilar a lo que sea que…

—Está bien, está bien, no necesitas contarme toda la historia —la ignoró Patrick—. Lleguemos al fondo de esto.

Cada vez que la tenía en frente, sus temores desaparecían, y Patrick sabía el porqué. Estaba cumpliendo con su destino. Estaba desafiando a la naturaleza misma, y aunque no entendía bien el dicho, también al supuesto Triángulo. ¿Quién mandaría después de eso? Él. 

Sólo faltaba tiempo para posicionarse como la mano derecha de Ben por completo. 

Y justo como si el mismo Patrick estuviera hablando del rey de Roma, el muchacho apareció entre las capas de oscuridad que había entre los árboles.

Ben sonreía, de oreja a oreja, y se sintió un poco halagado en cuanto las discípulas de Pandora le hicieron reverencias. 

—¿Tuvieron problemas al llegar? 

—Para nada —terció Patrick.

—Mandé a Owen a la tierra desolada. Es imposible que salga de…

—¡No lo subestimes! —bramó Ben. La sonrisa había desaparecido por completo de su rostro, mientras que algunas llamas de fuego de color negro emergían de sus brazos en un golpe hacia el suelo—. Espero no sea el mismo lugar al que enviaste a los Pasajeros junto con el líder de la Isla.

—Las bestias de aquella tierra son perversas. No dejarán nada vivo.

—Más nos vale —musitó Ben—, ahora… tenemos cosas que hacer.

Con un movimiento ligero de su mano, se abrió un portal que llevaba directamente a las afueras del triángulo de oscuridad. Se podía ver el mar tranquilo al otro lado de su energía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.