Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 10

James comenzó a correr, sin importarle mucho el hecho de que no tenía ni la más mínima idea de qué hacer a continuación. Sólo sabía, de antemano, que tenía que ayudar a todos los presentes a salir de ahí antes de que Pandora, junto con sus seguidoras, pudiera hacerle daño a alguien. 

La oscuridad ya se había expandido a los alrededores de la zona arqueológica de las Pirámides de Giza. Pandora, por detrás de muchas de sus seguidoras, se dio la vuelta y comenzó a avanzar en dirección hacia ellas, mientras que las discípulas, con fuertes chillidos, comenzaron a correr contra los turistas para comenzar el caos en el lugar. 

 —¡JAMES! —bramó Allori, muy por detrás de él—. ¿Qué locuras haces?

Han iba a su lado, junto con Luna y Chase. Los cuatro esquivaban a la multitud que corría despavorida para ponerse a salvo. Avanzar entre todos ellos era ya lo bastante difícil. Las personas se empujaban, gritaban e incluso ignoraban cuando alguien caía al suelo y rodaba por la arena. Nadie estaba ayudando a nadie. 

Luna logró escabullirse entre un grupo de turistas ingleses, y en cuanto tuvo vía libre para alcanzar a su hermano, se detuvo en seco. Una discípula de Pandora apareció frente a ella. Al momento de soltar el chillido, y extender sus largas y afiladas uñas, la mujer se lanzó al ataque. Luna esquivó los primeros golpes, y de un brinco, rodó por el suelo para reincorporarse más adelante y proseguir con su carrera. 

James no podría detener a Pandora. Al menos no solo.

—¡Vuelve acá! —bramó la mujer.

—Demonios —soltó Luna—. También hablan.

La discípula la siguió de cerca, intentando lanzar zarpazos al aire, mientras que Luna aumentaba su velocidad para así poder evadirlos. Uno de esos golpeando su espalda y sería todo para ella. 

En cuanto las grandes multitudes de personas quedaron atrás, la chica comenzó a correr más hacia la izquierda. Veía, muy por delante, a James, peleando con algunas seguidoras de Pandora, y efectuando algunos disparos de vez en cuando. No debían malgastar la poca munición que llevaban. 

De repente, Luna sintió cómo algo tiraba de ella hacia atrás, para unos segundos después sentir una uña saliendo del hombro de su chaqueta. La discípula la había capturado. En cuanto cayó de espaldas, la mujer tiró de ella para acercarla más hacia sí. Al momento de soltar un chillido para efectuar su ataque, un disparo obligó a la discípula a contraerse. 

Detrás del cuerpo apareció Allori, con una escopeta en manos, corriendo hacia Luna, junto con Han. 

—Igual que tu hermano —le exhortó—, siempre haciendo las cosas sin pensarlo.

—Tenemos que ayudarlo —reclamó Luna, levantándose, y tirando una de las grandes uñas del cadáver de la discípula de Pandora al suelo. Su chaqueta se había quedado con un agujero por encima de su hombro. Un poco más abajo y habría perforado su piel, junto con el músculo—. Si Pandora logra sacar la Pirámide Invertida, será más difícil detener a Ben.

—Sabemos a lo que nos enfrentamos —Han le tendió la mano para ayudarla a levantarse—. ¿Seguimos?

Tal y como ninguno de los presentes lo hubiera esperado, de las arenas negras que había por debajo de ellos emergieron más discípulas, separando al grupo en un instante. Los zarpazos que comenzaron a lanzar en contra de los Pasajeros fue rápido, que incluso Han  tuvo que lanzarse al suelo para así esquivar un par de ellos. 

Allori, por su cuenta, se tiró de espaldas, alzando la escopeta y volando el cráneo de su primer atacante. Con el segundo y el tercero no tuvo tanta suerte. Las discípulas esquivaron los disparos y se desvanecieron entre las arenas negras. Allori se levantó con rapidez, apuntando el arma hacia el suelo. 

Pasados unos segundos, una de ellas emergió desde el mismo y con un rasguño obligó a la mujer a caer de espaldas nuevamente.

—¡Allori! 

Chase apareció por detrás. Había logrado salir de las entrañas de los tumultos de turistas y finalmente se reunía con sus compañeros. En cuanto gritó, alzó su arma para deshacerse del atacante que había dejado a Allori en el suelo. 

En cuanto su cuerpo cayó, inerte, otra discípula apareció de la nada, lanzando un par de golpes contra el agente de la MI6. Chase logró esquivarlos. Su desventaja fueron las mochilas que estaba cargando, ya que su peso le sirvió como carga. 

Por fortuna, Allori se levantó con rapidez, y con un tiro limpio de escopeta, aniquiló a la criatura que tantos problemas les estaba causando. 

—¡DEMONIOS! —clamó Chase—. No recordaba que tan tenaces eran estas cosas… ¡Estás sangrando! 

Allori bajó la mirada hacia su brazo derecho. Tenía un zarpazo lo bastante notorio. Las uñas habían rasgado por completo la chaqueta de la mujer, y habían abierto su piel. 

—¿Qué pasó? —preguntó Han, llegando con ellos—. Oh… eso se ve mal.

—Sujeta esto —Chase bajó las mochilas y le tendió su arma mientras Allori se hincaba en el suelo—. Tenemos que coser la herida, antes de que se infecte. 

—¿Puede pasar? —preguntó ella.

—¿Y Luna? —inquirió Han. 

Los tres giraron la cabeza, en dirección a las Pirámides de Giza. Luna corría en dirección hacia un gran número de seguidoras de Pandora, rodeando la zona arqueológica. James ya estaba muy por delante de ella, luchando contra sus adversarios.

—Igual de necia que su hermano —musitó Han.

A cien metros de ahí, Luna esquivó un brazo que salió de las arenas. Más y más discípulas comenzaban a emerger. ¿Qué estaría tramando Pandora? ¿Qué planeaba con tantas de sus seguidoras en ese lugar? ¿Acaso tenía miedo de que pudieran detenerla? 

Más al frente, James cayó al suelo. Luna no titubeó, ni dudó por un momento en acudir a su ayuda. En cuanto estuvo en un rango coherente para disparar, sacó la pistola que Chase le había dado en cuanto salieron del aeropuerto, y apuntó hacia el par de discípulas que rodeaban a su hermano.




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