Chase estaba estupefacto. No podía creer lo que veía, aunque estuviera sucediendo a quinientos metros de distancia de donde él se encontraba.
Algo había explotado en los interiores del desierto que rodeaba la zona arqueológica de las Pirámides de Giza, y tales maravillas habían desaparecido tras una enorme capa de Tinieblas. En su lugar, de la nada, había aparecido otra pirámide que parecía ser manipulada por la oscuridad misma. Levitaba sobre el aire, y se movía lentamente hacia las alturas, siendo impulsada por las mismas Tinieblas.
—Demonios… —musitó.
Allori estaba arrodillada a su lado, con un par de vendajes encima de su brazo. Le había costado un poco de trabajo a Chase curarla. El zarpazo de la seguidora de Pandora había sido rudo. Profundo. Necesitó más que simples gasas y un analgésico para detener su desangramiento.
—¡Chase!
James corría en su dirección. Luna iba a su lado, y Han por detrás.
—Gracias al cielo se encuentran bien, ¿cómo es que…?
—¿Hay algún modo de ponernos en contacto con las fuerzas militares de Egipto? ¿Algo con qué detener… eso? —James señaló a sus espaldas. Hacia la Pirámide Invertida.
—Yo no…
—Si esa Pirámide llega a la Isla Opuesta, Ben la conectará a la Pirámide de la Isla. Todo habrá terminado para entonces. Es ahora o nunca —añadió Luna.
James asintió con la cabeza, un tanto desesperado, esperando mostrarse comprensivo. Tenía muchas cosas en su mente, y tanto que preguntarle a Luna. ¿Qué había pasado unos minutos atrás? ¿Por qué la seguidora de Pandora no había sido capaz de hacerle daño? James podría jurar que sus garras la habían traspasado por completo. ¿Cómo es que seguía viva, sin haberse inmutado siquiera?
—En verdad, no sabría… —Chase se vio interrumpido al momento.
Un estruendo surcó el aire en ese instante. Se trataba de un grupo de cazas aéreos, sin duda, de la Fuerza Aérea Egipcia. Una docena de F-16 sobrevolaban el desierto, inspeccionando el área.
—No llegaron tarde —observó James.
—Son F-16 Fighting Falcon —indicó Han—. Creados originalmente por la Fuerza Aérea estadounidense en los años setentas. Su fabricante original era General Dynamics, hasta que vendió la compañía Lockheed, en mil novecientos noventa y…
—¿Cómo sabes todo eso? —le preguntó Luna, frunciendo el ceño.
Han sólo se limitó a enseriar su semblante.
—Antes de todo esto me gustaba investigar cosas…
—¡Atentos! —señaló Chase, apuntando con el dedo hacia la Pirámide.
La pregunta de Luna, con respecto a las docenas de seguidoras de Pandora y el propósito de cada una de ellas en aquél lugar, fue respondida en aquél segundo. Varias figuras sombrías que se movían por los muros negros de la Pirámide Invertida comenzaron a saltar desde la oscura maravilla en dirección a los F-16. Algunas de las discípulas no daban en el blanco, y caían libremente hasta aterrizar en las arenas negras del desierto. Otras, en cambio, caían directamente en los cazas egipcios y provocaban algún choque entre ellos, o directamente con la misma Pirámide oscura.
—Por Dios… —musitó Allori.
Otro F-16 intentó esquivar uno de los ataques, y en un intento de virar hacia uno de los costados de la maravilla, se envolvió en Tinieblas, desapareciendo por unos instantes. El avión no volvió a emerger de la oscuridad.
—Tenemos que advertirles —exclamó James, comenzando a moverse—. ¡No pueden derrotar a Pandora ellos solos!
—¡No sé hablar egipcio! —le reclamó Chase, poniéndose a su lado—, debemos confiar en que…
—¡NO VAN A DERROTAR A LAS TINIEBLAS ELLOS SOLOS! —le espetó James, alzando la voz y señalando hacia otro grupo de cazas F-16 que se aproximaban hacia la Pirámide Invertida—. Esa cosa gigante no es de este mundo. Nada de lo que estamos viviendo es de este mundo, Chase, y eso deberías entenderlo. No vamos a derrotar a las Tinieblas con las súper armas que fabrican en grandes masas. ¡Sólo derrotaremos a las Tinieblas con la Luz! Con…
James se calló. Aquellas habían sido exactamente las palabras que, en algún momento, Scott le había dicho, segundos antes de morir.
«Somos… luz… —había dicho el Pasajero—. No permitas que nos quiten eso.»
—James, entiende que…
—¡A UN LADO!
Luna logró tirar de James y de Chase, mientras que Han empujaba a Allori para que ambos pudieran rodar por los suelos, al mismo tiempo en el que un F-16 caía en picada justo a la zona donde ellos estaban. El caza se hizo añicos al momento de impactar en el suelo desértico, provocando una pequeña explosión.
James se quedó sordo por unos segundos. No escuchaba absolutamente nada, sólo un ligero zumbido en los oídos. Cuando alzó un poco la mirada, vio a su hermana, del mismo modo, tapando los suyos con las manos; Chase había caído detrás de él, y gritaba como si estuviera herido; James no podía escuchar su grito, pero podía apostar que era debido al momento.
Abrió la boca para preguntar a Luna acerca de su estado. Sólo escuchó más zumbidos saliendo de él. Como si estuviera debajo del agua.
Debajo del agua.
No estaba respirando. El susto y la ansiedad comenzaron a correr a través de su sangre, gritándole, por así decirlo, que necesitaba inhalar aire o moriría ahí mismo. Podía ver poco. La oscuridad se cernía sobre de él. Estaba flotando sobre nada.
Sentía sus pies, intentando pisar algo sólido para poder mantenerse firme, pero no encontró nada. Sus brazos ya se habían entumecido, pero aun así intentaban rasgar la penumbra que lo estaba envolviendo. ¿Dónde estaba?
Seguía sin respirar, y su cuerpo comenzaba a pedirle aire frenéticamente. En cuanto abrió la boca, algunas burbujas salieron de ella.
¿Estaba bajo el agua?
La Isla. El Triángulo.
—¿Estás bien?
Ya podía escuchar sus palabras. Luna asintió lentamente, y juntos comenzaron a levantarse. Frente a ellos, a unos cuantos metros, estaban los restos del F-16, consumiéndose bajo las llamas ardientes de fuego.