Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 27

—¿Acaso tienes miedo, Dylan? —soltó Ben nuevamente, titubeando en sus palabras, y con el arma apuntando hacia él.

El muchacho no se inmutó. De hecho, ni siquiera temblaba. Se encontraba más tranquilo de lo normal, como si la amenaza que tuviera en frente no se tratara del mismo anciano, o muchacho, que les había dado tantos dolores de cabeza durante los últimos días.

Todos los mercenarios aún seguían esparcidos por la playa, y ninguno de ellos intentó mover un solo músculo. Se encontraban fuera de combate; pero conociendo a Ben, eso no le importaría. Sus poderes serían suficientes para vencer a todo aquél que quisiera oponerse a él. ¿Por qué, entonces, utilizaba un arma como amenaza? Aquél era un impostor. 

Detrás de Dylan, Selina y Liam apuntaban a su adversario del mismo modo que el muchacho, y Aurora se mantenía atenta, a unos metros de distancia de ellos. Todos preparados para lo que Ben estuviera planeando. 

—Este no es Ben —soltó Dylan, bajando el rifle—. No sé quién rayos sea, pero no es Ben.

Los siguientes dos segundos fueron tan rápidos que Dylan no supo a ciencia cierta qué fue lo que ocurrió.

Ben, o el que era Ben, jaló el gatillo con una mueca de asco, obligando a Dylan a tirarse al suelo, esquivando la bala. Liam y Selina, a sus espaldas, hicieron lo mismo, y por suerte, Aurora abrió un portal por debajo de ellos para reaparecerlos del otro lado del ataque. 

En cuanto Dylan volvió a reaparecer, escupiendo un poco de arena, pudo notar que Bill ya luchaba cuerpo a cuerpo con Ben. Su arma había desaparecido, e intentaba defenderse de los ataques rápidos de su contrincante. Ben sacó una navaja de su manga y la blandió contra Bill, quien la esquivó con facilidad, y acto seguido, golpeó la tráquea de Ben con su puño cerrado.

Ahí fue donde Ben soltó el arma, se llevó ambas manos al cuello, y comenzó a toser mientras caía de rodillas. 

—¡Dylan, espera! —soltó Liam, intentando detener a su amigo.

El muchacho se había levantado de la arena y corrió hasta donde Ben se encontraba. Bill, bastante satisfecho por la situación, dio un par de pasos hacia atrás.

—¿Quién eres? —Dylan se inclinó hacia Ben y lo tomó del cuello de su camisa para alzarlo hacia sí y mirarlo directo a los ojos—. ¿Dónde está el verdadero Ben?

—Yo… soy… el verdade…ro —el golpe que le había dado Bill fue suficiente para dejar fuera de combate a aquél fraude. Su voz apenas era audible, y sus manos aún sujetaban su propio cuello—. ¿Acaso no lo…?

—Permíteme —Bill ya estaba al lado de Dylan, y empujó un poco al muchacho para tomar a Ben del cuello, tal como lo había hecho Dylan unos segundos antes, y lo miró a los ojos—. ¿Quieres que atraviese tu pecho con esto?

Dylan supo qué estaba haciendo Bill. Había alzado una de sus manos lo suficiente para que Ben pudiera verla. Si hubiera sido el verdadero Ben, no se hubiera inmutado; pero como cualquier otra persona, hizo una mueca al ver el hueso negro de su atacante, rodeado del poco músculo que quedaba y sus venas, rodeando el tejido. Bill usaba esa técnica, o la había usado bastante en tiempos de antaño, para intimidar, preocupar y llenar de pavor a su enemigo.

—No es Ben —dijo Bill.

—Se los dije —jadeó Dylan—. Pero, ¿quién…?

—Vamos a averiguarlo —Aurora apareció detrás de Ben, y con un  movimiento rápido, su mano atravesó el cuerpo del hombre.

No fue como si hubiera traspasado piel, músculo, tejido y hueso, sino como si el cuerpo entero de Ben se transformara en una capa de neblina, con forma humana. Aurora tiró de su interior hasta que otro cuerpo apareció dentro del humo, tirándolo al suelo, desapareciendo por completo la neblina en forma de Ben que minutos antes había amenazado al grupo.

—¿Quién…?

El hombre que había aterrizado sobre la arena estaba despeinado, y sudaba bastante, como si toda aquella actuación hubiera requerido de un esfuerzo mayor. Vestía de un traje bastante elegante, y sobre su muñeca había un reloj plateado. 

—Es Patrick —terció Aurora.

—¡Cuando…! 

Antes de que Patrick pudiera decir algo, Bill le soltó un puñetazo en la cara, callándolo y quitándole el conocimiento de inmediato. Al caer de espaldas, se quedó sobre la arena, sin moverse.

—Perfecto —soltó Liam—. ¿Qué haremos con él?

—¿Quién es él, para empezar? —preguntó Selina.

—Es un mercenario —indicó Aurora, mirándolo—. Un hombre rico que tiene tratos con algunos hombres de rango peligroso. Ben lo utilizaba para tener recursos casi ilimitados en el mundo real. 

—Seguro estaba al mando del ataque —dijo Liam.

—Ben lo está utilizando como cebo —dijo Dylan—. Todo esto es una distracción. Fue demasiado sencillo.

—Aquí la pregunta es —intervino Bill—, ¿por qué rayos Ben disfrazaría a Patrick de sí mismo? ¿Para hacernos creer que era él? ¿Y eso para qué? ¿Dónde está ese inepto?

—Muchas preguntas para una situación tan alarmante —dijo Liam.

—Deberíamos enfocarnos en responderlas en lugar de sólo hacerlas —le atajó Selina, con el ceño fruncido.

Dylan entendía aquella actitud de la chica. En el pasado, Bill había sido enemigo de todos ellos, llegó a matar a muchos de sus amigos, e incluso a no tener piedad con alguno de ellos. Haber acudido a él para perseguir, detener o matar a Ben, había sido una idea que Dylan tuvo, pero Selina jamás lo habría aprobado. No existía el perdón para un hombre como Bill, o al menos no de parte de ella. 

Un graznido se escuchó proviniendo de la jungla. 

Años atrás, después de llegar a la Isla, Dylan habría querido correr como loco para escapar de las feroces bestias que emitían aquél sonido. Criaturas prehistóricas que corrían lo bastante rápido como para poder escabullírseles a pie. Sin embargo, con el paso de los años, y al ejercer su lugar como líder del Triángulo, Dylan aprendió a domar a los raptores, poder caminar entre ellos sin miedo a que alguno le soltara una mordida que pudiera haber terminado en una horrible tragedia. 




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