Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 29

Allori no necesitó escuchar a James. En cuanto escuchó su murmullo, y la noticia de que la chica estaba sangrando, frenó inmediatamente y giró el volante para entrar por una calle lo bastante estrecha.

—Owen, yo… —James no tenía palabras.

—Estoy en ello —Owen ya estaba apartando al Pasajero para dirigirse directamente a la chica—. Respira muy lento… pero aún tiene pulso. Max, coloca la mano aquí. Sí… las balas siguen en su organismo.

—¿Qué hacemos? —Dianne tenía miedo, pero en el interior sabía que eso no la llevaría a ninguna parte. Ya habían vivido eso con Jim. Sabía cómo reaccionar ante Luna—. ¿Podemos ir a algún lugar? 

—Nuestro hotel es lo más seguro —terció Allori—. Ya casi llegamos.

—Owen… yo… —Max temblaba—. ¿En qué puedo ayudar? 

—Necesito que hagas presión sobre la herida… —James habló sin siquiera saber porqué—. Ten, usa mi chaqueta.

Se la tendió con rapidez y en cuanto Max la tomó, James se dio la vuelta y comenzó a buscar dentro de la camioneta cualquier cosa que pudiera servir de ayuda. Al menos para tener a Luna estable hasta llegar al hotel.

—¿Chase? —Owen tenía el celular de Max en la mano, y se mostraba bastante pálido—. Sí, soy Owen, ¿quién más? Escucha… necesitamos que nos abras espacio. Luna está herida. Necesitamos… cama, gasas, alcohol, pinzas… lidocaina… más gasas, vendajes… ¡tú sabes de esto!

—¡Sujétense! —exclamó Allori, de nuevo girando el volante hacia la derecha.

Entrar al hotel con Luna en sus brazos, la camisa llena de sangre, y un grupo bastante peculiar a sus espaldas, quizá fue de lo más difícil para James. En su mente se atravesaban demasiadas cosas. Detener a Ben, salvar a las dimensiones, descubrir cuál era su propósito… y ahora estaba esto. Salvar a su hermana.

También pensaba en Jim. En su muerte. ¿Sucedería lo mismo?

Por fortuna, y dados los acontecimientos recientes, muchos no parecieron seguir a James con la mirada. El peligro había aumentado a nivel global, y aquello quizá era de lo más normal en un momento así.

—¡CHASE! —bramó Owen en cuanto el elevador se abrió y James, junto con los demás, avanzó por el pasillo camino a su habitación.

La puerta de una de las habitaciones se abrió, y Cooper junto con Han salieron para recibirlos. James confiaba bastante en su mejor amigo, por lo que le entregó a la chica en sus brazos, y juntos entraron a la habitación.

Ahí estaba Chase, y tal como lo había pedido Owen, convirtieron la habitación en una sala de urgencias improvisada. Una de las camas la habían movido hasta el ventanal que daba al balcón, y la otra estaba en el centro del cuarto. A su lado derecho, habían logrado convertir un perchero en un utensilio para el concentrado de suero, y al lado, una mesa con pinzas, agujas, inyecciones y vendajes.

—Hice lo que pude —musitó Chase.

—Recuéstala —le indicó Owen a Cooper—. Por favor, sólo quiero en la sala a Chase, a James, a Dianne… y si Max quiere quedarse, es bien recibido.

Cooper y Han asintieron con la cabeza, entendiendo la gravedad de la situación. Allori, con ellos, salieron del cuarto, cerrando la puerta con sumo cuidado.

—Bien —terció James—. ¿Qué necesitamos?

—Sacar las balas —Owen se puso los guantes de látex, un cubre bocas, y le pasó los mismos materiales a todos los presentes—. Necesito pinzas, lidocaina en las jeringas… hilo quirúrgico… ¿Dianne? ¿Chase?

—Estoy en ello —dijo el novato, atendiendo sus órdenes.

James se colocó al lado de Luna y la miró a los ojos. Seguía consciente, pero débil. Muy débil. 

—James, sujeta esto —Owen le estaba dando una bandeja de plata—. Sacaré las balas. Tengo experiencia en esto.

—¿De cuál? —soltó Max, aún temblando.

—¿Quién crees que le sacó a Dylan todos los disparos que le metieron de vez en cuando? —se mofó Owen—. Cómo se quejaba… una vez Selina le suturó un par de cortes de la cabeza. Parecía niño pequeño, quejándose.

Intentaba agregar un poco de gracia al asunto, y vaya que la necesitaban. En cuanto Owen y James se cernieron sobre ella, Chase encendió las lamparas que había conseguido, y se mantenía atento por si necesitaban de su ayuda. James fue quien, con un poco de esfuerzo, rompió la blusa de su hermana para dejar su viente lleno de sangre a la vista de todos, al igual que su pecho. 

—No retiraremos… eso —señaló el brassier—, por respeto a Chase, quien aún es muy joven para ver estas cosas. ¡Dices algo y te golpeo! 

—Yo lo haré —dijo Dianne, colocándose encima de Luna y rompiendo parte de la blusa para tener mejor visibilidad—. Hombres…

A James no le interesó ninguno de los comentarios. Necesitaban salvar a Luna, no cuidar su aspecto íntimo. 

—Max, necesito que inyectes aquí —Owen iba señalando el lugar—. Vamos a tener que limpiar toda la zona. Chase, ¿puedes…?

Chase ya se había adelantado y con un par de playeras suyas, limpiaba el pecho de Luna, para luego apartarse.

—Bien, bien —musitó Owen—. Aquí está. Tendré que tirar de la bala… puede que salga más sangre…

—¿Más sangre? —farfulló James—. ¡Ha perdido demasiada! 

—Max, sigue inyectando la lidocaina —Owen hizo una mueca—. Ahí está bien. Denme uno… dos… ¡ahí está! 

Él tiró con fuerza del pecho de la chica, y en un quejido por parte de ella, así como un susto de los demás, Owen logró sacar la primer bala. Y justo como había dicho, más sangre salió de la herida.

—¡Tenemos que suturar! —exclamó Chase.

Dianne tomó las pinzas con el hilo quirúrgico y, con ayuda de Max, comenzó a cerrar el orificio mientras James dejaba la bandeja de plata con la bala en la mesa de noche, y los apoyaba limpiando la sangre que salía del interior de la herida. Chase, por su cuenta, comenzaba a cambiar los trapos y los vendajes con los que intentaban limpiar la zona afectada.

—Falta la segunda bala —Owen se movió unos cuántos centímetros para comenzar a trabajar en el abdomen de la chica—. ¿Max?




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