Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 42

James titubeaba bastante, y aunque en el fondo sabía que podían lograrlo, le daba un temor terrible meter la pata, resbalar y caer al vacío, o simplemente, hacer las cosas mal y que el CHASE YC-122 terminara estrellándose en alguna parte de la Isla, o en la misma Pirámide Invertida, aniquilando a todos. 

Sí, pensamientos positivos. 

—¿Estás listo? —Aurora ya estaba a su lado, preparada para la acción.

James echó un vistazo a los interiores del avión. Chase y Cooper trabajaban en las mochilas con el armamento especial que el mismo agente de la MI6 había diseñado. Detrás de ellos, la bomba era custodiada por dos o tres Salvadores que, como a lo largo del viaje, no habían hablado ni dicho alguna palabra para darse a notar; en los primeros asientos, Max y Luna los miraban con suma atención, esperando ser requeridos en aquella misión, y aunque James terminaría reprendiendo a su hermana por una idea así, muy en el fondo esperaba contar con sus habilidades ahí afuera; en la cabina de control, Liam y Selina peleaban con respecto al mando de los controles.

—¡Esta flecha indica que no tenemos combustible!

—¿Acaso estás demente? ¡Todo aquí en el Triángulo funciona por medio de la energía magnética que…!

—¿Ahora sabes de magnetismo?

—¡Si no se callan, nos vamos a matar! —les espetó Dylan—. ¡Y si eso ocurre, yo mismo los mataré! 

James rió por lo bajo. Luego, volvió a mirar a los asientos donde, minutos antes, había estado con Dianne. Ella lo miraba, atenta a cualquier cosa que pudiera decir.

—¿Por qué siempre acechando al peligro? —preguntó ella.

—Para que me haga notar frente a ti —titubeó James, nervioso por lo que estaba a punto de hacer.

Dianne rió, sonrojándose, y se levantó para verlo directamente a los ojos.

—Sólo asegúrate de volver.

—Así lo haré.

Un instante después, James se inclinó hacia ella para besarla y retenerla a su cuerpo. 

—Esto seria tan tierno si no estuviéramos a punto de morir —musitó Cooper.

—¡Romeo, Julieta, andando! —gritó Dylan desde la cabina de control, un poco sarcástico. 

Aurora tomó al Pasajero de la chaqueta, apartándolo de Dianne, y un segundo después, James ya no se encontraba dentro del avión, sino en el fuselaje del mismo. El viento golpeaba con fuerza, y el Pasajero tuvo que inclinarse un poco para que, junto con Aurora, se aferraran al mismo para no caer.

Era asombroso. Las fuertes ráfagas de aire golpeando su rostro, así como lo frío del mismo obligándolo a voltear a ver a Aurora para verificar si ella sentía el mismo miedo que él. Era la primera vez que hacia algo parecido. 

—No te espantes —gritó Aurora.

—¿Por qué habría de…?

Aurora se colocó junto a James y lo rasguñó en sus muñecas.

—¿Qué estás hacien…?

Aurora ignoró el grito del Pasajero, tomó sus manos, y al momento, ambas traspasaron el fuselaje, como si el mismo cuerpo de James no fuera sólido, sino que pudiera traspasar cualquier cuerpo material.

—¿Por qué hiciste eso? —exclamó James, para hacerse oír.

—¡Necesitamos aferrarnos al fuselaje! —respondió Aurora—. Es eso, o caer al vacío.

Para James, aquello era quizás… lo más loco de la vida. De hecho, cada acontecimiento que había vivido desde aquél 21 de enero del año en curso era lo más loco que había vivido en su vida. Sus manos podían traspasar el fuselaje del avión, como si fuera un fantasma. Lo más extraño era, que una vez del otro lado, se podían aferrar a los tubos, o cables, sin traspasarlos del mismo modo.

—¿Cómo te puedo ayudar para que abras el portal?

El CHASE YC-122 se tambaleó, puesto que un gran número de cuervos volvieron a dar impacto en su frente. 

—Distrayendo a esas cosas —Aurora señaló a los cuervos que seguían impactándose tanto en el fuselaje como en la parte exterior de la cabina de control. 

—Son sólo aves —dijo James.

Y justo como si aquella hubiera sido la clave de algún código extraño, algunas de las aves se detuvieron a unos metros de ellos, aferrando sus garras al fuselaje. Sus cuerpos cambiaron de modo repentino, transformando su plumaje en miembros con varias cicatrices y rasguños al rojo vivo; su pico por un rostro sonriente, con los labios secos, el cabello desarreglado y ropa hecha tirones. 

Los cuervos eran en realidad seguidoras de Pandora.

—¡Demonios! —soltó James—. ¿Eso es posible?

Las primeras dos discípulas se lanzaron al ataque, y James tuvo que girar por encima del fuselaje, empleando su nueva habilidad de traspasar lo sólido para seguir aferrado al mismo, y en cuanto la tercer seguidora de Pandora intentó soltarle un zarpazo, Aurora abrió un portal justo frente a ella para desaparecerla en el aire. 

Desafortunadamente, aquél movimiento por parte de Aurora la distrajo. Dos mujeres más se lanzaron contra ella, y al perder el equilibrio, rodaron por fuselaje hasta el timón de la cola, donde Aurora pudo sujetarse de la misma, dejando al par de sus atacantes cayendo del CHASE YC-122.

James también se distrajo, mirando a su amiga, y permitiéndole a otra discípula de Pandora la entrada a soltar un zarpazo en su contra. Antes de que ésta pudiera hacerlo, un disparo la golpeó en el pecho, y ésta cayó inerte sobre el fuselaje, y rodó hasta desaparecer del avión. 

Dylan había aparecido por uno de sus costados, con la escopeta de energía en manos, y moviéndose con lentitud por encima del contorno del CHASE YC-122.

—¿Cómo es que…?

—Chase fabrica utensilios fascinantes —dijo el muchacho. Había usado una granada de portal, y a su cadera estaban sujetas dos cuerdas que lo mantenían adherido a los interiores del avión—. Salí durante diez segundos por la puerta de entrada, saqué una de las granadas, luego por la ventana al otro extremo e hice lo mismo… unas cuantas sogas, seguros y… heme aquí. Al eje.

—¿Y quién demonios está piloteando el avión? —gritó James.




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