Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 45

—Demonios, Luna —Max caminaba con rapidez hacia el pequeño grupo—. ¿Qué le hiciste?

—Yo nada —musitó la chica, aún en el suelo—. Sólo… lo toqué. 

—Pues… estuvo bien, supongo.

—Nos hemos deshecho de uno —terció James, adolorido—. Falta la Pirámide Invertida. Pero…

—Tontos… 

Ben intentó levantarse. Temblaba, como si estuvieran a una temperatura muy baja, y al momento de erguirse, sus piernas apenas podían soportar el peso de su cuerpo entero. Había comenzado a sudar tanto, que la ropa se le pegaba a la piel. ¿Qué rayos le había hecho Luna?

—Ya perdieron —titubeó—. En cuanto las pirámides toquen punta con punta, toda la energía acumulada pasará por estos conductos. La Pirámide Invertida ya me reconoció como su igual, así que seré el único que no será consumido por su fuego y oscuridad, y pronto seré el amo y señor de todo el univer…

Max dio un paso al frente, y con el puño cerrado, obligó a Ben a callarse. El muchacho cayó de espaldas, totalmente noqueado, sangrando por la nariz, y perdiendo el conocimiento de nuevo.

—¡Rayos, Max! —bramó Dianne—. Eso fue espectacular.

—¡Me siento como James Bond ahora!

—¡JAMES! 

El Pasajero se alarmó, y casi por instinto, sujetó la mano de Dianne con fuerza, como si algo muy grave estuviese sucediendo. Del otro lado de la planicie general, Dylan alzaba las manos, indicándole que se reunieran en seguida. 

—¿Qué sucede? —James alcanzó a trotar, acercándose al lugar donde los restos del CHASE YC-122 escondían a Chase y a Cooper, recuperándose de la batalla que ya había dado fin.

—Eso ocurre.

Dylan señalaba la bomba, o lo que era la bomba. 

Por un instante, James lo había olvidado. Se había sumergido tanto en su batalla con Ben, que pasó por alto aquél momento. 

La bomba estaba dividida. La granada de portal que había intentado usar contra el muchacho se había activado, dividiendo el motor en dos, y una parte se encontraba a dos metros de la otra.

—No va a durar el portal —dijo Cooper—. Se cerrará, ¿cierto? Y si sucede eso… ¿volará en mil pedazos?

—Negativo —dijo Chase—. Será como si hiciéramos una separación del motor sin sus interiores. Quedará obsoleto. 

—¿No podemos moverlo? —preguntó Liam—. ¿Cómo lo sacaron del submarino?

—Dudo que eso se pueda… —Chase se agachó del lado del primer motor para poder ver mejor el panorama desde otro ángulo—. La embestida del avión hizo que parte del motor traspasara el suelo del CHASE… será imposible mover todo esto entre dos personas.

—Entonces lo haremos entre todos —indicó James—. Aurora, llévate a Luna. 

Miró directamente a la mujer, quién entendió su mensaje al momento. Pero antes de que pudiera abrir un portal para llevar a cabo tal acción, Luna se lanzó sobre James, con los ojos bañados en lágrimas.

—No, James… vamos a hacerlo todos juntos…

—No vamos a poder, necesito que estés fuera de aquí —luego miró a Aurora—. Llévala a la Isla Opuesta. Ahí están los aviones. Estará a salvo ahí. 

—¡Hermano, no! —Luna no lo soltaba, y Aurora ya estaba tomándola del brazo—. Por favor, no… ¡no quiero perderte!

—Te voy a volver a ver —la intentó tranquilizar—. Tenemos que hacer esto o todo el mundo va a morir. No podemos fallarles.

—¡James, no…! 

—Luna, escúchame.

—¡Perdóname…! —lloraba Luna—. Perdón por haberte gritado, por haberte dado la espalda… ¡no me dejes! 

James no tuvo de otra. La tomó entre sus brazos y la abrazó con tanta fuerza que, hasta por un momento, sintió cómo su corazón se hacía pedazos. Estaba dejando a su hermana.

Para siempre.

—Te amo —le susurró al oído—. Te volveré a ver. 

Después de decir esas palabras, miró directamente a Aurora para que tirara de su hermana, y segundos después, las dos desaparecieron por medio de un portal. 

La sala se quedó en silencio.

—Bien… —musitó Max, un poco apenado—. ¿Vamos a morir, cierto?

La Pirámide Invertida se detuvo de golpe. En realidad, ninguno de los presentes había sentido que se movía, pero con un golpeteo instantáneo, todos cayeron al suelo.

—Se detuvo —dijo Selina—. Estamos encima de la Ciudadela.

—Demonios, demonios, demonios, demonios —soltó Chase.

—Tardará unos minutos en descender —dijo Dylan—. ¡Vamos a mover esta cosa para poder activarla! 

James fue de un lado del motor, desde el primer portal, para comenzar a empujar la bomba, junto con Dylan, Cooper y Liam, mientras que del otro lado, Chase y Max se encargaban de tirar de los restos del fuselaje.

—Es inútil —dijo Liam—. Son más de dos toneladas. Se necesita una grúa para esto.

—¿Tienen grúas en la Isla? —preguntó Cooper.

—Dos… enterradas… en un cementerio —musitó Selina—. Larga historia. Bill y sus locuras.

—Aquí el punto es —intervino Dylan—, que no vamos a poder… se necesitan dos personas ahora para activar esta bomba. 

—Yo me voy a quedar —James alzó la voz para que todos pudieran escucharlo.

El silencio volvió a repetirse. 

Era lo que tenía que hacer. Ese era su propósito, ¿no? Por eso el triángulo tatuado en su pecho. Por eso toda la aventura desde el 21 de enero. Por eso había muerto en el Puerto, para ser creado desde cero, renovado, único, redimido, y avanzar contra las capas de Tinieblas y enfrentar a Ben. Ese era su destino. Morir en la Pirámide. 

—Me quedaré contigo —dijo Max, colocándose a su lado—. Necesitas otro par de manos para activar la combustión.

—Max, es un viaje de ida solamente…

—Entiendo, entiendo.

—Tienen que irse —James miró a los demás—. Aún quedan paracaídas en los restos del fuselaje. ¡Andando! ¡No hay tiempo! 

Liam y Selina, junto con Chase, fueron los primeros en aproximarse a los restos del avión para buscar los paracaídas que se usarían en el descenso a la Isla. Sin embargo, Dylan parpadeó varias veces antes de seguirles los pasos. El único que se quedó quieto, pasmado, fue Cooper.




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