Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 46

Con un zumbido, James sintió cómo toda la estructura de la Pirámide Invertida comenzaba el descenso. Se imaginaba como un elevador de gran tamaño, bajando lentamente hasta el sótano. La diferencia era que, cuando un elevador llegaba a su punto mínimo no explotaba, ni la existencia era borrada, cosa que sí ocurriría si no activaban la bomba. 

—En cuanto tiremos de las palancas… bueno —musitó Max—. Será todo. El fin.

James observó la bomba con determinación. Curiosamente, nunca había tenido el tiempo, con anterioridad, de prestar atención a los detalles que tanto Max como Chase habían puesto en el motor del submarino. Sus palancas no eran palancas en sí, sino tubos demasiado delgados que servirían como mecanismo para activar la combustión interna, y así volar en pedazos todo el plutonio con el TNT. Aquello provocaría una explosión bastante grande, como si fuera una bomba nuclear.

—Vamos a dejar el Pacífico lleno de radiación —dijo Dianne.

—No lo creo —a Max ya se le veía un poco nervioso. Le daba miedo morir, pero no se iría. No abandonaría a sus amigos—. En cuanto la bomba estallé, la Pirámide Invertida se auto consumirá a sí misma, repeliendo las Tinieblas y la oscuridad a nivel global… o eso dijo Aurora. 

Eso no quitaba de en medio el hecho de que activar la bomba era aterrador. 

—Saben… morir no es tan malo —musitó Max—. A fin de cuentas, vivimos una increíble aventura, ¿no?

Madrid, París, Londres, El Cairo… La Isla, la muerte, las Tinieblas. Si lo pensaba de ese modo, aquella aventura era digna de vivirse. James había conocido a personas magníficas, y aunque algunas de ellas ya no se encontraban con ellos, como Scott, Han, Miranda, le era grato recordarlos por lo que hicieron. Dianne, a su lado, y los muchachos que provenían del Triángulo. Todo era perfecto, y su hermana… 

Luna.

James jamás la volvería a ver. Le había mentido, de nuevo, para asegurar que su hermana saliera de ahí. Había logrado lo que en el pasado no. La había salvado. Pero necesitaba asegurarse de ello. Asegurarse de que saldría de ahí con vida, de que viviría plenamente, y feliz, sin miedo a lo que pudiera acontecer después.

Y sólo había un modo de lograrlo.

—…entonces, lo que pienso que va a suceder después de bajar las palancas, es…

James dio un paso adelante, y tomó a Max por el cuello de su chamarra, y tiró de él hasta que comenzaron a moverse en dirección a la única apertura que daba caída libre hacia la Isla.

—¡JAMES! —bramó Max—. ¿Qué estás haciendo? 

—Dianne, tráeme un paracaídas, por favor —le dijo a la mujer.

—¡JAMES, NO! —gritó Max—. ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡Me voy a quedar contigo! ¿Qué estás haciendo?

James ya estaba a diez metros del agujero en el cristal. A partir de ahí, había una distancia de, por lo menos, 10,000 metros hasta la Ciudadela. 

—Necesito que salgas de aquí —le dijo al muchacho—. Te necesito fuera de la Pirámide.

—No, me voy a quedar contigo. ¡Eres mi mejor amigo! ¡No te voy a dejar…!

—¡TE NECESITO ALLÁ ABAJO! —James se detuvo y miró a Max directamente a los ojos—. ¡TE NECESITO CON LUNA! Cuídala. Ámala. Guárdala. Necesito que me hagas ese favor.

—No, James… —Max no recordaba la última vez que había llorado, pero no podía hacer eso—. Tengo miedo.

—Max, escúchame —a James se le quebraba la voz—. Voy a morir. ¿De acuerdo? Yo soy el que tiene miedo; voy a morir… Y no por esto —señaló a su corazón, donde la sangre había manchado su playera y la chaqueta por la herida que Ben le había hecho—. Voy a morir, salvándolos a todos. Voy a hacer lo que tengo que hacer. Ni Luna, ni tú, entran en este camino.

—No te voy a dejar —soltó Max.

—Necesito que vayas y te quedes con Luna —insistió James—. Ella te necesita, y tú la necesitas a ella. Por favor, Max.

Dianne llegó, aún paralizada por la situación, y le tendió un paracaídas a Max. Detrás de ella, Dylan, Liam, Chase y Selina, junto con Cooper, observaban la situación con suma atención.

Max, aún con lágrimas corriendo por sus mejillas, comenzó a ponerse la mochila del paracaídas en su espalda, y James lo ayudó a amarrarla bien, así como con sus diferentes ataduras.

—Gracias, Max —musitó James—. Dile que lo siento, y que la amo. 

De nueva cuenta, tomó a Max de los hombros, se acercó al borde, y con una sonrisa, soltó a su amigo. Max cayó por los aires en dirección a la Isla, y varios segundos después, su paracaídas se abrió.

Max estaría a salvo, al igual que Luna.

—¿La activarás tú? —Dylan llamó la atención de James. 

Él asintió con la cabeza, sin dejar de mirar el punto de color azul que descendía en dirección a la Ciudadela. Max estaba a salvo, y Luna también. Ya no quedaba más por hacer, sólo cumplir con su propósito.

—Y yo —Dianne volteó para ver al líder de la Isla—. Lo haremos los dos —luego, dirigió su mirada hacia James, quién la tomó de la mano con firmeza—. A fin de cuentas… los dos fuimos creados por el Triángulo.

—Así será —Dylan afirmó con la cabeza—. Entonces es tiempo. ¿Liam, Chase? 

Ambos asintieron, se despidieron con un estrecho de manos, y corrieron hacia el agujero para seguir los pasos de Max. Chase titubeó al principio, pero a fin de cuentas, terminó saltando por miedo a quedarse ahí.

Cooper se despidió de un modo más lento. Abrazó con fuerza a su mejor amigo, e hizo lo mismo con Dianne, no sin antes llorar un poco.

—Ya, ya grandote —James le dio una palmada en la espalda—. Hazlo. Ve y sálvate.

Selina se despidió primero de Dianne, mientras Dylan se dirigía hacia James, listo para despedirse y salir de ahí.

—¿Qué harás con él? —Dylan le dirigió la mirada a Ben, que seguía tirado en el suelo, sin conocimiento.

—Ya veré si dejo que se quede a la fiesta —dijo el Pasajero, mientras miraba el cuerpo de la persona que tantos problemas les había causado. Luego miró de frente al líder de la Isla—. Gracias por todo, Dyl…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.