Paralelo [pasajeros #4]

Capítulo 47

Owen volvió a tirar del gatillo, y la última discípula que venía de una de las calles más grandes de la Ciudadela cayó al suelo, inerte.

—¡Listo! —gritó—. Ya quedó limpia esta parte. ¿Puedo pagar la operación?

Antes de que pudiera girar, llegó a notar a un Pasajero de Tinieblas a punto de atacarlo por la espalda, pero al instante, una ráfaga de balas lo golpearon, dejándolo sin vida, y cayendo por el suelo.

Del otro lado de un montículo de tierra, apareció Bill, con una escopeta, y uniéndose a su hermano en medio de una avenida.

—¡Llegas tarde! —le espetó Owen.

—De nada —farfulló Bill, colocándose a espaldas de su hermano—. ¿Crees que aquí quedemos? ¿Que este sea el fin?

—¿Arrepentido? —se bufó Owen—. Hace unos años, o para mí, hace unos meses, intentabas hacer todo esto.

—El hombre tiene naturaleza caída, ¿recuerdas?

—¿Esperas que por eso te perdone?

—Estamos espalda a espalda, codo con codo, defendiendo lo más grande que existe. Lo más superior. ¿Eso no es suficiente para ti?

Owen volvió a disparar, y acto seguido, se giró con rapidez para mirar a su hermano de frente.

—Tal vez. 

A unos cincuenta metros de ellos estaba la tan majestuosa Pirámide, y aunque Owen la había visto algunas veces, se seguía maravillando por lo majestuosa que era. Paredes de cristal casi transparentes, y unas dimensiones en realidad colosales, la Pirámide no había cambiado en nada, y aunque estuvo varada ahí por semanas, le sentaba bien encontrarse en medio de una ciudad abandonada. 

—Mira quién viene —señaló Bill.

Un portal se abrió, y Aurora emergió de él, junto con Luna. La chica traía el Ladrillo faltante entre sus brazos.

—¡Por fin! —soltó Owen—. ¿Y los demás? ¿Ben? ¿Lo vencieron?

Luna asintió, bastante deprimida.

—Le quité sus poderes —musitó—. Pero hubo un incidente.

—¿Qué sucedió?

—Una granada de portal dividió la bomba —respondió Aurora—. Una mitad está de un lado, y la otra, a dos metros de distancia. James y Max la van a activar. Están esperando a que la Isla se aparte. 

—Dudo que Max sirva de algo —Bill señaló hacia el cielo.

—¡AHÍ LES CAIGO! 

Era Max, descendiendo con lentitud, sobre los restos del ejército de Pandora. En cuanto tocó suelo, rodó por el mismo, y soltando palabras un poco ofensivas debido a lo duro del golpe.

—¡Max!

Luna fue la primera en llegar a él, y con ayuda de Bill, lograron quitarle todo de encima.

—¿Y James? —preguntó la chica. 

Max negó con la cabeza, para luego mirar hacia la Pirámide Invertida. Estaba a unos cinco mil pies de altura.

—Hará lo que tenga que hacer.

Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas, y no pudo soportar el dolor que sintió. Alzó los brazos, y abrazó a Max con fuerza mientras su rostro se escondía en el pecho del muchacho.

Unos minutos después, más puntos se lograron ver en el aire. Dylan fue el primero en aterrizar, seguido de Cooper, Selina, Liam y finalmente Chase. Este último estaban más blanco que la nieve, temblando de pies a cabeza, por la adrenalina que había vivido en la caída libre.

—¿Estamos todos? —preguntó Liam.

—Dylan —lo llamó Owen—. Tenemos que colocar el Ladrillo en la Pirámide. En cuanto esté completa, la Isla se moverá. 

—¿Desaparecerá? —preguntó Max.

—Así es —terció Aurora.

—Eso creará, nuevamente, un enlace que conectará esta dimensión con la Isla. Asunto resuelto, por si se les había olvidado ese detalle —murmuró Owen—. Pero para entonces tenemos que movernos. En cuanto esa cosa explote, la Isla Opuesta también desaparecerá. Tenemos que sacar los dos aviones de ahí.

—Iré contigo —dijo Bill—. Cuatrocientas personas son difíciles de controlar. Pero tenemos que irnos ya mismo.

—Así lo entiendo —dijo su hermano—. Dylan, esto es tuyo —le tendió el Ladrillo en sus manos—. Justo cuando lo coloques, la Isla se moverá. Estará a salvo, habremos terminado.

—Supongo que ya no te volveré a ver —el muchacho tomó el Ladrillo, y le estrechó la mano con firmeza, mirándolo a los ojos.

—Nos volveremos a ver, muchacho, no lo dudes —él lo abrazó con fuerza—. Recuerda que puedo venir a la Isla y recordarte como hacer las cosas. Pero por el momento —le sonrió—, estoy orgulloso de ti.

Después de soltar a Dylan, Selina se abalanzó sobre Owen y lo abrazó sin decirle palabra.

—Chase, ¿te vas con ellos? —le preguntó Dylan.

—Claro que sí. Tenemos que llevar a todas esas personas a casa. Con respecto a la Isla… muy bonito, muy bonito este lugar.

—Deberías ver las catacumbas, eso te sacará una sonrisa también —Bill se acercó a Dylan y le estrechó la mano—. Gracias, chico. 

—¿Volverás a tu celda? —preguntó Dylan.

—Ya veremos dónde me encierra Owen —se bufó—. Andando, Aurora. ¡Portal! Necesitamos salir de aquí.

La mujer sonrió por lo bajo, y abrazó a Dylan. Aunque llevaba pocos días conociéndolo, sabía que era su hermano, o algo así. 

—Encuéntrala —fue lo último en decir, antes de darse la vuelta—. Ella te necesita, tanto a ti como a tu hermano.

Y dicho eso, se fue.

Los últimos en despedirse fueron Max y Luna, quienes se veían lo bastante afectados por lo que estaban viviendo en ese instante. Dylan abrazó con mucho cariño a la chica, y después, estrechó la mano de Max. 

Era triste, y sabía que jamás los volvería a ver. Su destino era otro. Uno mucho más grande. 

—¡Andando, mini Romeo y mini Julieta! —los llamó Owen.

Aurora ya había abierto un portal lo bastante grande y resistente para poder transportarlos a todos hacia la Isla Opuesta. Max y Luna fueron los primeros en entrar, al igual que Bill y Chase.

—¡Cooper! —Owen fue el único que no entró en él—. ¿Qué estás…?

—Me voy a quedar —dijo el Pasajero, con una sonrisa llena de nostalgia—. Tú mismo lo dijiste. Necesito de este lugar.




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