Paralelos

Capitulo VI: Plazoleta

Los días fugaces de felicidad se esfumaron para Jean, ahora solo le quedaban días lentos y aburridos. Incluso, llegó a comportarse distante con Myers porque sabía que le hacía daño ese hecho. Intentaba incorporar a su cabeza lo charlado con Daniel, “¿Valia la pena convertirse en su mejor amigo?” Se preguntaba el joven, buscando una posibilidad de lograr esa meta, pero para ello, debía eliminar el sentimiento que tenía hacia ella.

Hundido en la desesperación, en la tristeza, acudió nuevamente a Daniel. Buscaba contención, un escucha, y un par de palabras que lo ayudaran a superar esa situación. Tan rápido como fue posible, logro juntarse con él. Esta vez, la circunstancia parecía diferente a la inicial. Ambos quedaron sin dar una solución posible al problema. La elección se remitía a una confrontación hacia ella y a sus propios sentimientos. A pesar de no obtener una respuesta satisfactoria de Daniel, la carga a sus espaldas disminuyo considerablemente.

Cuando regresó a su hogar, sabía lo que tenía que hacer. Ahora, solo debía de tomar las riendas y llevar a cabo este cara a cara consigo mismo, para luego enfrentar a Myers. Espero hasta un viernes a la noche para invitarla a salir de vuelta.

- Oye Ruby, ¿Te gustaría salir conmigo este sábado? – A diferencia de otras ocasiones, tras enviar el mensaje, no estaba nervioso. Poco a poco asumía su deber, reprimir el sentir o alejarse de ella.

- Bueno, no veo porque no. ¿A qué hora dices tú? – Al leer el mensaje, supo que la próxima vez, era todo o nada. Una lucha entre ser su mejor amigo o ser conocidos. Una lucha donde no solo enfrentaba a ella, sino a sí mismo.

- Y a las siete de la tarde… - Respondió Jean. – Ya sabes, en el mismo lugar de siempre.

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Llegado el día, el lugar de encuentro fue la plazoleta de la Cruz. La joven, vestía ropas de color blanco y negro, similar a un traje, eso resaltaba el color de su cabello y una mirada suave hacia Jean. Por su parte, el muchacho vestía una delgada campera gris y un pantalón de color azul oscuro, lucía un tanto apagado ante el aspecto de las demás personas, pero no para Myers. Al acercarse, se saludaron por un abrazo corto y entre algo de silencio, comenzaron a caminar por la avenida.

- Tanto tiempo sin vernos Ruby. – Guardaba sus manos en el bolsillo para intentar contener lo que sentía en ese momento.

- La verdad, yo te extrañaba mucho Jean, ¿Me extrañaste? – Colocó sus manos hacia atrás y lo miro a sus ojos.

- Claro que te extrañe, no preguntes eso si sabes la respuesta. – Sonrió con pocas ganas. – Quiero preguntarte algo, tú que estas en pareja, ¿Qué es el amor? – Por medio de la pregunta quería obtener alguna respuesta que calmara su sentir, que ayudar a tomar una buena decisión de la cual no poder arrepentirse.

- Que gran pregunta, pero es muy complejo chico. – Hizo un silencio para mirar el cielo en pleno atardecer. – Supongo que es algo que te hace muy feliz, de querer estar con la otra persona un montón de tiempo, compartir momentos, abrazos y caricias. Pero dándote una respuesta varonil, es una basura extremadamente hermosa.

- Esta buena tu opinión, sobre todo la última, siempre queriendo ser algo ruda. – Jean intentaba contenerse, algo de la tristeza que le invadía. – Me gustaría dejar de amar a alguien, ¿Sabes cómo hacer eso? – Indirectamente, quería ver si ella era capaz de registrar sus sentimientos. A su vez, percataría algún gesto en su rostro, tan siquiera un indicio que le permitiera quedarse o no.

- Esta difícil… - De repente, su rostro pareció apagarse. – Para dejar de amar, creo que habría que cortar lazos por completo. – Luego de escuchar sus palabras, Lacer quedaba más convencido de lo que debía hacer. Intentó disimular su malestar, pero rechazó la idea de abandonarla. En su necedad, eligió la línea que trazaría.

- Myers, cambiando de tema, ¿te gustaría que fuese tu mejor amigo? – Sabía que, desde ese punto, no habría retorno. Acomodó su pelo repetidas veces en la espera de su respuesta.

- Qué propuesta. – La joven se sintió incomoda, tanto que soltó una risa forzada y le golpeó suevamente en la espalda de Jean. – No me llames por mi apellido, suena bastante raro. Y respecto a eso, lo veremos con el tiempo, pero de verdad, me caes muy bien. En el futuro quizá lo seas o no, no lo sabremos hasta entonces.

La tarde-noche prosiguió, ambos lograron componerse ante la situación de incomodidad. Compartieron unas galletas rellenas de dulce de leche en la plaza central, caminaron cerca de la rotonda de la salida y regresaron hasta la plazoleta, donde, nuevamente, se despidieron con varios abrazos largos.

Pasaron dos meses, ambos continuaron saliendo durante los fines de semanas reforzando su vínculo. Jean se amigaba cada vez más a la idea de ser su mejor amigo, tanto que finalmente Myers le reconoció como tal. Sin embargo, muy en el fondo, a Jean aun le gustaba ella. Reconoció su sentir, puesto que un sábado, salió con ella a las diez de la noche, aun cuando los padres no le permitieron. Lo consiguió gracias a que había mentido que tenía un cumpleaños de un compañero en el barrio del frente del suyo. Como requería de horarios, dijo que volvería a las dos de la mañana. Esa noche Myers se quedó hasta las doce en punto, dejando a Jean solo en la oscuridad de la plazoleta. El muchacho estaba frustrado, tuvo que esperar dos horas para volver, o su mentira iba a desvanecerse. Haber echo aquella acción solo para verla dos horas sabiendo el precio que iba a pagar, era definitivamente, amor. “¿Este era el precio de ser el mejor amigo?” Se preguntaba Jean.



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En el texto hay: amor, amistad, vinculos

Editado: 20.09.2024

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