Paralelos: El registro

Capítulo 8

     Ya se fueron casi todos. Qué raro que todavía no vino. Encima los dirigentes me miran como preocupados. Fue lindo el atardecer. Empieza a hacer un poco de fresco. Ahí está mi dirigente, me vio y caminó apurada. Voy a llamar de vuelta a ver si me atiende. No, está manejando, no me va a atender, nunca atendía manejando. Se está haciendo muy de noche. Allá va mi dirigente otra vez, pero ni me mira. Y si lo llamo a papá. ¡Claro! Que tonta, ahora lo llamo a ver si sabe algo. Uh no, no, no… uf. Se apagó, que porquería. Encima no me sé el número. Mejor entro y lo pongo a cargar. Es linda la cabaña, fue un buen campamento. ¿Dónde metí el cargador? Ah, aquí está, tengo que ordenar mejor mi mochila. Ya fue, para la próxima. Uh, tarda en prender, que porquería. Siempre lo mismo. Las dos cosas son una mierda. Ahí enganchó. Uh no, otra vez. Que ganas de romper todo carajo. Ahí está. Tiene que cargar un poco y después lo prendo. Uh, se volvió a correr. ¡Qué bronca! Ahí creo que está. Sí, sí. Está cargando. Unos minutos y lo prendo con cuidado. Ahora lo prendo a ver. Sí, prendió. Que lento que es este celular. ¡Dale, porquería! Uh se tildó, encima dejó de cargar. Ahí está ¿Eh? Parece que me estuvo llamando papá. A ver… ahí suena, a ver… no me atiende. ¿Por qué no me atiende? Ah, por ahí me está llamando él. No, sino me daría ocupado. Qué raro. A ver otra vez. No, sigue sin atenderme. Qué raro. ¿Qué es ese ruido afuera? Llegaron un par de coches parece. ¿Esa es una patrulla? No es una ambulancia. ¿Quién se habrá lastimado? No, es una patrulla, así son sus luces. A ver, en la ventana se va a ver mejor. Sí, sí, son policías. Ahí va mi dirigente a recibirlos. Uy, qué cara de susto que puso. ¿A quién busca? ¿Por qué me mira a mí? ¿Por qué me mira así? ¿Qué pasó?

 

     — ¿Qué pasó?

     — ¡Colapsó! Le agarró un ataque de nervios en mi casa.

     — ¿Qué le hiciste? ¡Bianca! ¡Tranquila Bianca! ¿Qué te pasó? ¿Qué te hizo Abel?

     — ¡Vete al diablo! Estábamos desayunando y nada más. Luego hablaremos pero ahora importa la salud de Bianca.

     — ¡No tengo dudas de que fuiste tú Abel! ¡Eres una mala influencia!

     — ¿En serio papá? ¿Vas a hacer esto ahora? Preocupémonos por Bianca.

     — ¿Quieren callarse los dos? ¡La ponen más nerviosa! Bianca, querida, trata de calmarte. Ya viene la ambulancia. ¡Richard! ¿Ya la llamaste?

     — Ya la llamé yo mientras venía, Clara. Le tomé los signos vitales y está todo en orden.

     — ¡Vámonos en el auto! ¡No vamos a esperar más! ¡Abél abre el portón por favor!

     — Entra al auto Bianca, quédate tranquila, estará todo bien. Voy por los papeles Rich.

     — Tranquila Bianca, está todo bien. Ya va a pasar. Baja la ventanilla, respira profundo. ¡Apúrate Clara!

     — Ya está todo. Vamos Abél, aguarda y cierra el portón cuando salgamos.

     — ¿No vienes Abel?

     — No, no viene.

     — Voy en mi moto, no sé si estas apto para conducir. Los espero haya. ¿Van al Italiano?

     — Vete a la mierda Abel. Por mí ni vengas.

     Bianca, lloró a sollozos todo el camino. Richard condujo acelerado y nervioso más por la pelea con Abel que por el estado de su hija. Clara sostenía la mano de Bianca intentando calmarla hasta llegar al hospital. Al llegar, visto y considerando que no lograba calmarse, la sedaron.




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