Reconozco que pienso demasiado, y se que muchas veces exagero las cosas, pero por esta vez, quisiera decir algo que pienso:
Tengo miedo a ir a la cama, descansar. Mi cabeza es mi peor enemiga, y siempre encuentra formas diferentes de acabar conmigo. A veces sin solo sueños, otras veces, imágenes. Jamás se que es real, o que no lo es.
Despertar, sin ningún recuerdo, ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue acá?
Intento levantarme, pero, creo que no podré. Tubos rodeando mi rostro. Cables y tanques de oxígeno a mi alrededor, me retienen. Creo que me encuentro en un hospital, y creo que mi hora ha llegado
pero ¿¡cómo llegue a esto!? ¿¡qué fue de mi vida!? Y sobre todo, ¿tuve una?
Todo me da vueltas, mis sentidos están anulados, o en su gran parte; lo único que podría ver, eran las cuatro paredes de un blanco gastado, con unas cuantas rajaduras que conformaban la habitación en la que me encontraba; una luz amarillenta que golpea mi rostro me impedía distinguir, algunos cuadros que colgaban de los muros. Llegue a reconocer una imagen, era un hombre tendido en una cama. Si estuviera algo lúcido, diría que soy yo; cada detalle es preciso: una cama de metal, desgastada; un colchón y algunas sábanas, que yo no usaría, sucias y desgarradas; algunas cobijas manchadas con lo que pareciese ¿sangre? Tal vez no vea bien, pero su aspecto es tan real, pareciese como si realmente... No, no es real, no puede.
Me recuesto e intento olvidar esa imagen, apoyo mi cabeza en la almohada una vez más, pero, logró sentir que mi cabello está algo viscoso, húmedo. Creo que mis sentidos han vuelto, ya que un olor nauseabundo viajaba hacia mis fosas nasales, dándome una sensación de repugnancia.
Se que no debería moverme, pero, necesitaba saber que era aquello, y el porque.
Inclinó mi cuerpo con cuidado, y logró sentarme, tocó mi pelo con suavidad, y siento, una sustancia viscosa, la acerco a la vista, para ver que era, cuando logró observar, veo, que mis dudas son verdaderas, no era más que sangre, rijosa y espesa. Giro mi cabeza, y veo en dirección, hacia donde mi cuerpo reposaba, y comprendo, que mis dudas eran ciertas, él de aquel cuadro sombrío, era yo