Parallel stories: World Peanut

Primera parte

Tengo miedo de muchas cosas, lo más frecuente es tenerlo al intentar ir a la cama. Al apagar la luz, viendo todo en silencio veo como sombras caminan hacia mí. Reconozco que pienso demasiado, y que muchas veces suelo exagerar las cosas, pero alguna vez en mi vida quisiera creer que, algo de lo que veo o pienso es real por insignificante que sea.

He ido con profesionales, me han dicho que es nictofobia, y que todo se da por mis miedos irracionales ante la idea de lo desconocido en la sombra de los lugares recónditos de nuestro mundo.

Todo era normal para mí, hasta la muerte de mi abuelo paterno. Descubrí que dormir poco hace que sueñe cosas extrañas, pero lo que más me aterra es aquel cuadro de mis antepasados. Mi abuelo, aquel joven llenó de vida y energía, el cual termino sus últimos momentos postrado en una cama, lleno de tubos por toda la cara, los cuales lo mantenían vivo, ya que él no podía respirar con naturalidad.

Aún recuerdo esa noche, en la que se levantó alterado, pidiendo a gritos que necesitaba que lo retratasen. No era una propuesta muy usual y hasta dudamos de su cordura por algunas horas, hasta que decidimos cumplir con su petición. Nunca entendí la razón del porqué había pedido esto, o talvez porque sus últimas palabras fueran aquellas.

Aquel cuadro lo retrataba muy bien, su figura esbelta, su tez quemada por la exposición al sol durante tantos años, sus ojos ya casi marchitos por el tiempo, hasta su última arruga posaba en ese retrato.

Quién diría que en sus últimos momentos fuera él quien le daría sus últimos detalles: ya eras pasadas 2Am, él descansaba tranquilamente en su cama, ya no quedaban muchas personas en el hospital, era tarde y las pocas enfermeras que permanecían, hacían su ronda nocturna. Se levantó a pesar de su condición, tan solo para verlo, aunque sea una vez más. Tras su repentino accionar, su hipotensión ortostática lo tiro al piso rápidamente, no sin antes hacer que golpee su cráneo con la esquina de su camilla de metal. Aturdido por el golpe, se repuso lentamente y, erguido en sus dos piernas finalmente, posó frente su imagen, extrañado de un simple detalle, una marca rojiza deslizándose por su oreja, destinada a sus ropas blancas de algodón. Tras observarlas por largo rato, decidió volver a su camilla a descansar, para así jamás volver a despertar.

A veces observo ese cuadro, y pienso «¿qué habrá pensado él en ese momento?» en ocasiones Reconozco que pienso demasiado, y sé que muchas veces exagero las cosas. Esta noche “antes de dormir” prefiero arrojar ese cuadro lo más lejos posible y ya jamás volver a pensar en aquel momento de mi vida.

***

A la mañana siguiente, al despegar aquel viejo retrato siniestro, dos sobres apolillados y amarillentos cayeron en mis pies. Deje el cuadro reposando sobre el suelo y tome de inmediato aquellas cartas. Ambas eran de mi abuelo, pero lo más extraño es que, a pesar de su mal estado la tinta permanecía aún fresca.

Al tomar una de ellas, sin fecha aparente o arrancada por el desgaste solo dejaba ver un extenso relato:

Todo me da vueltas, no siento la mayor parte de mi cuerpo. No reconozco en donde estoy, pero si aquel cuadro que colgaba de las blancas paredes desgarradas por la humedad. Aquella luz nítida que impactaba en mi rostro, me impedía distinguir si aquella figura retratada pertenecía a mi antepasado.

Llegue a reconocer una imagen, un hombre tendido en una cama de metal vieja y oxidada, desgastada y casi desecha, con un colchón y algunas sábanas sucias y carcomidas por las ratas; sobre ella se encontraban algunas cobijas manchadas con el rojo puro y reconocible de la sangre. Talvez aluciné, pero su aspecto es tan real a mi parecer, como si realmente (...) creo que debería acercarme a ver para quitarme aquellas dudas que invaden mis pensamientos.

Intenté levantarme, pero no pude, parte de mi cuerpo estaba adornado con cables de todo tipo, y varios tubos que salían de mis fosas nasales hasta llegar a un tanque de oxígeno pegado a mi cama. Creo que me encuentro en un hospital, y por mi estado no debiera quedarme mucho tiempo.

Sé que no debería moverme, pero necesito saber que era aquello que permanecía retratado ante mis ojos. Inclinó mi cuerpo con cuidado, pero no logro sostenerme en pie. Cayendo sobre una esquina de la cama, golpeo mi cráneo violentamente. Inclinó mi cuerpo con cuidado, y logró sentarme. Al tocar mi cabello con suavidad siento una sustancia viscosa. La acerco a mi vista, para ver que era aquella cosa. Logró observar sangre, rojiza y espesa, pero tan extraña que no pareciese ser mía. Giro mi cabeza para ver en dirección a aquel cuadro sombrío para al fin reconocer esa imagen retratada. Era yo, posado en aquella cama observando todo aquello que ocultaban las pinturas y el papel y por lo que estaba dispuesto a dar lo que me restase de vida.



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En el texto hay: misterio, suspenso, terror psicolgico

Editado: 30.09.2021

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