Paranoia

Memorias.

Me detuve frente a el buzón con la mente en blanco observando a la nada por alguna razón. Una voz me saco de aquella situación.

—¿Gareth?—era Eva.

—Ah, hola, Eva—su rostro denotaba que no había dormido mucho—Joshua te está esperando dentro—acerte a decir antes de irme.

Eva parecía querer decir algo más, pero ya iba tarde. Empecé a pedalear medianamente rápido hasta llegar a la cafetería. Bajé de la bicicleta y la dejé junto a la entrada de aquel lugar. Al entrar miré a todos lados esperando encontrar a ese hombre por algún sitio, pero no estaba allí. El reloj ya marcaba las 10:13, siempre he sido alguien con puntualidad y ya era algo tarde. Me senté en un rincón un poco resignado, pero con un poco de esperanza en que aparecería en cualquier momento. Una chica se acercó de repente sacándome de mis pensamientos de nuevo.

—¡Hey! Buenos días, ¿algo para tomar?—su sonrisa era bastante bonita. Llevaba su cabello algo corto, un poco más arriba de sus hombros, sus ojos lucían casi como los míos, un color café que le encajaba perfecto a su tono de piel blanca.

—Eh, un café nada más—deje de mirarla inmediatamente tras decir aquello—por favor.

—Entendido, señor—se alejo lentamente de dónde estaba yo.

—¿Señor? Vaya...—susurre para mí.

Sonó la puerta de entrada y apareció aquel hombre, no pude evitar ponerme algo nervioso, pero estando en un lugar así no creo que fuera a pasarme algo malo. Ni siquiera tuve que hacerle alguna seña, se dirigió directamente a dónde estaba y se sentó frente a mi.

—Llegas tarde.

—¿Es en serio?—mire la hora en mi teléfono y se la mostré—son las 10:21, tu llegas tarde.

—Si, como sea. No vine aquí para que cuestiones si soy puntual o no, niño—sonaba algo molesto—ire al grano, Gareth, ¿desde cuándo puedes oír lo que piensan los demás?

—No lo sé—dude un poco—dos años tal vez, todo este tiempo pensé que me estaba volviendo loco y...

—Pues no lo estás—me interrumpió—obviamente no lo sabes, pero no es la primera vez que esto te pasa—me sorprendí al escuchar esas palabras.

—¿A q-que te refieres?—pregunte con algo de angustia.

Volvió la linda chica de hace un rato, pero no le presté atención por esperar una respuesta de aquel hombre.

—Un café para el señor—solto de manera amigable—¿usted querrá algo?—preguntó a la persona frente a mi.

—No, gracias, niña—la chica asintió y se alejó.

—Dime, ¿A qué te refieres?—volvi a preguntar.

Miro por la ventana y suspiró profundamente antes de comenzar a hablar.

—Veras... Hace 6 años solía trabajar con tu padre, Noah, también fuí parte de su brigada policial, he de admitir que fue una de las mejores etapas de mi vida. Para aquel entonces solo tenías 12 años, tu padre solía llevarte a la oficina los fines de semana cuando no tenía que patrullar—extendio su mano y tomo mi taza de café—por alguna razón siempre sabías lo que íbamos a decir en cualquier momento, pero nunca mostraste síntomas de algún dolor o algo parecido como a lo que te ocurre ahora.

—¿Cómo es que no recuerdo nada de eso?—sonaba algo desesperado.

—Callate y escucha—dijo con molestia—soliamos pensar que eras algo así como un súper genio, que tontería—rió—de un momento a otro, nos enteramos de esta empresa médica... DTL creo que se llamaba—bebio un sorbo de café y prosiguió—donde decían que te podían examinar para estar al tanto de tu potencial intelectual, algo muy alejado de la realidad tras ellos. La cuestión es que Noah decidió llevarte, el se sentía muy orgulloso de ti, siempre lo decía—su voz se notaba algo nostálgica—recuerdo haberlo acompañado una vez, solo podía entrar el contigo a la sala de atención, por lo que no se que es lo que hacían y el nunca me lo dijo con exactitud.

—Pero... ¿Que tiene que ver todo eso?—solte aún desesperado por saber el resto.

—¿No te dije que te callaras?—me miró con seriedad—ese día estuve alrededor de media hora esperando por ustedes, cuando salieron, estaban acompañados por una mujer algo joven para ser doctora o incluso enfermera, pero no fue algo que me importara de todas maneras, ella llevaba unos anteojos y una cicatriz que en su mejilla, también recuerdo que me ofreció una bebida que tomé por educación. A aquel sitio habían entrado una cantidad no muy alta de personas, pero todos parecían bastante distintos a mi o a tu padre, a cualquier otro incluso, por alguna razón estaban allí—termino el café que estaba en la taza e hizo la seña de que quería otro—tu padre afirmaba que tú eras el mejor aprendiz de aquel lugar, pero no lograba entender el porqué, además, ya no solo predecias lo que nosotros decíamos, empezaste a hacerlo con todas las personas que hablaban contigo, podías leer sus mentes.

—Aqui tienes—la chica sonrió de nuevo y se fue.

—Desde aquella vez que salí de ese lugar con ustedes, empecé a tener dolores de cabeza muy fuertes y...—hizo una pausa antes de continuar—varios días después empecé a ver rostros diferentes en las personas, era como si se deformaran o fueran una persona completamente distinta a la que estaba observando—volvio a tomar café—era bastante confuso para mí los primeros días, ni siquiera fuí capaz de contárselo a Noah, ¿Que iba a decir? Seguro se burlaría de mi o pensaría que había perdido la cabeza.

—Espera, por favor—mi cabeza empezaba a dar vueltas intentando comprender aquello—h-hoy me ha pasado algo como eso, pero... Me ví a mi mismo con un rostro totalmente distinto... Incluso a mi madre la vi con ese mismo rostro—sus ojos se abrieron y su rostro paso a ser más de preocupación.

—Es-o... Eso quiere decir que tu padre tenía razón.



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En el texto hay: visiones, investigaciones, poderes raros

Editado: 21.04.2020

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