A aquellos que creen en la estabilidad de lo cotidiano, a quienes como yo, han tejido su vida en los hilos de la aparente normalidad. Este relato es un tributo a la ilusión de la previsibilidad, una advertencia silenciosa de que detrás de la fachada de lo ordinario se ocultan complejidades inesperadas. Aprendamos juntos que la vida, en su esencia más pura, es un tejido intrincado de contradicciones y sorpresas. Que estas palabras sirvan como recordatorio de que la complacencia es un lujo efímero y que, en cualquier momento, el destino puede despojarnos de la máscara de la normalidad, revelando un camino inexplorado lleno de verdades crudas y desafíos imprevistos.