Nuevamente la madre de Matías.
Verla en la entrada de la escuela antes de la llegada de los maestros es un presagio de mal agüero. La señora hasta podría caerme bien si no fuera por lo cegada que mantiene en todo lo relacionado con su hijo.
Ayer se le tuvo consideración y solo se le puso a diligenciar el descargo al muchacho, pero al verla esperándome tengo la certeza de que nuevamente se victimizó ante ella.
- Buenos días mamita, ¿cómo amaneció?
- Buenos días profesora, bien en lo que cabe. Usted disculpará, pero necesito unas palabras con usted para aclarar una situación.
- Mamita, tengo clases a primera hora y no es ético atenderte en la puerta, en los correos institucionales tienen mi horario de atención, porfa, colabóreme con eso, si desea yo le agendo para hoy mismo a tercera hora, pero atenderla aquí no puedo.
- Ya sabía que esa sería su respuesta.
La señora volteó el rostro enfurecida, buscando algo en su bolso a toda prisa. Noté el destello solo unos segundos antes de que ella levantara la vista. Mi reacción fue inmediata, mientras ella levantaba la navaja yo cerraba la reja de la entrada de la escuela para protegerme. Abrí los ojos como platos ante la furia reflejada en el rostro de la mujer. No grité, las palabras no me salían de la boca. Esta se desató en gritos y agresiones verbales de todo tipo. La vigilante me arrastró hacia atrás.
- Seño entre, hay que vendarle la mano- me dijo asustada. Fue en ese momento cuando noté el picor en la muñeca y el olor a sangre.
- Espera, ya entro. – no debía ser grave, ni siquiera la había notado, le hable a la madre de Matías con un tono suave al tiempo de contundente- sino se calma en este mismo momento, pongo el denuncio como intento de homicidio, y tengo testigos de un arma levantada en mi contra- señalé con la vista a la vigilante que aún me tenía tomada del brazo.
Instantáneamente la mujer dejó caer la navaja. Bajó la mirada consternada y fue volviendo en sí misma.
- La atenderé mañana a última hora, ahora debo ir a enfermería.
Guardé las llaves del carro en el morral y caminé hasta la enfermería. Necesitaba de puntadas, por ende, me hicieron unos puntos de mariposa y me dirigí al centro médico para que me atendieran. La coordinadora me dijo que estaría investigando a cerca de lo sucedido, las versiones dadas por el estudiante a su madre, etc. Además, se auto remitió el caso para que yo no tuviera que volver a atender a la acudiente.
Luego del TRIAGE, la espera, la anestesia local, las suturas, y la fila para reclamar las medicinas, llegué a mi casa a mediados de la tarde. El médico me dio hasta una incapacidad de dos días y la coordinadora me ordenó tajantemente por teléfono no presentarme al día siguiente por la escuela. Como me conocía bien sabia de sobra que me iría a trabajar aun incapacitada.
Realmente no me gustaba quedarme encerrada en mi casa, el tiempo me pasaba demasiado lento y los recuerdos tendían a regresar. Ese nudo en mi pecho aun salía a flote en ciertas temporadas; hay emociones que permanecen con uno a pesar del paso del tiempo, o puede simplemente que yo sea así y nada más.
En la noche la llamé, para informarme sobre los resultados del proceso.
El día anterior, como ya sabía, Matías había amenazado a la representante de 8-03 porque la niña le había pedido que saliera del salón ya que en los descansos no está permitido que los estudiantes se queden, por los robos que continuamente se estaban presentando en la escuela.
Matías es de grado 9, con menos razón podía quedarse en el aula de clases señalada.
Ante la petición de salida reiterativa de la estudiante, y después de amenazarle con golpearla, él se levantó con fuerza de la silla donde estaba sentado y pateó la que tenía enfrente partiéndola. En ese momento la docente de ciencias sociales entraba al sitio ya que una estudiante había corrido a avisarle que el jovencito estaba insultando a su compañera.
Al ver a la profesora, Matías se auto controló, fue llevado a coordinación donde se le hicieron los descargos y se le informó que su caso pasaría a comité de convivencia por los reiterados actos de violencia que venía presentando durante los tres meses que llevaba el año lectivo. Por ese motivo, después de que su caso fuera analizado, era que se iba a hacer la citación nuevamente a su madre que casi debía llegar a la escuela semanalmente.
- Ahora, eso ya lo sabías, lo que no sabías era que él ayer no llegó a su casa sino hasta entrada la madrugada en estado de ebriedad, diciéndole a la mamá que se iba a quitar la vida porque en la escuela lo iban a remitir a comité de convivencia para entregarlo a la policía y meterlo preso- me dijo Martha con un tono de decepción- en su angustia de madre, viendo el deplorable estado del muchacho, ella decidió creer cada palabra. Sin embargo, los compañeros de otros cursos me dicen que él ya es un bebedor de cada fin de semana, que nunca lo habían visto borracho en días de escuela, pero que los fines de semana, aprovecha que la mamá se interna en el hospital y se pierde en pikusp o tabernas de mala muerte. De dónde saca el dinero, nadie me dice aún.
- Tú y yo sabemos de dónde Martha- dije en un suspiro- la comunidad está cada vez peor. Cada día hay más jóvenes en ese tipo de negocios, lo que más tristeza me da es esa pobre mujer que trabaja tan duro en los servicios varios de esa clínica por ese muchacho.
- Si, uno trata de entender, pero sobreproteger es tan malo como malcriar. Mañana le explicaré bien cuáles son los procesos de convivencia de una escuela para que deje de pensar que nosotros mandamos presos a los estudiantes, además de que sus actos tendrán consecuencias, al igual que los de su hijo. - hubo una pausa de duda en Martha- Abigail, tú dirás que siempre vuelvo a lo mismo contigo, pero ¿cómo la calmaste?
- ¡por favor mujer solo se lo pedí!