Parece Un SueÑo

CAPITULO 8

Me despertó el calor de un cuerpo junto al mío en la hamaca. El dolor en mis músculos era fatal. El corazón me latió con fuerza ¡Dormí con él! Pasé mis manos por la cara. Me levanté de un salto, caí en el piso, me lastimé la palma de la mano y cuando volteé a ver, estaba sentado muerto de la risa.

- No te rías

- Pero me da risa

- Bobo- le saque la lengua levantándome con intención de salir corriendo del lugar.

- Bella- me sorprendió, no sabía si era burla o realidad.

Saqué toda mi dignidad a flote. Y es que era bastante embarazoso despertar en la mañana despeinada, con la cara ajada, como para rematar el espectáculo del espantapájaro ambulante con una caída estrepitosa. Entonces, ante la vergüenza, la técnica es mostrarse más huraña de lo acostumbrado, levantar cabeza y salir caminando con un delicado contoneo de caderas, paso firme y dignidad arriba… aunque tu cabello sea algo similar al nido de un pajarillo.

Al salir de mi casucha, pasé de rapidez mis manos sobre mi cabeza para darle algo de forma al cabello. Al mirar alrededor percibí esa acusación silenciosa en todos los que estaban cerca. Me fui directo a casa de Rosmery, a quien hallé tomando café en su jardín. Un hermoso lugar de flores silvestres.

- Buenos días- ella respondió con una inclinación de cabeza y señaló la olla con café, me serví un pocillo grande- sé que no vas a afirmar ni negar. Pero deseaba informarte que ya tengo una hipótesis de trabajo, que no implica tu condición de Madremonte, ni las habilidades de tus aldeanos.

- ¿Qué te llevó a esa decisión? - su mirada seguía perdida en cada planta, a veces se sumergía en la selva, estaba segura de que escuchaba las noticias que los árboles le traían.

- Tengo muy claro lo que está pasando a nivel mundial con las zonas vírgenes.

- Entiendo ¿Algo más?

- Por favor- lo hice para probar mis habilidades en ella- dame una razón clara para haberle quitado los recuerdos a Awki a cerca de nosotros.

- No lo intentes conmigo- sonrió segura- soy más antigua de lo que crees saber, tu habilidad no me afecta.

- Entonces solo solicito una explicación de manera respetuosa- me miró largo rato a los ojos, estoy segura de que hacía un análisis sobre mí.

- Sus padres murieron un par de días después de que él regresara de la ciudad- me parecía ver en mi cabeza la imagen del César que amé 9 años atrás- lo esperaron para despedirse. El día del sepelio, Awki corrió sin descanso por la selva dado el dolor que albergaba. Cuando se detuvo fui hasta donde él estaba. Había un dolor muy profundo, culpa y un anhelo de huir a la ciudad.

No podía permitir que se fuera, él era heredero de dos habilidades, creo que ya sabes lo del arco y la flecha, la que no conoces es que es un metamorfo. Puede cambiar en algunas formas animales, principalmente aves rapaces. Eso lo heredó de su madre.

- Que tiene eso que ver conmigo- dije tragando en seco al acordarme del Gavilán.

- Su esperanza eras tú, tenía que borrarte de su memoria para que pudiera quedarse a aprender- el dolor llegó a mi rostro, ella tocó mi cabello- me di cuenta desde el principio por qué te ama tanto, eres más bella por dentro de lo que eres por fuera. No me guardes rencor, espero que entiendas que debo cumplir con una misión, el día que esta selva se acabe moriré con ella, sin embargo, seguiré haciendo todo lo que pueda por protegerla.

- ¿Incluso negarle a él la posibilidad de sentir?

- Eso nunca lo hice, el sentimiento siempre estuvo en su corazón, por eso pudo recordarte.

- ¿Por qué no lo impediste?

-  Él ya está listo. Gracias por convertirte en guardián de nuestro secreto- entendí que nuestra conversación había terminado.

Llegué a la casaca. Vi caer el agua en una eternidad de silencio. Rosmery moriría si este mundo seguía en declive, tal vez el pueblo también. La carita de cada niño llegaba a mi cabeza, el niño que caminaba en el aire era huérfano de padre, este murió un año atrás por un disparo de un guerrillero según me contaron otros infantes. No era justo.

- No has comido- me sobresalté un poco al escuchar su vos. Me tendía un bollo de maíz parado a mi lado.

- No te escuché llegar- respondí aceptándole el envuelto.

- No habrías podido- entendí que lo hizo por los aires cuado miró el cielo de manera inocente.

- Gracias.

- ¿Puedo quedarme?

- Igual no te irás- dije mientras masticaba, deseaba que se quedara, aunque no lo admitiría.

- Te vi hablar con Rosmery- se sentó junto a mí, su pierna rosaba ligeramente la mía.

- Entonces ¿cuál es la loca idea que circula por el pueblo? - quise cambiar el tema.

- Sí, eso. Me dijeron que te vieron salir despavorida de la casa- sonreía complacido.

- ¡César!- mi tono era exigente.

- Bueno, digamos que entre el pequeño incidente de tu guardián con Kiná y la noche dentro de tu casa han confirmado que me gustas. Lo que no saben es que es más grande que eso.

- Me voy en dos días- dije cortando el rumbo de la conversación.

- Entonces me quedan 48 horas.

- ¿Para qué?

- Para reconquistar tu corazón.




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