Parfum

Capítulo 3

Quizá no son solo fantasías

 

—Bueno, así que estábamos ahí, cachondeando a más no poder y su mano subió hasta... tú sabes; la cuestión es que yo no me quedé atrás y cuando toco, bien tocado, se aparta de golpe y me dice que no, que mejor paremos porque está en su trabajo y que nos pueden ver, y bla, bla, bla... Así que me quedé sola y alborotada, maldiciéndome por haber iniciado algo con un empleado miedoso porque ahora sabía lo que me estaba perdiendo. En fin... La cuestión es que debí haberme ido a dormir al igual que tú.

—Mmm, solo hay un pequeño problema.

—¿Cuál?

—Al final no me fui a dormir. —El grito de emoción que emite Belén ante una nueva comidilla de chisme sexual no tiene comparación, es tan agudo que incluso podría romper vidrios—. Ya, ya... No es la gran cosa.

—¿No es la gran cosa? ¡Hace años que no tienes nada, Emma! Detalles, quiero detalles.

—Por Dios, pareciera que tu misión en la vida es que yo tenga sexo... —murmuro con fingido enojo.

—Ay, par fa var, si yo no cogiera desde hace tanto, quisiera que hicieras de tu misión ayudarme a conseguir algo. No te hagas la loca, qué pasó y no omitas nada.

—Bueno, ¿viste que me fui de la discoteca? No conseguía taxi, así que empecé a caminar hacia donde supuse que estaba la avenida, la cuestión es que en el camino me encontré con un bar y dije «¿por qué no?». Entro lo más normal y me siento, por Dios, no tienes una idea de lo que estaba el barman ese. Tendrá unos veinticinco años, un pollito, pero estaba tan bueno, Belén, pero tan bueno. Abdominales marcados, ojos claritos y pelo marrón, encima la camisa le ajustaba los brazos y se le marcaba la vida cuando agarraba algo. Resulta que sonrisa va, sonrisa viene, un tipo me paga el trago...

—¡Y te lo cogiste! ¿Estaba bueno? —interrumpe casi gritando.

—Por Dios, no... podría haber sido mi padre —aseguro con repelús—. Era horrible, incluso eructó y se escarbó los dientes con un palito.

—¿Y entonces por qué te lo cogiste? —inquiere horrorizada—. Emma, no dejes que la necesidad te orille a caer en la cama de alguien que claramente no te merece —recrimina causándome un ataque de risa—. ¿De qué te ríes? Hablo en serio.

—Es que no me acosté con él.

—¿Entonces con quién?

—¡Con el barman! Si me dejaras seguirte contando lo sabrías.

—¿Con el pollito? —inquiere extrañada.

—¡Sí! O sea, sé que es muy pronto para andar buscando colágeno, pero una oportunidad así no se da todos los días. Bueno, siguiendo con la historia, me deshago del tipo horrible y vuelvo a la charla con el barman, en eso se me da por hacerme la canchera con la copa y una tipa me tira un trago arriba. Inspiro hondamente y me voy al baño a limpiarme, me saco la camisa y ¡pum! Aparece el barman y que me agarra, me sube a la mesada y me renueva las ganas de vivir —relato atolondradamente esperando una opinión que no llega—. ¿Belu, me estás escuchando?

—Sí, sí... es que todavía no supero que te hayas comido a un pendejo. Wow.

—¿Por?

—Nada, es que se llevan más de diez años, no digo que esté mal, sino que nunca pensé que harías algo como eso.

—¿Por qué no? —pregunto sintiéndome juzgada.

—Ya sabes, Emma, siempre fuiste muy recatada y lo del sexo casual nunca estuvo en tu agenda...

—Así que por aburrida —concluyo a punto de colgar.

—No, no es lo que quise decir, estás tomándote todo a mal —se justifica antes de que interrumpa su excusa cortando la llamada.

Que esta vez no sea ella la que tenga sexo con un veinteañero en un baño y yo la que deba escuchar, no significa que pueda desmerecer mi historia, ¿por qué no se limitó a oír y a felicitarme por haber salido del celibato?

Bufo e ignoro los mensajes que llegan, me coloco los auriculares y me escondo de la mirada juzgadora del mundo, intentando borrar cualquier rastro de mala onda de mi cabeza. Después de aquel maravilloso orgasmo nos tomamos un pequeño tiempo para recuperar el aliento. Me aseguró que nunca hacía cosas como estas y menos en el trabajo, pero me vio y no pudo resistirse... Vaya cuento de mierda, no sé por qué me cuesta creer que un chico como él no haga eso con cada clienta que se le ofrezca. La cuestión es que me sorprendió proponiéndome volver a vernos, es raro, pensé que solo aprovechó la oportunidad de estar con alguien mayor. Obviamente dije que sí, quedamos para el sábado siguiente, aunque no me hago muchas ilusiones, quizá solo quiere acabar de sacarse las ganas y luego borrarse.

Sea como sea, lo mejor es que no me acostumbre, si bien acabo de recordar lo divertido que es el sexo, tengo bien presente el por qué de mi sequía autoimpuesta: me ilusioné y me abandonaron por una piel más tersa, por una sonrisa más brillante y por un cuerpo más flexible. Y no es eso lo peor, sino el horrible vacío que se siente cuando te das cuenta de que al final «nuestros proyectos» pasaron a ser única y exclusivamente «sus proyectos»; ese sentimiento de que diste absolutamente todo por nada, de que eres completamente reemplazable porque después de todo no eran tus sueños los que estabas persiguiendo hasta estar exhausta, te quema por dentro hasta volver tu triste intento de amor propio cenizas en el viento. Pero hasta aquí está bien, si puedo tentar a un chico como este, quiere decir que aún tengo mucho que andar. Vuelvo a sentir que todo es posible, con o sin un segundo revolcón, le agradezco a Mauricio por haberme sacado de mi error.




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