Parfum

Capítulo 14

Fingida normalidad

 

Luego del baño, fui directo a la cama, ni siquiera podría imaginar que justo en ese lugar horas antes me sentí tan feliz. Cuando él acabó de quitarse los rastros de la sangre de su paciente, se recostó a mi lado, sobre las sábanas, y me abrazó. Así fingimos dormir hasta que finalmente el sueño nos venció.

Al despertar volví a encontrarme sola, asustada fui en su búsqueda y lo encontré en la cocina preparando el desayuno.

—Pensé que llegaría a llevártelo a la cama —se lamenta en cuanto nota mi presencia.

—No te preocupes —digo evitando mirar la isla ahora impecablemente limpia.

El aroma a desinfectante aún no se ha ido, fue una gran limpieza la que hizo.

—Por supuesto, ya está acostumbrado —respondo en voz alta a mis pensamientos.

—¿Qué? —inquiere mirándome extrañado.

—Nada —susurro escapando hacia el living.

—¡Eso no sonó como nada! —exclama sin seguirme.

Me recuesto en el sofá y cubro mis ojos con el antebrazo, ¿cuándo aprenderé a cerrar la boca? Anoche pensé mucho en todo, desde cómo me hace sentir hasta los peligros que trae siquiera acercarme a él, y finalmente llegué a la conclusión de que soy una idiota enamorada. No entiendo cómo pasó, únicamente sé que la idea de dejarlo solo duele.

Escucho cómo deja el desayuno en la mesa, inspiro hondamente y acabo con mi ceguera voluntaria.

Finalmente me siento apropiadamente y tomo una de las tazas, permito que el aroma a café recién hecho se lleve mis preocupaciones y solamente me centro en el sabor.

Admiro por un momento a Dante, con el cabello revuelto y aún vestido con el pijama, justo como cuando lo conocí. Sus ojos siguen demostrando la misma preocupación que entonces, solo que esta vez en cuanto nota mi mirada sonríe dulcemente. No sé por cuánto tiempo podremos mantener esta fingida normalidad, pero aunque sea una farsa quiero disfrutar de la paz del momento.

—¿En qué estás pensando? —indaga luego de acabar el desayuno en silencio.

—Hoy es un día hermoso —digo intentando mantener la ilusión.

—No me mientas, Emma, no es necesario; si lo que planeas en cómo escapar, solo debes pedirme las llaves e irte. Juro que no intentaré detenerte... —susurra mirándome a los ojos.

—No es eso, solo quiero disfrutar de esto, de tomar un café y no pensar en todo lo ocurrido. Quiero fingir que anoche nunca sucedió al menos por un rato, ¿puede ser? —pido esperando que me comprenda.

—Fingir que no sabes quién soy no es bueno, tienes que comprender con quién estás, el camino más fácil generalmente no es el correcto —señala antes de venir hacia mí para sentarse a mi lado—. Si planeas quedarte, lo mejor es que seas consciente de dónde estás, de a quién estás amando. Prometo responder cada pregunta que tengas con sinceridad, aunque duela; pero no anules ese lado curioso tuyo solo para fingir que todo está bien, porque no es así.

—Lo haré, pero no hoy, no me pidas que piense cuando aún no acabo de dar forma a todo lo ocurrido en estas horas.

—Lo entiendo y lo respeto, cuando estés lista hablaremos.

Sus brazos me envuelven, apoya su mentón en mi cabeza y me da el silencio que tanto necesito.

 

҉

 

—¿Crees que sea seguro ir a casa? —pregunto mientras lava las tazas.

—Tal vez, no me gustaría que fueses sola, pero tampoco puedo obligarte a dejarme acompañarte —dice cerrando la canilla.

—Sí, sí quiero que me acompañes —afirmo luego de unos minutos evaluando las posibilidades.

—Está bien, en cuanto acabemos de arreglarnos iremos; ¿pedimos un taxi o...?

—¿O qué? —inquiero curiosa.

—O podríamos ir en bicicleta y aprovechar la ocasión para respirar un poco en el camino —sugiere devolviendo a mí buenos recuerdos.

—Me parece genial, iré a alistarme —respondo dejándolo con una sonrisa encantadora en los labios.

Tomo la ropa de la secadora y con mi bolso en mano entro al baño, me arreglo lo mejor posible. La tentación de un amor instantáneo está ahí, camuflada de perfume, sé que no es necesario... pero su amor garantiza mi seguridad, de eso no hay duda. Mojo mis dedos primero en la que me permite pensar con claridad y me vuelve afortunada, y froto mi cuello suavemente. Luego tomo el frasco de amor líquido y froto unas gotitas detrás de mis orejas, solo lo necesario para que me ame lo suficiente como para cuidarme, pero no tanto como para orillarlo a hacer locuras.

Satisfecha con todo, salgo del baño y lo busco, finalmente lo encuentro en la habitación, cambiándose de ropa. No puedo evitar que un jadeo compuesto de pura calentura escape de mi garganta y sea captado por sus oídos. Cuando me sonríe con picardía, siento la cara arder, me repito mentalmente que aunque parezca un ángel, es un tipo peligroso, que debo tener cuidado con él... lo cual por una inexplicable razón lo vuelve aún más atractivo.

Contra toda lógica me acerco y lo beso, sus manos toman mi cintura, apretando mi cuerpo aún más al de él. El fuego interno que tantos años estuvo a nada de apagarse, ahora se ha vuelto una amenaza de combustión espontánea. Definitivamente he perdido la razón por un delincuente y cuando debería estar buscando la manera más rápida de huir de él, solo puedo pensar en el sabor de sus labios y el calor de su piel.




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