Parfum

Capítulo 19

Labios venenosos

 

¡Cuidado con el ser que vigila, aquel que olfatea el aire en búsqueda de poder! Recuerda los colores, aquellos que determinan tu destino, tu fortuna. Combina, crea y utiliza con cuidado, ni mucho ni poco, lo justo para no correr peligro susurra mi abuela. Emma, corre..., ¡corre! grita con los ojos desorbitados por el miedo.

 

Despierto súbitamente y ahogo un grito de terror al ver a alguien sentado a los pies de la cama.

—Ya era hora —ronronea—. ¿Le pedimos al Doc que se una a la fiesta?

Con el cañón de un arma toca los pies de Dante hasta que este despierta. Se sienta en la cama y frota sus ojos sin poder creer que esto realmente está pasando.

—¿Iván? —pregunta luego de unos segundos eternos.

Mi corazón late aceleradamente, tanto que me duele, me pego a Dante lo más que puedo e intento contener las lágrimas inútilmente, pronto se deslizan sin parar por mis mejillas.

Dante pasa un brazo delante de mí protectoramente, y ese simple gesto provoca una carcajada en nuestro visitante.

—Tranquilo, no empezaré por ella —dice aún con una sonrisa en el rostro.

—¿Qué quieres? Creí que las cosas habían quedado bien entre ambos —espeta Dante sin apartarse de mí.

—Sí, así fue, hasta que llegó a mis oídos que tu amiguita posee algo que puede serme de utilidad...

—Por Dios, ¿qué puede ofrecerte que ya no tengas? —inquiere Dante incrédulo.

—Poder —replica Iván—. Arriba, los dos.

Dante se levanta sin sentir vergüenza alguna debido a su desnudez, dejando que me cubra con las sábanas a modo de túnica.

—¿Quién te dijo eso? Ella solo ofrece servicios editoriales, a menos que lo que quieras sea distribuir un libro con tus memorias, no veo en qué pueda ayudarte; si es por lo de las guardias o por temor a que hable, volveré a trabajar para ti, pero no le hagas daño —insiste Dante acercándose a él.

—Puedo conseguir un médico en cualquier sitio, al igual que puedo desaparecer el peligro de un testigo con una simple bala, pero lo que ella tiene en sus manos difícilmente pueda conseguirlo en otro sitio, o incluso en otra vida —responde mirándome fijamente.

Tomo con más fuerza las sábanas que me envuelven, sé perfectamente de qué habla, pero no puedo entender cómo alguien a quien jamás he visto tiene conocimiento de eso.

—A la cocina, ahora —ordena señalando la puerta con el arma.

Dante es el primero en dar un paso al frente, toma mi mano y me guía a través del pasillo. Solo un vistazo de la melena de quien espera sentada de espaldas fue suficiente para reconocerla... Malia.

—Hola, Emma —dice acercándose a mí antes de tomarme por la nuca y besarme.

Sus labios ya no saben a cereza, un gusto amargo inunda mi boca, intento retirarme, pero su mano sigue sosteniéndome firmemente. No consigo alejarme sino hasta que ella así lo quiere.

—¿Qué sucede, nena, no te gusta mi verdadero sabor? —pregunta ladeando la cabeza—. Claro... El labial que usé ese día fue Obsesión, ¿qué tal has llevado eso? Debe ser difícil desear a todas horas algo que no puedes tener.

Sonríe y vuelve a tomar asiento, esta vez mirándonos directamente.

—¿Qué quieren? —vuelve a preguntar Dante sin entender qué está pasando.

—Ella sabe lo que queremos, tú solo estás de relleno para que nos lo dé —aclara despectivamente.

—Están en mi tocador —digo finalmente, Dante me mira esperando una explicación.

—Ahora regreso, nene —le dice Malia a Iván poniéndose de pie y caminando en mi dirección—, tú vienes conmigo —añade tomándome por el brazo firmemente.

—¿Por qué me haces esto? —inquiero sintiéndome traicionada.

—¿Por qué no? —replica divertida.

Es cierto, ¿por qué no lo haría? Inspiro hondamente y la guío tal y como quiere esperando que sea suficiente. Toma cada uno de los siete frascos y los guarda en un pequeño bolso, luego nuevamente me lleva junto a Dante.

—¡Ya tienen lo que vinieron a buscar, ahora váyanse! —exclama Dante interponiéndose entre ellos y yo.

—No todo —apunta Malia—, ¿a caso tus ancestros no te contaron la historia completa, Emma? Este solo es uno de los dos componentes, únicamente tú puedes usarlos, es tu sangre la que lleva la magia necesaria para que funcione.

—Entonces, ¿qué?, ¿te llevarás mi sangre también?

—No, te llevaré a ti, nuestra bolsa de sangre personal, pero antes de eso debemos verificar que todo es cierto... ¿Alguna sugerencia, Emma? ¿Ninguna? A ver, usemos este —dice tomando el frasco naranja.

—Por favor, no —suplico retrocediendo a medida que ella avanza.

—Llama a los otros dos —dice destapando el frasco.

—Pero la puerta quedará sin vigi...




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