Todos tenemos lugares, partes de nosotros que resultan escondidos o complicados para las demás personas; y nuestro corazón es la viva imagen de los recovecos.
Hay lugres en nuestro corazón que para nosotros mismos están aún ocultos. De todas estas partes viene nuestra esencia.
¿Quién no tiene secretos? ¿Quién no tiene algún miedo escondido? ¿Quién viene hecho de un molde perfecto?
No tenemos una dirección fija o alguna segura que todos podamos seguir, no hay carretera, no hay pavimentación, no, en realidad hay más caminos de los que podemos contar y no son caminos de los que las personas hacen como una avenida, bulevar o callejón, son caminos que uno mismo crea, como un lazo. Aún así coincidimos.
Malik sabía que necesitaba a alguien que descubriera todas esas partes que el ignoraba, y desde que su mujer lo había abandonado con sus dos hijos pequeños para irse a quien sabe donde no dejaba de sentir todo, absolutamente todo.
Trataba de volver a su estado emocional y ya no más sentirse abrumado con todas las emociones que ahora lo herían en todo su ser, como si él tuviera grietas en cada parte de su cuerpo y alguien clavara una daga en cada una de las mismas. Pobrecillo no sabía que la grieta estaba en su alma y que cada vez se abriría más.
Sin duda Malik era fuerte, y ahora con las circunstancias podemos decir que era más fuerte que todos los hombres de su edad. Malik tenía como algunos una historia regular que venía escribiendo alrededor de tres décadas. Vivía corriendo, apurado y llegando tarde a cada una de sus compromisos, incluso en el nacimiento de sus hijos, él había llegado tarde. La relación con su esposa iba del todo bien, y pareciera mentira que tuvieran desacuerdos porque se veían felices y con la llegada de los bebés serían aún más felices. Y ahora su sentido del humor se había esfumado con ella, porque si bien era cierto él adoraba a su querida esposa Belisa a quien de cariño le llamaba Be. Una mujer de mente abierta pero cuidadosa, codiciosa, egoísta con sus sentimientos, y entre sus cualidades resaltaba la sonrisa de diamantes que llevaba escondida, sabía que sus finos labios solo eran atractivos para Malik pero en cambio Dios le había regalado una sonrisa cautivadora y seductora que no dudaba usar para su conveniencia. Ojos con una profundidad lacerante, marrones, su color de piel avellana y su cabello largo negro que caía por sus hombros hacía enmarcar cada una de sus finas facciones que la hacían lucir elegante y sus largas pestañas que coronaban sus reales ojos ocultaban su verdad. — ¿Cómo puede estar con ella?— pensaba la familia de Malik y no solo ellos, sino toda la ciudad de Mineral de Pozos. No porque no estuviera a la altura de su esposa, sino más bien por la humildad y sencillez que brotaban de su ser. Malik era un hombre guapo, con una altura de un metro ochenta y cinco centímetros. Sus facciones toscas resultaban apoderarse de los suspiros femeninos, sus ojos claros obtenían el efecto de hechizar a cualquier persona incluso más si se trataba de una mujer, cabello obscuro que al contacto con el sol se podía distinguir el marrón entre sus mechones desprolijos, su barba a medio crecer y sus labios finos hacían de él un hombre espléndidamente sensual; Malik estaba al tanto de sus encantos y no dejaba abatirse por ellos, si bien era cierto, sus padres el señor y la señora Mayorga habían hecho un buen trabajo al imbuir los buenos valores a su hijo.
La historia de amor de Malik Mayorga con Belisa Vidaurre, comenzó en preparatoria, en su último año, quién diría que creyeran en el amor a primera vista.
Para Be sería una manumisión de las órdenes de su madre con poca capacidad de proveer amor a su hija adolescente; con su nueva conquista además de facilitar su libertad le traería riqueza en abundancia pues bien era conocido que la familia Mayorga era adinerada. Estaba lista para jugar con los sentimientos de ese muchacho que venía estudiando hace meses para poder conquistarlo y así robar su corazón y por qué no, también su dinero.
Todo lo que las buenas mujeres de afable corazón no tenían y merecían era un hombre como Malik, en cambio ese hombre estaba fascinado por una mujer codiciosa y bien sabía Dios lo que él haría por conquistar su frío corazón.