Había pasado una semana tras su huida del hospital, no se había llevado ningún otro recuerdo de sus hijos y ahora sabía que era importante porque si bien lo hacía todos los días, usaba cada recuerdo que tenía con Malik para sobrellavar sus evidentes emociones. Estaba perdiendo la lucha y quería abandonar la guerra consigo misma pero ese acontecimiento sería renunciar para siempre a ser amada.
Be estaba perdida en el pozo de su pasado, encadenada a la mísera casa de su madre donde pasó toda su infancia y adolescencia; desde ahí lucharía con sus demonios internos. El recuerdo de su madre muerta le atormentaba y como si fuera una esquizofrénica le escuchaba, siempre ofendiéndola, hiriéndola, minimizándola y haciéndole creer que no valía nada, que nunca había valido algo. Sus memorias se disipaban en la espesa bruma del amanecer, lidiaba con emociones nunca enfrentadas y por lo tanto ocultas en un tumulto de piedra.
Era complicado saber cuál emoción debía vencer primero. No se daba cuenta de lo que había hecho; una vez más era narcisista y egoísta pensando en ella, que podía vencer todo ella sola, ¡que equivocada estaba! Abandonó a sus dos hijos y no solo a ellos sino también a Malik; —todo lo superaremos juntos—. Le había dicho su marido. Ella lo había estropeado todo, se había convertido en su peor temor; era ella con quien debía luchar, su primer monstruo era ella, ella y nadie más que ella.
Un frio alucinante helaba sus frágiles huesos y su pesadilla “soledad" salía irremediablemente por cada uno de sus poros, ensimismada no veía y no sabía lo que sentía, el amor correspondido era un simple sueño y su libertad ahora se encontraba lejos.
Caminaba y caminó, perdonó su pasado aceptó sus errores y ahí solo ahí comprendió que estaba lista para seguir sin mirar atrás. Un hueco anidaba en su corazón hecho ya de carne y hueso. ¿Qué haría con el corazón roto? Ella misma lo había provocado. Día y noche la alejaban y el destino era su cruel pero fiel compañía.
Todo había terminado con su huida, creía en algo invisible y dejo su realidad de amor sempiterno y afecto a un lado. Sus torpes emociones habían destruido cada buen recuerdo, cada pizca de amor que quería entregar y entendió su más grande error; no podía regresar con las manos vacías y se preguntó — ¿El corazón de Malik resistió? — él había podido ayudarla a superarlo pero no lo dejó. ¿Quién mejor que ella para saber que todo cambia? Su vida feliz había quedado en el ayer. No cumplió lo que juró ante el altar el día de su boda. ¿Cuántas partes de su frágil corazón tenía que descubrir?
Un año sin saber nada de ella, buscándola por cada rincón, cada lugar de la ciudad. —Te fuiste casi un año y sigues aquí en mi mente—. Se lamentó, cómo podía seguir amándola, vivía de su recuerdo y ella probablemente se encontraba lejos en otro camino. No podía creer su mala suerte, él sabía, él creía que ella que se quedaría en su corazón, en su vida. Ahora solo era un recuerdo que jamás logró alcanzar. No dejaba de pensarla y quería borrarla porque su recuerdo era una daga que atravesaba su corazón, extrañarla se había convertido en hábito e imploraba que ella regresara y borrara cada una de sus dudas que le atormentaban. —A pesar de todo, te perdí—. Pensaba melancólico, no vio lo que pasaba porque su felicidad estaba completa con esa mujer, en esa casa, en esa sala, en esa habitación, en su piel, ella estaba presente y al mencionar su nombre chillaba. No dejaba de mirar al horizonte por la ventana porque tenía la esperanza de que un día ella volvería caminando de regreso a su hogar. Quería odiarla, quería dejarla de pensar, de amar, deseaba haber escuchado los consejos de su familia pero se dejó llevar por el corazón y le había traicionado y ahora dolía con cada palpitar, su vida desde que ella se había marchado no pintaba bien, era totalmente un desastre y su única motivación eran sus hijos; era él lo único que ellos tenían.
Apostaría su vida por volverla a ver, iba de prisa más rápido que el tiempo y dolía, todo dolía; y se preguntaba si ella alguna vez lo había amado porque él a ella si.
El aire se hacía más pesado, le costaba respirar y Be no podía cambiar nada de lo que había hecho así lo deseara con todo su ser. Quizá lo mejor que podía hacer por ese amor era quedarse en donde estaba, borrar su forma de mirarla y esos ojos azules que la hacían tartamudear. Se maldecía, su familia, su única familia a la que ella había abandonado le hacía falta en sus días, eran su tesoro más preciado. Esperaba remediar la pesadilla.
Decidió volver, dejaría la casa de su madre e intentaría arreglar todo, no llevaría expectativas. Tocó la puerta de la casa después de pensarlo mucho, sin duda era valiente. No tardaron en abrir. A cada segundo su corazón latía con más fuerza. Ahí, delante de ella estaba su Malik, uno más delgado y ojeroso, con mechones sueltos, lucía más atractivo, su corazón se volcó y se quedó muda, no sabía que decir, si abrazarlo, si hablar de sus hijos, nada sería adecuado. Y cuando Malik abrió jamás deseo que su pasado lo golpeara tan abrumadoramente, su sonrisa se desdibujo. Ahí estaba ella, más preciosa que nunca, su cabello ondulado más largo y alborotado por el viento de primavera, su cuerpo ya no era tan esbelto y tampoco tenía la barriga como la última vez que la vio; con la luz del atardecer su visión de ella parecía ser una ilusión y conmovido por su imaginación la besó, al fin y al cabo solo era eso, una ilusión, ahí estaba, besándola de nuevo, estaba ese dulce y amargo sabor que tanto le gustaba y que solo Be le podía proporcionar, la besó con urgencia y necesidad con el beso revivía cada huella de ese amor que había tropezado en el miedo. Y ella lo besó para que él pudiera sentir cuanto lo amaba, que siempre lo había amado. Le explicaría todo, desde el momento que se conocieron, hasta el día de hoy. Que se quedaría junto a sus silencios si él así lo quería. — ¿Puede un beso apagar el dolor? — se preguntó porque eso le estaba sucediendo, se apagó todo y se encendían cada una de sus pasiones y ella lo deseaba, deseaba sentirse amada solo por él. Sin él nada era mejor; y sus labios, oh sus labios eran medicina para su alma. — ¿Por qué nos abandonaste? — cuestionó de súbito, haciendo tensar el cuerpo de Be, se detuvo y alejó sus labios de los de él. —No te alejes bella ilusión—. Suplicaba tomándole las manos y acariciándolas con círculos hechos por sus dedos. —Dime Belisa Vidaurre imaginaria, si alguna vez me amaste ¿Cuál fue la razón por la que me amaste? — preguntó invadido de lágrimas saladas. Ella le había roto el corazón y todos saben que un corazón roto jamás se puede restaurar. Otra parte de su órgano latente se reveló ante sus pensamientos. —Tú, Malik Mayorga, eres parte de mí, incluso antes de conocerte—. Respondió con voz desolada, sus manos acariciaban las mejillas húmedas de Malik y limpió con sus pulgares las lágrimas que caían de sus ojos desorbitados. —No eres una ilusión ¿verdad? —interrogó en voz baja. —Dime que no te fuiste por un subterfugio— pidió cada vez más vulnerable. —Por favor abrázame— rogó Be, no se resistió a un abrazo. — ¿¡En realidad estás aquí!? — Cuestionó Malik, no daba fe a lo que veía.